La fábrica de la violencia, por Georg Eickhoff

 

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Para liberar a Venezuela de la violencia, de la miseria, de la tiranía y de la pretensión totalitaria del chavismo hay que movilizar y organizar todas las fuerzas de la Nación y las fuerzas de sus amigos en otras naciones. Hace falta una alianza amplia.

¿Cuándo?

No hay tiempo que perder. Cada día mueren por mengua niños, enfermos y ancianos. Cada día el hampa mata y secuestra. Cada día sufren los prisioneros políticos en la cárcel y bajo torturas.

Es el momento para crear la alianza necesaria. Pero, crearla bien exige reflexión, diálogo y prudencia. Urge respirar profundo para que la cosa nazca bien. Es buena idea la del Padre Ugalde de aprovechar la cuaresma para tranquilizarse, analizar y pensar. Mientras la tiranía prepara con frenesí su fraude, a la oposición le toca un trabajo hacia adentro.

Cuando vivía en Uruguay me hacía gracia cuando decían que el carnaval de Montevideo es el más largo del mundo. En Venezuela toca ahora la cuaresma más larga del mundo porque no tiene sentido crear un frente y llevarlo al palco antes de la consumación del fraude del 20 de mayo. Precipitarse, como algunos se precipitan, significa producir más de lo mismo, activismo sin foco. Arrastrar los mismos errores. Maquillar en lugar de analizar. Dejarse imponer los tiempos y las acciones por la tiranía. Hay que romper con los rituales y las respuestas automáticas.

La noche del 20 de mayo será un hoyo negro que se traga lo débil y lo improvisado. Hay que dejar que se trague el pasado para que nazca lo nuevo. Pero el período de gestación es ahora. La “feroz urgencia del ahora”, como decía Martin Luther King, es pensar, conversar, organizarnos.

Hay que aprovechar el triste hecho de que ya no hay dinero, la circunstancia de que ya no se puede hacer gran cosa en la calle, para una acción realmente disruptiva, aunque no muy ruidosa, que es: sentarse a pensar, reunirse para conversar y organizarse para luego pasar a otro tipo de acción, ahora coordinada, bien diseñada y contundente. El estratega busca la paz en medio de la batalla para conocer el cuándo y el cómo de su acción y para nunca perder de vista su verdadero propósito.

¿Para qué?

La pregunta clave para crear una alianza amplia no es ¿quién? sino ¿para qué? Y después del ¿para qué? hay que analizar el ¿dónde estamos? (en relación con el objetivo) para descubrir la estrategia que permite llegar de donde estamos a la realización del objetivo.

La unidad de los venezolanos para liberarse de la tiranía pasa quizás por un comité organizador, pero sobre todo por una decisión estratégica que aglutina a la mayoría para alcanzar un propósito claro. Desde luego hacen falta personas que expresen esta claridad estratégica y que tengan aquel poder de convencimiento que se llama credibilidad. Pero la estrategia misma será el factor unificador que dará estabilidad y efectividad a la alianza.

El propósito no puede ser otro que acabar con la tiranía cuanto antes. Ahora, es solamente el análisis sincero del ¿dónde estamos? que permite formular una estrategia para alcanzar este propósito. Este análisis se encuentra con un hecho que domina sobre los otros: somos mayoría, pero, en este momento, no tenemos las herramientas para vencer al opresor porque, a diferencia de él, no estamos armados.

No tenemos armas. Tampoco es de esperar que, en el corto plazo – aquel plazo que nos reclaman los muertos que la tiranía produce cada día –, haya elementos armados en número y capacidad suficientes para enfrentar al opresor de manera exitosa. Por eso, el factor internacional es clave. La posibilidad de una presión efectiva por medio de la amenaza del uso de la fuerza se encuentra únicamente fuera de las fronteras venezolanas. La acción internacional es la clave.

Pero tampoco hay que olvidar que somos mayoría. El enfoque típicamente electoral de llegar a ser mayoría ha sido el corazón de la lucha hasta la histórica conquista de los dos tercios de la Asamblea Nacional, en diciembre de 2015. Ahora, el momento de la victoria es el más peligroso cuando nubla la vista para el cambio del entorno. De las victorias los grupos humanos no suelen aprender mucho. Son las horas oscuras que causan dolor y es el dolor que hace crecer los grupos y las organizaciones.

El enfoque en la conquista de la mayoría ha creado una ceguera ante el reto de conquistar las minorías que es necesidad de cualquier estrategia de poder, en cualquier sociedad. En las sociedades influyen, y muchas veces deciden, minorías: en la economía, en los medios, en la cultura, en lo espiritual, en lo militar. Nuestra lucha nos ha traído la victoria en casi todos estos ámbitos, solamente falta el militar, el último apoyo efectivo de la tiranía. La minoría militar es la última a conquistar. ¿Qué y quién la convence o la vence?

El opresor ha mostrado continua y crecientemente que está dispuesto a usar la violencia en todas sus formas, contra quien sea, para mantenerse en el poder. La violencia y el reto de vencerla dominan todo el escenario. De una máquina electoral el chavismo se ha transformado en una fábrica de violencia.

Por ello, no podemos terminar con la tiranía sin vencer las armas de la tiranía. El tema de la reflexión, conversación y organización urgente es cómo vencer las armas del opresor, cómo desmontar la fábrica de la violencia. ¿Quién puede vencer las armas del opresor? Hay que coordinar la oposición en el país y la oposición en el exilio para llegar a un consenso sobre la injerencia humanitaria.

¿Quiénes?

Si el análisis, la estrategia y el propósito son acertados, la alianza se forma sola. Es la verdad que nos hará libres. Es el apego a la realidad – en el análisis del punto de partida, en el diseño del camino y en la determinación del punto de llegada – lo que aglutinará las voluntades y lo que dará fuerza a la acción.

El efecto unificador de las estrategias apegadas a la realidad también opera al revés: cuando no son apegadas a la realidad y, de esta manera, faltan a la verdad, las falsas estrategias son explosivas para la unidad de acción. Lo hemos visto últimamente: apostar por elecciones cuando elecciones efectivas ya no son posibles ha pulverizado la unidad.

En política, las verdades, las alianzas y los propósitos se simbolizan en líderes. Los verdaderos liderazgos no son consecuencia de designaciones sino de causas existenciales vividas con pasión y credibilidad. Para recobrar la esperanza en la liberación de Venezuela necesitamos un liderazgo renovado. La audacia de la esperanza nos exige desprendernos de los liderazgos caducos, sepultados bajo sus propios errores.

El General George S. Patton fue uno de los líderes de la liberación de Europa. Ellos derrotaron la tiranía nazi. Durante la campaña de Sicilia de 1943, Patton no supo comportarse a la altura de su misión y fue relevado de su cargo por el Comandante Dwight D. Eisenhower. Luego éste le encontró una tarea útil confundiendo a los nazis con sus discursos agresivos que servían de distracción antes del desembarco en Normandía.

La Iglesia, las universidades, los empresarios, la sociedad civil en su conjunto tiene un rol importante facilitando la reflexión, la conversación y la organización, pero todo ello para la rectificación. Es la sociedad civil que puede desplazar el foco de la acción dejando atrás los liderazgos viejos y colocando en el centro los nuevos. En toda acción política es útil la cohesión de varias generaciones y es nuevamente la sociedad civil que la puede propiciar.

Necesitamos urgentemente un liderazgo renovado y creíble que pueda servir de interlocutor para la comunidad internacional. La sociedad civil tiene el reto, en las próximas semanas, de empujar hacia el cambio de mando en la oposición. La MUD ha agotado su ciclo de vida. Ella es la página que hay que pasar y clama por alguien que la pase.

El momento

La creación de la Mesa de Unidad inició hace exactamente 9 años, en aquellos días de marzo de 2009. La novedosa MUD, que salió a la luz pública a inicios de junio del mismo año, significaba un relevo en el mando. En lugar de la confusión empezaba a reinar la estrategia. La estrategia resultó victoriosa y derrotó al chavismo como modelo. Hoy somos mayoría. En aquel entonces, el catalizador del proceso, del cual surgió la Unidad como opción estratégica, fue el fraudulento referéndum sobre la reelección indefinida, impuesto el 15 de febrero de 2009. Recuerdo intensamente la depresión de aquella hora oscura de la patria que recién empezaba a ser la mía propia.

De la misma manera, el fraude del 20 de mayo puede ser un catalizador para una nueva conformación de la oposición venezolana. Una buena estrategia es un camino que por sí mismo une las fuerzas. Una buena estrategia usa la fuerza del adversario para derrotarlo. Una buena estrategia anticipa y aprovecha. Estamos a tiempo para convertir el 20 de mayo en un comienzo.

Ya se ha creado un espacio de reflexión de la sociedad civil facilitado por la Iglesia. Este espacio (alejado de la tentación de precipitarse presentando nuevas coaliciones y frentes que terminan siendo más de lo mismo) puede romper con los viejos paradigmas que aquejan la oposición. La claridad en los planteamientos, resultado del análisis informado y certero, le ha dado gran capacidad de convocatoria. Con la misma claridad mostrada en esta iniciativa todavía muy discreta, pero aplicada a la estrategia, se puede transformar el fatídico 20 de mayo en el momento que rompe el nudo, que cambia la escena y que abre el camino para desmontar la fábrica de la violencia y liberar a Venezuela.

Georg Eickhoff es Doctor en Historia Moderna. Vivió en Caracas de 2008 a 2013. Fue testigo de la creación de la Mesa de Unidad.