El fin de la tiranía de Maduro, por María Corina Machado

El fin de la tiranía de Maduro, por María Corina Machado

Venezuelan opposition ex-congresswoman Maria Corina Machado, gestures as she speaks during an interview with AFP in Caracas on November 23, 2017. Venezuelans headed to the polls Sunday for mayoral elections that the opposition is boycotting amid an economic crisis, giving President Nicolas Maduro's party a clear path to victory. "They are not elections, but adjudications," Machado told AFP, adding that voting would mean recognizing  the Constituent Assembly and thus constitute a "betrayal" of the 125 people killed this year in four months of anti-government protests. / AFP PHOTO / FEDERICO PARRA / TO GO WITH AFP STORY by ALEXANDER MARTINEZ
Maria Corina Machado. AFP PHOTO / FEDERICO PARRA / TO GO WITH AFP STORY by ALEXANDER MARTINEZ

A la tiranía de Maduro se le cayó la máscara, está acorralada y fracturada, pero sigue en el poder. Todavía faltan cosas por hacer para sacarla definitivamente y comenzar la reconstrucción de Venezuela.

¿Sobre qué base se sostuvo el régimen durante casi 20 años? Sobre cinco pilares: i) Un sinfín de recursos por los ingresos petroleros y las actividades ilícitas, ii) La legitimidad derivada del apoyo popular –real o percibido–, iii) La tolerancia y complicidad de la comunidad internacional, iv) El sistema de mafias que infiltraron todos los sectores de la sociedad y v) Las Fuerzas Armadas.

Hoy las cosas han cambiado. El país está arruinado y la empresa petrolera estatal, Petróleos de Venezuela S.A., está quebrada. Casi el 90% de los venezolanos repudia a Maduro y la comunidad democrática internacional por fin se decidió a actuar con firmeza para promover un cambio en Venezuela. Al régimen solo le queda el respaldo de las mafias y una parte, minoritaria, de los militares. Estos últimos dos pilares también están siendo debilitados cada día que pasa por las sanciones internacionales dirigidas a los culpables de la corrupción, el narcotráfico y la violación de los derechos humanos.





Sin embargo, la lógica de un régimen criminal como el que está en el poder en Venezuela es ganar un día a la vez, aunque con ello solo aumenten la destrucción del país, el número de muertos, y el peso posterior de la justicia sobre los culpables. Para esto, la farsa de los procesos de diálogo, que comenzaron en abril del 2014, hace casi cuatro años, les resultó muy útil. Por eso, el narcofraude convocado para mayo –que de ninguna manera se puede aceptar como un proceso electoral legítimo– en su lógica criminal, también les sirve. Somos nosotros los que no podemos caer en esta trampa.

Los venezolanos y el mundo sabemos que el proceso ordenado por la Asamblea Nacional Constituyente –que ha sido desconocida y rechazada por más de 50 países y organizaciones del mundo– no es una elección. La razón no es la corrupción del sistema electoral ni el megafraude ya cantado. El motivo principal es que este proceso es una imposición de la constituyente que no reconocemos; ni a ella, ni a ninguna de sus decisiones. Pueden posponerlo todo lo que quieran; la situación no cambia. Acatar cualquier llamado de la constituyente es inaceptable.

Para nosotros, los ciudadanos que no nos rendimos y estamos organizados en la alianza Soy Venezuela, lograr el cambio es más urgente que nunca. La secuencia de los hechos será primero el quiebre de la dictadura, de inmediato un gobierno de unión nacional en la transición, que procederá a construir un sistema electoral confiable, y entonces, la realización de elecciones limpias y libres.

Artículo publicado en El Comercio