William Anseume: Elecciones allá y fraude acá

William Anseume: Elecciones allá y fraude acá

William Anseume

¿Alguien objetó el proceso comicial colombiano? Nadie. Ni ellos ni país alguno en el mundo. Un proceso transparente, que debió sorprender a nuestro Consejo Nacional Electoral, debido a que los ciudadanos colombianos pudieron percibir en tiempo real como iba la cosa del conteo, luego los resultados se entregaron en un momento cercano a la inmediatez, sin ocultamientos de cifras, ni de papeletas, ni de actas, sin la lamentable frase del poder orquestado que dice de la irreversibilidad de los resultados. Se lucieron pues, para desgracia de los “administradores” de nuestras “elecciones”, tan adosados inocultablemente al poder. Ese modo de hacer las elecciones en Colombia desenmascara crudamente nuestra realidad electoral en todos los sentidos. Cifra la diferencia entre una democracia que respeta a los individuos que la integran y la dictadura que ennegrece lo tocado y lo embadurna de su asquerosa necesidad protectora del poder “eterno”, a lo Cuba.

Atónitos, muchos venezolanos allá y aquí, presenciaron un acto, donde no hubo intercambio de voto por bolsa de alimentos, por oferta de casa equipada, por electrodomésticos inalcanzables. No vimos en las de allá punto rojo alguno con carnets de patria escaneados, ni funcionarios públicos obligados a ejercer el voto porque si no sale el coco y pudieras ni siquiera comer más. Lamentablemente nos toca ver con envidia, no sé si sana, cómo se ejecuta una votación libre, a lo lejos, en un país vecino, donde la gente come a diario sin mayor angustia, sin la dominación enviándote la bolsa con los ingredientes que selecciona malamente para tu alimentación.





De allí que causa extrañeza apreciar la respuesta ante los planteamientos tan serios de la Comunidad Europea. El gobierno venezolano tilda de injerencista y de hostil al Consejo de Asuntos Exteriores de esa Comunidad. Del mismo modo, reprocha que ese organismo multilateral se atreva a “cuestionar el proceso electoral venezolano”; señala que fue “… reelecto por amplia e incuestionable mayoría de votos el Presidente Nicolás Maduro” y remata el comunicado señalando a la Comunidad Europea por su “subordinación a la errática política exterior de la Administración de Donald Trump”.

Estupendos estuvieron los diez planteamientos de esa Comunidad Europea, entre los cuales destacan el hecho de no haber permitido la participación en igualdad de condiciones de todos los partidos políticos, que las elecciones no fueron ni libres ni justas, que deben liberar a los presos políticos, que deben atender el hambre y, supongo que por decencia diplomática, no por otras razones, piden el ejercicio de unos nuevos comicios. Todo ello para expresar limpiamente su desconocimiento a ese proceso que tiene a Maduro guindando sin ser.

Si las elecciones hubieran sido incuestionables, nadie las señalaría ni aquí ni allá, no serían repudiadas por ilegítimas aquí y allá; tal vez la gente hubiera salido a celebrar como cuando se hacían eventos de este tipo en democracia, el triunfo de su candidato; si no fuera un sometimiento rígido, tenaz, por la dictadura. No fueron elecciones y el mundo da cuenta de ello, porque el mundo lo sabe, como nosotros. Ahora viene el maquillaje: soltando unos presos y atajando a otros, impidiendo la ayuda humanitaria…

Tal vez con la decidida ayuda externa de estos entes multilaterales o países hermanos, podamos volver a conocer con nuestro esfuerzo descomunal y continuo lo que establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos en cuanto a que: “La voluntad del pueblo es la base del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas…”

En Venezuela no sólo queremos y luchamos, con los hermanos del mundo que nos ayudan en eso, por elecciones libres sino por obtener la definitiva libertad, hacia allá debemos continuar enfilando denodadamente todas las baterías que nos sean posibles.

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