Conoce la historia de fe del técnico de Croacia para llegar a la final

Conoce la historia de fe del técnico de Croacia para llegar a la final

Foto: REUTERS/Carl Recine

 

Zlatko Dalic nació el 26 de octubre de 1966 en Livno, ciudad que en aquel entonces pertenecía a Yugoslavia, pero que actualmente es parte de Bosnia-Herzegovina. Tras poner fin a una mediocre carrera como futbolista en el año 2000, comenzó a prepararse para ser entrenador y tras sumar experiencia en clubes de Croacia, Albania, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, fue anunciado en 2017 como director técnico del seleccionado croata.

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En ese momento, el combinado atravesaba una crisis. Tras el empate 1-1 de local ante el débil Finlandia, los dirigentes echaron a Ante Cacic y le dieron la confianza a Dalic. El panorama era complejo, tenía dos días de trabajo y para alcanzar el repechaje rumbo a Rusia debía vencer como visitante a Ucrania, que necesitaba sólo un punto.

El resultado fue un 2-0 a favor y en el playoff superó a Grecia 4-1, en el resultado global, para sellar el boleto mundialista de Croacia. Durante esos días de extrema presión, Dalic no dudó en confiar en Dios y aferrarse a sus creencias. Según él mismo contó en diálogo con el sitio Glas-koncila en diciembre de 2017, su fe fue clave para lograr la paz y conseguir el objetivo en medio de tanto escándalo.

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“La fe me da fuerza, siempre tengo un rosario en el bolsillo y rezo antes del juego. Doy gracias a Dios todos los días, porque me ha dado fuerza y ??fe, pero también la oportunidad de hacer algo en mi vida. Para mí y mi familia, la fe es extremadamente importante”.

En su infancia, Dalic era monaguillo: “Al lado de la casa de mis padres había un monasterio franciscano en Gorica. Antes, en un tiempo diferente, era monaguillo, era feliz de ir a misa, mi madre me enseñó y me dirigió a la fe. Soy un creyente todo el tiempo, y así crío a mis hijos. Todos los domingos intento ir a Eucaristía”.

 

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Por otra parte, reconoció en esa misma entrevista la importancia del apoyo de su familia y de su esposa, quien se encargó de criar a sus hijos mientras él trabajaba como entrenador en Asia: “Los niños crecieron sin mí, son personas hoy en día. Es posible que los extrañara cuando era más difícil, en la pubertad, pero mi esposa lo puso todo y los dirigió al camino correcto. Es en vano, si un hombre no tiene felicidad familiar. Agradezco a la familia por aguantarme a mí y a mi trabajo, y por quedarnos juntos”.

Más allá de que puede hacer historia con el seleccionado, su objetivo es ver a Croacia y Bosnia-Herzegovina unidas, no como nación, sino como pueblo, ya que las heridas que aún permanecen abiertas en los ciudadanos siguen impidiendo una convergencia firme entre ambas sociedades.

“Somos demasiado pequeños para dividirnos y pelear tanto, pero estamos lidiando con la historia, en el pasado, sin volvernos nunca al futuro (…) Es necesario trabajar en la coexistencia, no para repetir el pasado de la guerra, sino para ayudarse y apoyarse mutuamente”.

Ahora, Croacia jugará la final de Rusia 2018 ante Francia el próximo domingo, pero Dalic no estará nervioso ni preocupado, porque sabe que contará con un apoyo omnipresente, producto de años de devoción.