Alfredo Maldonado: El chavismo no llegó para quedarse, siempre estuvo allí

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Es historia vieja, la de la frase atribuida a Goebbels “miente, que algo queda”, con los políticos inflando el “miente” con “ofrece” o “promete”. La frasesita en realidad es tan vieja como la historia, la han tenido como guía siempre los políticos y dirigentes de grupos sociales al menos desde aquellos griegos demócratas, filósofos y ya políticos.

Mentir es hablar de democracia, libertad y elecciones en tiempos de dictadura, tanto como hablar de distribución justa de las riquezas y de justicia social en tiempos de sistema democrático. Mentir para que algo quede es cuando los tiranos hablan de justicia, paz y seguridad para el pueblo, y cuando los demócratas hablan de conquistar espacios para defender al pueblo.





No es cosa nueva, ese chavismo que dirigentes de la masa populatio vulgaris (en buen latín “populatio” en realidad no es “pueblo” sino saqueo o devastación por el pueblo, aclaremos) alimentan con insistencia y engañan con programas y frases que reciclan y repiten pero poco cumplen, no lo diseñaron ni Hugo Chávez ni Nicolás Maduro ni siquiera Diosdado Cabello o Henri Falcón, sólo le cambiaron el color.

Desde que Bolívar le prometió al mestizo Petión (que no era negro sino hijo de negra afrodescendiente, francés blanco y educado en París) liberar a los esclavos, y Páez ofreció a los llaneros sin dinero ni esperanzas que se quedaran con los caballos y sillas de montar que pudieran conquistar –“arrebatar” a lanzazos y machetazos- por sí mismos, los líderes siempre han mentido a las masas venezolanas que, cosas de su forma de ser y de haber sido formados en esperar todo de un poder mayor, llámese Dios, Gobierno o “el partido”, los venezolanos seguimos deseando y en consecuencia esperando. Los políticos no han hecho más que decir más pomposamente lo que queremos oir, que somos víctimas porque tenemos problemas. Rezamos o votamos o ambas cosas, siempre esperando, un ser superior, sea Dios, San Judas Tadeo o un compañero o camarada jefe que nos resolverá el asunto, la necesidad, el problema.

Boves había prometido venganza por los atropellos con caballos, sillas de montar y las virginidades de las hijas de los ricos, Páez sólo dejó que el sueño salvaje siguiera. De hecho, sigue, sólo que modernizado y moderado.

Curiosamente, el único mandatario venezolano que prometió y cumplió fue Gómez, que ofreció paz y tranquilidad y la estableció y mantuvo treinta años, aunque para ello tuviera que encarcelar y torturar a parte del país. Gómez no sólo prometió, atemorizó a todos excepto a la muerte, que lo atrapó finalmente en su cama de enfermo.

Pérez Jiménez prometió mucho en su aburrido tono militar monocorde, e instauró la rareza de informar lo hecho en vez de prometer lo por hacer. Lo derrocaron, y no discuto los buenos motivos de quienes entonces lo lograron, quienes siempre han tenido oídos abiertos, fe fresca y después paciente y aguantadora resignación para los que saben –sólo eso saben, por eso después son deficientes ministros- mentir para que algo les quede.

Desde 1959 sólo he escuchado quejas de que los partidos democráticos no construyen como lo hacía Pérez Jiménez, y es cierto, pero los electores siguen votando por ellos y sus mismas promesas. Educación, trabajo, salud, vivienda, ésas que los políticos con estudios llaman “necesidades sentidas de la población” son la guías para las promesas. Guías, no obligaciones.

Pero el problema no está realmente allí. Está donde ha estado como mínimo desde que Venezuela dejó de ser agricultora, ganadera, artesanal, palúdica y pobre, para transformarse en petrolera, rica, saludable y con gasolina regalada. En que los tiranos, líderes, militares constructores, políticos honestos, comunistas y derechistas, todos han dado el mismo mensaje: eres pobre en un país rico y egoísta robado por los imperialistas, nosotros/yo te voy a dar la parte de riqueza que te corresponde y te ampararé del robo extranjero.

Es decir, desde la fecha que a usted le apetezca a comienzos del siglo XIX hasta la primera parte del XXI, la dirigencia ha hecho lo mismo: ha ofrecido mucho y repartido algo de pescado, pero nunca ha entregado cañas de pescar diciéndole a la gente anda y aprende a pescar, que eso es lo que vas a comer y con lo que vas a poder vivir.

Ése es el hoy llamado chavismo, en otros tiempos tuvo otros nombres, el resultado es el mismo. Una clase dominante que habla, una mayoría dominada que escucha y espera. Fue lo que Chávez recogió y usó, no lo que creó.

Tampoco inventó nada, ignorante de la historia sólo copió los errores de los que lo halagaron más y en español, y los trajo a Venezuela convencido de que eran suyos. En Cuba los Castro cometieron los mismos errores que copiaron de Mao, Stalin y sus maestros, acabaron con el azúcar y la iniciativa de uno de los pueblos más dinámicos de América, y en Venezuela Chávez, Maduro y sus seguidores cometieron los mismos errores que copiaron de Fidel y Raúl Castro, acabaron –siguen empeñados en eso, no han terminado- con el petróleo y la tranquilidad de uno de los pueblos más ricos de América.

Socialismo, comunismo, chavismo, izquierda, es el mismo fracaso con disfraz diferente, no hay dos payasos iguales pero todos hacen los mismos chistes.