Griselda Reyes: Venezuela nos necesita

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Hay muchos motivos para seguir construyendo y apostando por Venezuela. No veamos los resultados del domingo como una derrota sino como un aprendizaje. En la vida se gana o se aprende, nunca se pierde.

A pesar de las adversidades tenemos la obligación de seguir en pie de lucha. Nadie dijo que iba a ser fácil.





El pasado domingo me expresé en las urnas electorales porque considero es la única vía constitucional y no violenta, para salir de un régimen como el que nos oprime. Creo que abstencionistas y pro votos tenemos un mismo objetivo: salir de Nicolás Maduro y del modelo de retroceso y desastre que representa. Sin embargo, la abstención fue una herramienta fuerte.

No soy experta en la materia, aunque con la cabeza un poco más fría después de esta corta pero intensa campaña electoral, he tratado de analizar lo que pasó el domingo.

De acuerdo con las cifras manejadas por el CNE, en las elecciones del pasado domingo sólo participaron 48% de los venezolanos inscritos en el Registro Electoral. Esto quiere decir que 52% no lo hizo, más de la mitad.

De acuerdo con las cifras del CNE, sólo 29,9% de un Registro Electoral de más de 20,5 millones de electores, votó por Nicolás Maduro, es decir, fue “reelecto” por la minoría: sólo 3 de cada 10 venezolanos votó por él y así fue proclamado por el CNE para un período de seis años más.

Esto nos indica entonces que el 70,1% restante de los ciudadanos habilitados para votar o no lo hizo o se expresó en menor proporción por alguna de las otras tres opciones.

La abstención. Palabra tan manida y a la vez tan degradada, por defensores y detractores en las últimas tres semanas.

¿Por qué el venezolano, que ha batallado a lo largo de los años contra el chavismo y madurismo, renunció a un derecho constitucional que, de ejercerlo en mayoría, habría cambiado el rumbo de los acontecimientos?

En mi humilde opinión hay varias cosas que tomar en cuenta:

1. Se perdió toda credibilidad en el árbitro electoral. El ente colegiado que negó en 2016 el referendo revocatorio del mandato presidencial, alegando primero la falta de tiempo para activarlos y después de nueve meses de obstáculos que fueron salvados una y otra vez por la oposición, se escudó en tribunales civiles para dejar sin efecto la convocatoria, aprobó en 2017 a instancias del Psuv, el llamado a elecciones para una Asamblea Nacional Constituyente fraudulenta en tiempo récord. En tiempo récord también le dio el visto bueno a la convocatoria que desde la ANC se hizo a las elecciones regionales (ya vencidas) y a las municipales. Pero el premio a la rapidez, se lo llevó el CNE con la convocatoria a elecciones presidenciales, también a petición del Psuv, primero para el mes de abril y luego para mayo de este año.

2. Se perdió toda credibilidad en las organizaciones políticas que hasta el año pasado representaron a la oposición. Partidos representados en la Asamblea Nacional legítima, convocaron en 2017 a protestas en todo el país por un golpe de Estado judicial que les arrebató funciones estipuladas en la Constitución vigente. Cuatro meses de batalla en las calles, avenidas y autopistas del país dejaron un saldo rojo de más de 120 muertos, miles de heridos y centenas de presos políticos, para a finales de año, y ante la mirada estupefacta de gran parte del país, sentarse en una mesa de negociaciones con el gobierno, instancia que no derivó en acuerdo alguno. Pero aún más sorprendente es que esos partidos, a sabiendas de que venía una contienda electoral porque voceros del gobierno ya la anunciaban, se quedaron de brazos cruzados y no diseñaron una hoja de ruta para enfrentar la elección presidencial. Las inhabilitaciones de organizaciones políticas y de potenciales candidatos, no eran excusa para no hacer nada.

3. Se perdió toda credibilidad en un gobierno que dilapidó los recursos públicos y ahora somete a toda una población a través del hambre y la necesidad, el terror y la impunidad. Con Chávez se gastaron miles de millones de dólares en campañas, aportados por la industria petrolera, para garantizar su triunfo electoral. Ese gobierno manirroto no se conformó con los generosos precios del petróleo, sino que endeudó a la República como no se había hecho antes. Con la llegada de Maduro al poder, no sólo se desplomaron los ingresos por la caída de los precios del petróleo, sino que se fortalecieron la corrupción y los controles de precios y de cambio que mantienen al país en la peor ignominia. Hoy a ese gobierno, sostenido por los militares, no le quedan más armas que el terror, la amenaza, la extorsión, la intimidación, para mantener el poder.

4. Se perdió la credibilidad en las instituciones del Estado hoy partidizadas y politizadas. La mayoría de los venezolanos no cree en los poderes públicos que, desde tiempos de Chávez, perdieron su autonomía, pero que con Maduro ya no guardan las formas.

Tenemos muchos años recibiendo humillaciones de parte de funcionarios que ocupan cargos de poder porque, lamentablemente como ciudadanos, no hemos sabido o querido elegir a los más aptos, más allá de lo que dictan las vísceras.

Y ante este panorama gris, casi negro, que se otea, llegó el momento de entender que hay que dejar los egos y los intereses personales de lado.

Venezuela habló el 20 de mayo y el que tenga oídos que oiga.

Los partidos políticos de oposición no pueden atribuirse la “victoria” de la abstención, porque de alguna manera el no ir a votar fue una manifestación de rechazo a quienes cometen dislates y ofrecen discursos incoherentes. En los partidos de la MUD – Frente Amplio se perdió el foco, hasta el punto de que sus voceros enfilaron baterías contra quien decidió alzar la bandera y participar en la jornada electoral con una propuesta real de cambio para el país: Henri Falcón. A los amigos de los partidos de oposición que ahora quieren pescar en río revuelto y adjudicarse el “triunfo”, les pido mirar a los lados y no solo hacia sus ombligos.

Nicolás Maduro no puede atribuirse la “victoria” de la votación, porque menos del 30% de los venezolanos habilitados para expresarse en estos comicios, le brindó su apoyo. Maduro se vende como el más votado en toda la historia, pero ser votado con el 62% del 48% de la población que sufragó no es triunfo. Maduro y su gente deben hacer una introspección, dejar de lado la soberbia y entender que un país entero lo rechaza y que quienes votaron por él lo hicieron, algunos por convicción y otros, la mayoría me atrevería a decir, por miedo a perder beneficios.

Miremos alrededor y conectémonos con la realidad, con esos estudiantes de primaria, bachillerato y universidad que abandonan sus aulas de clases porque no tienen qué comer ni cómo trasladarse hacia sus centros de estudio.

Miremos alrededor y conectémonos con esos venezolanos que cada día escarban la basura para buscar algo qué comer; con los padres que sufren porque no tienen que llevar a sus casas; con los pacientes de enfermedades crónicas que no tienen expectativas de vida porque al Ministerio de Salud ni al Seguro Social les interesa importar los medicamentos que les urgen para su sobrevivencia; con los venezolanos que no ganan para comprar siquiera medio cartón de huevos; con los compatriotas que abandonan el territorio a diario por centenas buscando un porvenir en países extraños.

En Venezuela, hoy son más los necesitados que los que tienen cómo comer o resolver medianamente sus problemas. A quienes pueden hacer mercado hoy y cubrir sus necesidades (muchos por las remesas que envían sus familiares desde el extranjero), les pido que abran su mente y su corazón y dejen la mezquindad.

El domingo no “ganaron” los abtencionistas, el domingo perdió Venezuela y ese es el aprendizaje que debemos sacar de todo esto.

Son muchas las necesidades que hay en el país, pero son muy pocas las personas capaces de dejar el orgullo, el odio y la competencia a un lado.

Nadie tiene la verdad absoluta en sus manos. Ni los del gobierno ni los de la oposición. Tenemos que aprender a ser objetivos y a discernir la lección de este evento. La crítica constructiva, la que aporta, la que construye es bienvenida; la crítica destructiva, la que se usa para dañar, denigrar y vejar al ser humano que piensa distinto a ti, es rechazada.

Yo seguiré luchando desde mi campo de acción. Como presidenta de la fundación Gente en Positivo me mantendré en las calles, en las zonas populares y rurales, intentando construir país a través del fomento de valores y principios.

¿Que todos hemos tropezado? Sí. Pero debemos levantarnos y seguir adelante haciendo los correctivos que correspondan. Todos, absolutamente todos los venezolanos, tenemos algo bueno que aportar. No nos desgastemos destruyendo al otro que piensa distinto, utilicemos esa energía en construir, en hacer aportes positivos.

Joseph Joubert decía “Usted no puede evitar que los problemas golpeen a su puerta, pero no hay necesidad de ofrecerle una silla”, pero lamentablemente hay quienes no solo le ofrecen la silla sino que le sirven la mesa y le ofrecen las tres comidas al día. Hoy les pido que le abramos las puertas a la esperanza y la fe y las invitemos no solo a pasar sino a quedarse en casa.

Venezuela nos necesita unidos en la esperanza de que vamos a ver un nuevo amanecer. No será fácil, no generemos expectativas falsas, pero los vamos a lograr si permanecemos fortalecidos en la fe y el amor. ¡Quien quiera construir país conmigo, lo invito a seguirme!

¿@greyesq