Frente amplio: ¿Lobos para el hombre o paguroideos? por Miguel Fontán

Frente amplio: ¿Lobos para el hombre o paguroideos? por Miguel Fontán

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Las sociedades que no aprenden no evolucionan y me atrevo a considerar, que tampoco se estancan, sino que terminan retrocediendo a un estado anárquico de naturaleza por el desgaste que supone la vida en movimiento, para hablar en clave de los materialistas como Hobbes.

Los tiempos actuales que vivimos en Venezuela son harto ilustrativos para entender aquella famosa frase que inmortalizara Thomas Hobbes en el Leviatán homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre), dado que aquí el ciudadano que lucha por la libertad y por la dignidad humana debe resistir a dos feroces grupos de lobos: (i) el que nos somete, nos acorrala y nos obliga a vivir en la más aberrante miseria; y (ii) el que, menoscabando la función política de la representación, nos obliga cuales kapos* a someternos a la crueldad del primer grupo.





Sabemos por las experiencias electorales de los años 2013, 2015 y 2017, que el régimen actual no saldrá por votos, así que cualquier esfuerzo por presionar, o mejor dicho, implorar elecciones mínimamente competitivas, constituye una súplica infructuosa y supinamente infantil que desconoce la lógica de cómo opera el poder cuando está secuestrado por un grupo de maleantes.

Toda acción política que procure la salida del régimen a través de un medio democrático como el voto, no sólo es ingenua, sino que sirve de soporte para que los “lobos” se disfracen de ovejas. O peor aún, se disfracen de representantes políticos en procura de nuestra libertad, cuando en realidad son individuos que trafican con nuestras esperanzas para alcanzar sus fines bochornosos e inmorales.

En este sentido, cualquier iniciativa que pretenda buscar la salida de este régimen mediante vías democráticas, se encontrará con dos imposibilidades: (i) la arbitrariedad de un régimen que tiene la fuerza brutal para quedarse el tiempo que le dé la gana en el poder y (ii) la convivencia con individuos que ocultan sus intereses despreciables de dejar todo como está, pues ello también le permite privilegios que de otra forma no tendrían. Sin mencionar a aquellos que fueron culpables de delitos terribles contra sus conciudadanos y quienes los justificaron sin ningún pudor, que pretenden aminorar su carga moral y penal aliándose a estas iniciativas.

De allí que hoy más que nunca, es indispensable servirnos de la razón para actuar, como decía Kant. Y servirnos de ella significa, revisar de manera crítica nuestras experiencias políticas vividas hasta ahora para convertirlas en conocimiento.

Seguir intentando la política con los mismos de siempre, ocupando el lugar de siempre y haciendo lo de siempre, no tiene ningún sentido. Sobre todo, si hacemos una revisión crítica de sus actos después del 16 de julio de 2017, cuando la dirigencia opositora en pleno, recuérdese bien, ¡en pleno!, se reunió en torno a la MUD y a su idea electoral de salir del régimen. Ese día, el día de la consulta popular, se formularon 3 preguntas, de las cuales sólo una -la última- dependía de la acción y voluntad política de los diputados de la referida alianza electoral, conforme a sus atribuciones legales.

¿APRUEBA que se proceda a la renovación de los Poderes Públicos de acuerdo a lo establecido en la Constitución y a la realización de elecciones libres y transparentes, así como a la conformación de un Gobierno de Unión Nacional para restituir el orden constitucional?

El pueblo habló, mejor dicho, ordenó a la dirigencia opositora, con mayoría de 2/3 en el parlamento a actuar… Y la dirigencia opositora en torno a la MUD no sólo no actuó, sino que no renovó siquiera a los rectores del CNE. Este fue el momento de la ruptura moral, tanto de la protesta que se gestaba en la calle, como la que permitía la identificación y afinidad con los representantes políticos. Gente de buen corazón, gente de dudosa convicción democrática y gente afín con la idea totalitaria del chavismo, quedó mezclada en una salsa que en la carta recibe el nombre de MUD.

A consecuencia de este fracaso y de la indigestión profunda que provocaba el consumo de cualquiera de sus ideas, la MUD fue perdiendo legitimidad, al mismo tiempo que en la Asamblea Nacional los propios diputados opositores renunciaban a su deber político de discutir, aunque sea, proyectos de ley. El fallido diálogo fue la culminación de la obra colaboracionista, disfrazada de lucha por la libertad.

Los días transcurrieron y pese a la opinión de algunos analistas políticos a quien respeto, la MUD no se acabó, se dejó ver cómo es: el caparazón que esconde a los individuos que desde el 2004, quieren ser los únicos representantes de la oposición. Es decir, la MUD no era más que la concha de lo que metafóricamente podemos llamar un paguroideo*.

De ahí que, cuando revisamos la historia opositora al régimen de Chávez y ahora de Maduro, vemos muchas caras conocidas que no quieren dejar el protagonismo. Encontramos un gigante paguroideo que se conforma de manera colectiva y que se hace de las conchas vacías que dejó el régimen cuando mató la democracia.

En mi metáfora, el paguroideo apareció por primera vez en la Coordinadora Democrática, luego se refugió en la Mesa de la Unidad Democrática ¡dos veces! y ahora reaparece en el Frente Amplio Nacional por la Lucha y Defensa de la Democracia.

Al igual que la palabra “democracia” se va alejando al final de la oración con cada bautizo unitario de la representación política, la libertad también lo hace cada vez que la propuesta política para salir de este régimen es la vía electoral. Pues como hemos señalado antes, el sistema político está totalmente controlado por el régimen, sin posibilidad institucional alguna para garantizar la voluntad del elector.

Sin duda alguna los momentos nos exigen unidad, ¡pero no cualquier unidad!, sino una unidad liderada por una representación política que tenga no sólo el objetivo principal de separar al régimen del poder (considerando además que por más unidos que estemos no podemos solos), sino también que sea una referencia moral, que impida siquiera la sospecha de estar traficando con nuestras esperanzas para satisfacer apetencias personales. Y eso, estimado lector, a mi parecer es difícil que lo consiga el Frente Amplio Nacional por la Lucha y Defensa de la Democracia. Nombre por demás nefasto.

Dicho lo anterior, quienes quieran liderar este momento político considero deben actuar en función de: (i) separar al régimen del poder aglutinando fuerzas a lo externo que nos ayuden a restituir la democracia; (ii) articular las cientos de protestas que ocurren mensualmente; y (iii) estar dispuestos a desplegar acciones políticas en el exilio o la clandestinidad porque, de ser efectiva su actuación, el régimen los perseguirá y encarcelará.

El liderazgo en primera fila para restituir la democracia, debe relegar a un segundo plano los videos y las proclamas de tarima y establecer una ruta política que se inicie con los resultado de la consulta popular del 16 de julio de 2017, para lo cual debe conformarse un gobierno de transición que se articule con aliados internacionales y sectores de la sociedad civil venezolana que lo conecten con las urgencias de la sociedad, y de esta forma asegurar la capacidad de enfrentar al régimen en el terreno que éste prefiera.

En conclusión, quien quiera liderar debe asumir ya el reto de hacerlo y actuar, de lo contrario, seguiremos hablando de paguroideos por mucho más tiempo…

* Los kapos eran prisioneros judíos de los campos de concentración nazis, que gozaban de la confianza de la SS porque los ayudaban a someter a sus propios compañeros.

* Es el nombre del crustáceo que comúnmente se conoce como cangrejo ermitaño, el cual va aprovechando las conchas vacías de otros crustáceos a medida que va creciendo.

Miguel Fontán Ingeniero Industrial cautivado por lo público y lo político. Doctorante en Ciencias Políticas, interesado por la complejidad de la interacción de los seres humanos y su lucha por el poder. En twitter es @MiguelFontan

Publicado originalmente en La Cabilla