Adopta un profesor, por Juan Guerrero 

Adopta un profesor, por Juan Guerrero 

Desde que publiqué mi artículo, Humillar la academia (ver www.papelesagua.blogspot.com ) la cantidad de mensajes de solidaridad, desde todos los rincones del mundo, ha sido impresionante.

Cantidad de personas desconocían sobre la tragedia humanitaria por la que atravesamos la casi totalidad de los docentes-investigadores venezolanos. Hambre por falta de alimentos, falta de medicinas, vestimentas desgastadas y zapatos deteriorados son las huellas de los profesores venezolanos. Uno de ellos, Henry Sánchez, profesor del área de Matemática en la Universidad Nacional Experimental de Guayana, va a dar sus lecciones con cholas playeras y sudadera deportiva.





Ocurre también con la denuncia que hace el profesor Jhonny Boullón, docente-investigador de la Universidad de Los Andes (ver https://youtu.be/jYylYkqUpUk) director del Laboratorio de Formulación, Biología y Procesos, quien, con más de 25 años de servicios y ostentando la mayor jerarquía dentro del escalafón académico, apenas devenga un salario de 4 dólares al mes. –Son 48 dólares al año, según sus propias palabras.

En otras universidades, como en el Politécnico de Barquisimeto (UNEXPO) periódicamente los profesores y personal administrativo, deben hacer jornadas especiales para adquirir productos básicos en el mismo campus universitario. Allí, en medio de la Academia, el camión con pollos beneficiados, huevos y mortadela, se instala mientras los profesores hacen su larga y tediosa cola para comprar. Y esto no es cuento, es la historia del hambre en Venezuela.

Es la misma escena que se repite en casi la totalidad de las universidades venezolanas, republicanas, autónomas, democráticas y públicas. La humillación y muerte por hambre al docente universitario se está generalizando por una bien orquestada y planificada estrategia del régimen totalitario: intervenir la universidad sin necesidad de usar tanques, fusiles ni militares.

El régimen totalitario venezolano, por acción u omisión, permite el maltrato y desvalijamiento del campus universitario venezolano, que es evidente, notorio, público y comunicacional. Alarmante como en la Universidad de Oriente, núcleo de Cumaná. Allí el desmembramiento de su infraestructura es casi a diario. La misma comunidad de barrios cercanos se ha dedicado al robo nocturno del Alma Mater. Pocetas, aires acondicionados de los laboratorios, bombillos. Los cilindros de todas las puertas del pasillo de humanidades fueros sustraídos. Robo de barandas y protectores de ventanas.

Docentes como el profesor José Malavé, quien ha perdido más de 9 kilos, muestra en su humanidad las mismas huellas de su amada universidad. Nos han condenado a la tortura física, literalmente, para humillarnos y avergonzarnos.

En las aulas de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, núcleo Maturín, los robos en las aulas son casi semanales. En varias oportunidades los mismos estudiantes han tenido que enfrentar a los delincuentes para detenerlos y entregarlos a la policía.

La miseria en la universidad venezolana ha llegado y no precisamente por mano de sus autoridades o cuerpo docente, estudiantes o administrativo o de servicio. Ha sido el régimen que ha provocado este drama que ahora parece imparable. Porque al lado del tenebroso escenario que se vive en el campus universitario, se está levantando un fantasma de mayores dimensiones. Nos referimos al silencio, por vergüenza y mal comprendido sentido de la dignidad humana, en la actitud de gran parte de los docentes-investigadores.

Se prefiere soportar la humillación impuesta por el régimen y vivirla y sobrellevarla como condición del sacrificio de un pedagogo. En lo personal me niego a callar semejante tortura y violación de los derechos humanos básicos: alimentación, medicinas, seguridad personal, educación de excelencia académica. Son estos los derechos que todo ciudadano tiene por nacer libre y en una sociedad civilizada y democrática.

Ningún docente debe sentir vergüenza porque se le mencione por su nombre o se indique su padecimiento. Por el contrario, son maneras de torturas a las cuales estamos siendo sometidos, tanto docentes activos como jubilados en la totalidad de las universidades venezolanas.

Estas y otras razones me han llevado a crear una red de ayuda al docente universitario que bajo el HT #AdoptaUnProfesor inicié desde el pasado 5 de julio, Día de la Independencia de Venezuela.

Son al menos dos fases de este proyecto. La primera es de identificación del profesor y su emergencia. Luego, hacerle llegar una canasta alimentaria calculada a un mes. Esto incluiría parte médica, entre otras atenciones. Una segunda fase donde se solicitaría al docente la presentación de un esquema de trabajo para desarrollar una mini investigación, de acuerdo con su área de especialización, que duraría 6 meses con prórroga de 3 meses más. Esto tendría una cancelación mensual, especie de contraprestación de servicios. Al finalizar el estudio, redactaría un artículo que se enviaría a revistas arbitradas para su publicación. En una fase intermedia, se desarrollarían talleres, conferencias, cursos, congresos, entre otras actividades de difusión del proyecto y temas inherentes a las áreas de conocimiento del docente.

Son estas, en líneas generales las ideas que estamos buscando ampliar e incorporar otras de quienes se sientan identificados con este proyecto que busca maneras prácticas y efectivas para ayudar a los profesores universitarios en situación de emergencia, tanto alimentaria, médicas como en otros aspectos.

Si eres docente universitario, activo o jubilado, no te quedes en silencio. Juntar voluntades para producir conocimiento es la fuerza que nos dará la fortaleza para seguir adelante.

(*)  [email protected]   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1