José Manuel Rodríguez: Descomposición aguas abajo

José Manuel Rodríguez: Descomposición aguas abajo

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“Aquel que gobierna por medio de su excelencia moral puede compararse a la estrella polar, que permanece en su sitio en tanto todas las demás estrellas se inclinan ante ella”
Confucio





Somos testigos de la descomposición social que ha venido acorralando a los venezolanos en estos últimos años. Muchas veces he escrito al respecto, reflejando la avasallante inversión de valores que sufre nuestra sociedad. He hecho en esta humilde ventana un sensato llamado a la conciencia ciudadana para asumir las posiciones que como habitantes de este país nos corresponde desde el lugar que ocupamos para que cada uno aporte un ínfimo grano de arena que contribuya al restablecimiento de una sociedad con verdaderos valores humanos y cívicos.

¿Pero será que la causa de este despropósito social que vivimos en Venezuela, donde nada funciona, donde hay hambre, miseria y un infinito afán de lucro con la excusa de la supervivencia en tiempos difíciles, brotó por generación espontánea en el corazón de la ciudadanía?

Examino el problema desde mi punto de vista y me remito al concepto fundamental de la familia como punto de partida de cualquier proceso de integración. La sociedad sencillamente es el reflejo de los grupos que la conforman.

En una familia existe “una cabeza”. En su mayoría un padre que tiene la responsabilidad de ser el eje fundamental. Entre sus responsabilidades está el velar por la prosperidad de esa generación; ser su proveedor, guardián y protector, educarlos y guiarlos, ser garante de que se cumplan las normas establecidas dentro del hogar y en la sociedad por parte de los suyos.

Cuando este líder falla y su comportamiento es censurable, se complica el tejido familiar. Si el padre es un irresponsable que deja de velar por su hogar, por los bienes, derrocha el dinero de la alimentación, se convierte en un maltratador que consiente a unos y a otros reprime, es de esperar que su descendencia sea exactamente su reflejo.

Una nación funciona bajo el mismo esquema. “Las cabezas del estado” rigen los destinos de los ciudadanos, son los responsables del progreso, de la educación y de la salud, del cumplimiento de las normas y del buen funcionamiento del país. Cuando este orden se subvierte y lastimosamente son participes de desafueros, corruptelas, del odio entre hermanos, de incitar a la discriminación, y solo obedecen a sus intereses de poder, premiando la impunidad selectiva y la mediocridad, no es de sorprender que sus gobernados terminen actuando socialmente como aquellos hijos del padre maltratador, siguiendo su ejemplo y creando una sociedad anárquica y víctima del caos.

Sin duda la crisis moral ha permeado aguas abajo.

José Manuel Rodríguez

Analista /Asesor Político

@joserodriguezasesor

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