Así funciona el ‘Clan del Golfo’, la mafia narcotraficante más grande de Colombia

Así funciona el ‘Clan del Golfo’, la mafia narcotraficante más grande de Colombia

El ‘clan del Golfo’ nació en el 2007 como las Autodefensas Gaitanistas, con el exjefe paramilitar ‘don Mario’ como jefe. Foto: Milton Díaz / Archivo EL TIEMPO

 

La nueva ley de sometimiento a la justicia podría desarmar a más de 4.000 personas que operan en poco menos de 300 municipios. Los grupos armados organizados que podrían someterse son el ‘clan del Golfo’, ‘los Pelusos’ o Epl, ‘los Puntilleros’ y los grupos desertores de las Farc. Quizás ‘la Oficina’ –antigua ‘oficina de Envigado’– podría entrar también en el modelo de sometimiento.

Por León Valencia y Ariel Ávila en el diario El Tiempo (Colombia)





El ‘clan del Golfo’ es tal vez la estructura clave de todo el engranaje criminal del momento. Por su poder, su forma de funcionamiento y su despliegue territorial, se ha convertido en la organización criminal más importante de Colombia. Desde el cartel del norte del Valle no había una organización tan poderosa. El ‘clan del Golfo’ nació ligado a la desmovilización paramilitar que se dio entre 2003 y 2006.

En el 2007, ‘don Mario’, quien había comandado el Bloque Centauros de las Autodefensas huyó hacía el Urabá antioqueño con aproximadamente 150 hombres, con el propósito de controlar las rutas del narcotráfico. Bajo el nombre de ‘héroes de Castaño’ nació lo que hoy conocemos como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc) o ‘clan del Golfo’.

En cuatro años, el ‘clan del Golfo’ logró vencer a ‘los Rastrojos’, hoy hace presencia en 257 municipios de los 1.122 del país, su máximo jefe es alias Otoniel, quién asumió el mando de la organización luego de que ‘don Mario’ fue capturado en el 2009 y Geovanny, hermano de ‘Otoniel’, fue dado de baja en un operativo militar.

El ‘clan del Golfo’ es una organización de tercera generación, es decir, funciona en red, con nodos territoriales y los mandos son reemplazables fácilmente. La primera generación es la tipo piramidal como los carteles: el cartel de Medellín es el mejor ejemplo. La segunda generación son las estructuras armadas como los paramilitares, donde los comandantes militares asumen el control de los mercados ilegales. La academia ha denominado la tercera generación como organizaciones criminales “rueda de bicicleta”: en el ‘clan del Golfo’, hay una mesa directiva de la organización, se compone de cinco personas. Cada una de ellas tiene asignado un territorio amplio. Luego viene una especie de figura que podría denominarse como socios, compuesto por cerca de 50 mandos. Cada mando tiene un territorio asignado y el territorio es el que determina su jefe en la mesa directiva.

Estos mandos contribuyen con dinero para la fuerza élite de la organización, a la que se le denomina Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Este ‘grupo de élite’ se encarga de la seguridad de los jefes y de las operaciones armadas en zonas de colonización o en disputa, como el caso del Chocó, en donde se encuentran en confrontación armada con el Eln.

En las zonas rurales donde se mueven los jefes operan como una estructura de tipo piramidal, así como en aquellas donde se enfrentan con el Eln. Allí los miembros de las Autodefensas Gaitanistas suelen ser vistos portando uniformes con la insignia de la organización y armas largas, mientras en las cascos urbanos, centros poblados y carreteras transitadas operan a través de los llamados ‘puntos’, quienes alertan la presencia de la Fuerza Pública, otros grupos, personas ajenas a la zona, entre otros. En el último año, las poblaciones de estas zonas aseguran que los ‘puntos’ o ‘campaneros’ están cambiando su forma de operar, asumiendo labores de relacionamiento con la comunidad y cobro de extorsiones.

 

 

Además, cada mando regional y subregional puede tener un ejército propio, generalmente compuesto de grupos juveniles violentos o pandillas. A estas personas se les llama ‘Urabeños’; son como un ejército de segunda, es el que utilizan en las operaciones territoriales de mercadeo y control de economías ilegales al menudeo. A esto se le denomina subcontratación criminal.

El ‘clan del Golfo’ a estos grupos juveniles violentos los atrae de dos formas. La primera es que asesinan al jefe de una pandilla y les envían un mensaje al resto de la banda para que comiencen a trabajar con la organización. La otra forma es que coopta tres o cuatro personas con historial delictivo y forman un grupo con vocación de expansión. Obviamente algunos de ellos ganan un sueldo: en el Pacífico colombiano se ofrece de 1’000.000 hasta 2’000.000 de pesos por persona que se vincula.

Un buen resumen de esto es lo que se vive en el bajo Cauca, norte y nordeste antioqueño. Estas regiones junto al Urabá se convirtieron en un importante bastión para la organización criminal. El accionar de las Agc se ha centrado en el control de las minas de oro; Segovia es ejemplo de esto, mientras que en las cabeceras municipales han subcontratado combos y pandillas locales, como el caso de ‘los Zorros’ en Valdivia.

En la misma región, las Agc han otorgado franquicias criminales para controlar territorios, este es el caso de ‘los Pachelly’, una banda criminal de Medellín perteneciente a ‘la Oficina’, presente en Briceño, Toledo y San Andrés de Cuerquía. Según fuentes locales, ‘los Pachelly’ también facilitaron la alianza entre Agc y carteles mexicanos, pues con su ayuda concretaron el negocio de la venta de una franquicia con la intermediación de alias Chepe a los mexicanos por 8.000 millones de pesos. Tanto el cartel de Sinaloa como el de Jalisco Nueva Generación tienen negocios con esta estructura.

Esta forma de funcionar les permite absorber los golpes de la Fuerza Púbica y adaptarse al territorio. Además, les permite cooptar narcotraficantes y criminales, asimilándolos en la estructura y así evitar guerras largas.

El ‘clan del Golfo’ ha logrado establecerse como un nodo dentro del mercado ilegal del narcotráfico. Trabaja con Sinaloa y con la competencia: el cartel Jalisco Nueva Generación, tal vez el más violento de México.

De hecho, con la dejación de armas de las Farc, y ante la posibilidad de un vacío de poder en la parte baja de la cadena del narcotráfico, los dos carteles mexicanos pactaron con el ‘clan del Golfo’ y la ‘oficina de Envigado’ para que pudieran entrar a zonas colombianas y comprar tierras de cultivos de coca, enviar cargamentos directamente y servir de mediadores en disputas criminales, además de dos franquicias.

Su portafolio criminal es amplio: la extorsión, minería ilegal, apuestas, producción y control de toda la cadena del narcotráfico, entre otras actividades, son su fuente de financiación, economías que se mezclan con economías legales. Su accionar delictivo varía de acuerdo al territorio.

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