La Haya, playas y cultura tras su corazón político

Imagen de la playa de Scheveningen al caer el sol – R. Q.

 

En el imaginario colectivo, la ciudad holandesa de La Haya está asociada a la política y la justicia universal. No en vano es la segunda ciudad más importante para Naciones Unidas -por detrás de Nueva York y por delante de Ginebra-, sede del parlamento holandés y lugar de residencia y trabajo de su familia real, publica abc.es.

En La Haya se juzga a los grandes genocidas del mundo y se dirimen conflictos de calado internacional, pero su centro neurálgico cuenta además con grandes bosques, canales, una oferta cultural que nada tiene que envidiar a la de Amsterdam y una playa de ocho kilómetros que la convierte en uno de los principales destinos marítimos de los Países Bajos. Oculta tras su capa política, La Haya es una sorpresa para el viajero.





A menos de 30 minutos en tren del aeropuerto de Amsterdam, aguarda una ciudad en la que Rubens y Rembrant se mezclan con Historia, gastronomía, paseos en bici y días de playa.

 

La parte alta de la avenida Noordeinde acoge algunas de las tiendas más bonitas de la ciudad. – R.Q.

 

Empecemos por ahí, por la la playa de Scheveningen, situada a solo tres kilómetros del centro y a la que se llega por una vía plana que atraviesa bosques y puede recorrerse en bici o en uno de los tranvías que vertebran la ciudad -no lleva más de 15 minutos-.

Este verano la zona costera está de celebración ya que Scheveningen cumple 200 años como centro de ocio: en 1818, el armador Jacob Pronk edificó allí su primer complejo turístico, un edificio de madera en una duna próxima al mar. Décadas después, en 1884, se inauguró el Kurhaus, un hotel clásico famoso por su balneario, que han visitado personajes históricos y celebridades y que hoy sigue dominando el paseo marítimo.

Así, la zona se fue llenando de restaurantes, casinos, puertos deportivos e incluso un muelle con una enorme noria que saluda al mar.

La vida en la playa es parte fundamental de la ciudad. Puestos de arenques, escuelas de surf, restaurantes, atracciones infantiles… armados con sus cometas y sus tablas, muchos holandeses pasan allí sus horas de ocio. Una buena opción para sentirse como un local es comprar un bocadillo de pescado en Simonis -peculiar local que combina restaurante y pescadería con el producto más fresco de la mañana (hay uno en la lonja y otro en el paseo marítimo)- y pasar el día en la arena o sentarte en unos de sus chiringuitos para ver la puesta de sol sobre el mar.
De Rubens, a palacetes de lujo

Si quiere imaginar cómo fueron aquellos primeros años de Scheveningen puede adivinarlo en Panorama Mesdag, museo que acoge la panorámica de Hendrik Willem Mesdag, famoso pintor de la escuela de La Haya que dio forma a esta pintura de 14 metros de alto y 120 metros de circunferencia y que se observa desde una atalaya rodeada de arena de mar para crear la ilusión de estar en aquella costa de 1881. La visita merece la pena. Un secreto: no deje de preguntar por la parte baja y oculta de la instalación

Y es que si algo tiene La Haya es una destacada oferta cultural. Sobresale el Mauritshuis Museum, museo boutique en un palacio del siglo XVII que oculta joyas como ‘La joven de la Perla’ de Vermeer o ‘La lección de Anatomía del doctor Nicolaes Tulp’, de Rembrandt. Además, Rubens, Bruguell, Van Dyck… Todo en una localización impresionante: a los pies del lago Hofvijver -sí, un lago real- que ocupa el centro de la ciudad y junto al Parlamento holandés

Un poco más alejado del centro, en el Gemeentmuseum, joya arquitectónica en sí mismo, podrá disfrutar del mejor Mondrian, con su mítico Victory Boogie-Woogie como obra estrella, y admirar las ilusiones ópticas de Escher en Escher in the Palace, museo situado en el antiguo palacio de invierno de la reina madre Emma, e incluso jugar a formar parte de ellas en las instalaciones que aguardan en la segunda planta.

Alrededor de este museo destaca una avenida arbolada que recuerda a la berlinesa Unter den Liden con un mercadillo de antigüedades, restaurantes y puestos de comida al aire libre. No es la única gran avenida: en Noordeinde, en la que está ubicada el Palacio Real en el que trabaja el monarca -la bandera alzada dará pistas de que está dentro-, puede encontrar la mejor oferta en lujo, antigüedades, decoración, barberías, cafeterías chic como Lola Bar, mitad café mitad tienda de bicicletas….

Para terminar el día, podrá elegir entre cena y cóctel en la bahía o la elaborada oferta gastronómica de locales como Jamey Bennet, en el centro, para pasar después por Grote Markt, una plaza repleta de puestos al aire libre en la que pasar las noches de verano degustando cerveza artesana.
Capital de la paz

Y entre compras, cafés y museos, no hay que perderse la dimensión histórica y política de la ciudad, que la hacen única en el mundo con el famoso Tribunal de la Haya y el Palacio de la Paz, sede de la Corte Internacional de la Justicia, la Corte Permanente de Arbitraje, la Academia de Derecho Internacional. También están allí otros tribunales internacionales como el de Reclamaciones Irán-Estados Unidos, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y la Corte Penal Internacional. Todo pasa por La Haya.

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