La Verdadera Peste, por Rafael Acevedo, Luis Cirocco y Hugo Faría

El documental de Gustavo Tovar Arroyo, Chavismo: La Peste del Siglo XXI, nos induce a reflexionar sobre las causas relativas al advenimiento de Chávez. Para ello, analicemos el Gráfico 1 de este artículo, titulado “PIB real por habitante”. Se observa que, de acuerdo con la curva en color verde, la cual representa la evolución de PIB real por habitante de Venezuela, durante los siete primeros años de la década de los cincuenta, la economía venezolana crecía a una tasa alta, dada la elevada y creciente inclinación de esa curva verde. Concretamente, la tasa de crecimiento del ingreso por habitante, entre 1950 y 1957, fue del 5,1%. Es decir, en promedio, la tasa de crecimiento del PIB excedió a la tasa de crecimiento de la población en un 5,1%.  Esta alta tasa de crecimiento se observó en el país desde 1920, pero el repositorio de datos digital Penn World Table, nuestra fuente de información principal para este trabajo, no incluye data de Venezuela para años anteriores a 1950.





De acuerdo con el Gráfico 1 y siguiendo la curva verde, a partir de 1958, la tasa de crecimiento se desacelera de manera sustancial (nótese su mayor aplanamiento o sus menores pendientes), y la economía venezolana alcanza, en 1980, su máximo PIB por habitante del siglo XX. Específicamente, la tasa de crecimiento promedio para el período 1958-1980 fue del 1,18%, muy inferior a las que veníamos experimentando en las décadas anteriores. A partir de 1980, la evolución del PIB por habitante venezolano se inscribe claramente en una curva con tendencia descendente, la cual alcanza su valor más bajo en el año 2003. La tasa de crecimiento promedio de la economía venezolana durante el periodo 1980-1998 fue de 2,77% NEGATIVA. Es más, nuestra tasa de crecimiento para el periodo 1960-1998 fue de  MENOS 0.27%. En otras palabras, después de casi 40 años, el PIB real por habitante en 1998 era menor que el de 1960.

Por este (pobre) desempeño económico, Venezuela es conocida como un caso desastroso en la literatura especializada, diametralmente opuesto al de los casos milagrosos, de los cuales formábamos parte entre 1920 y 1957. Entre los países con data confiable, para el periodo 1960-2000, hubo en el mundo 16 casos desastrosos: 14 del África subsahariana, dos latinoamericanos, uno de ellos Nicaragua, que sufrió una guerra civil, y el otro Venezuela, donde no hubo guerra civil, pero si mucho petróleo con precios altos, particularmente durante la década de los 70 y por vez primera en nuestra historia. Observemos, que este desastre económico antecede a Chávez. Es decir, claramente Chávez no es responsable del desastre económico acaecido durante el período 1960-2000.

Llama la atención el caso de Hong Kong (curva de color rojo). El Gráfico 1 ilustra que en 1960 la economía de Hong Kong era sustancialmente más pobre que la venezolana. Sin embargo, hacia 1972, la economía de Hong Kong alcanza a la de Venezuela. Hong Kong, sin recursos naturales, situada en los trópicos (al igual que Singapur), con la misma cultura de los chinos de la China comunista y con una geografía menos ventajosa, es rica, mientras que China sigue siendo pobre. Un contraste en materia de riqueza aún mayor es el de Corea del Sur y Corea del Norte: la mayor diferencia radica en la naturaleza de las reglas del juego económico. Sobre este tema de las reglas del juego, conocidas en el argot económico como instituciones, escribiremos en la próxima entrega.

Una forma alterna de entender el exiguo crecimiento de la economía venezolana surge al analizar el Gráfico 2, titulado “PIB real por habitante de Venezuela como fracción del PIB real por habitante de los Estados Unidos”. Con la mirada puesta en el comportamiento de la curva en color verde otra vez, se nota que desde 1957 hasta 2003 hay una clara tendencia descendente, lo cual implica que el PIB por habitante americano, en el denominador, creció más que el PIB por habitante venezolano, en el numerador. Para el año 1957, nuestro PIB real por habitante equivalía al 50% del PIB americano; para el año 2003, el PIB venezolano representaba sólo un 17% del americano. Esta evidencia ilustra otra forma de ver nuestro desastre económico, porque economías maduras como la americana, en la frontera del conocimiento tecnológico, tienen un potencial de crecimiento inferior que el que tienen las economías rezagadas. El rezago inicial combinado con el universo tecnológico que se abre ante las economías que implantan reglas incluyentes del juego económico, más la existencia de socios ricos capaces de comprar la producción de las economías alejadas de la frontera, contribuyen a explicar el fenómeno de los milagros económicos, del cual nosotros formábamos parte. Este razonamiento también contribuye a entender el caso milagroso de Hong Kong. De acuerdo con el Gráfico 2, la economía de Hong Kong hoy en día tiene un ingreso por habitante igual que el de la americana. Un análisis similar de Singapur, basado en la misma fuente de datos que usamos para construir los dos gráficos iniciales, indica que los singapurenses son 1,7 veces más ricos, en promedio, que los americanos.

Obviamente, el alto crecimiento que experimentamos a partir del año 2004 se debe a los estratosféricos precios del petróleo. Estos colapsaron y nos encontramos en caída libre, en buena parte reforzada por las reglas de juego socialistas y la inmoralidad de la narcotiranía de Maduro, dirigida desde Cuba.

Vista esta evidencia, es difícil negar el efecto del pobre desempeño de la economía venezolana en la elección de Chávez en 1998 (con las reglas de la IV), en la escasa popularidad de AD y COPEI, en el no surgimiento de una vibrante y generalizada clase media, y en el aumento notable de la pobreza, documentado desde los años noventa por investigadores de la UCAB.  Recordemos que el órgano más sensible del ser humano es el bolsillo. Esto explica por qué Clinton le dijo a Bush: ¡es la economía, estúpido! Si la economía del país hubiera estado signada por la prosperidad, con una clase media pujante y una pobreza en vías de extinción, pocas dudas cabrían sobre la vigencia actual de AD y COPEI (if it ain’t broke don’t fix it), y las “escuálidas” probabilidades de un triunfo electoral de Chávez.

De modo que, aunque se ha exacerbado en los últimos 20 años, la peste que nos aflige es en realidad anterior a Chávez. Su manifestación se llama incapacidad para crecer a altas tasas sostenidas, algo parecido a lo que ha ocurrido en México, donde ya eligieron a su Chávez. En la próxima entrega, analizaremos sus causas, que en forma muy resumida se sintetizan en el colapso institucional que nos agobia, y que además es el paquidermo dentro de la sala que la gran mayoría de nuestras élites y analistas ignoran o quieren ignorar.

Nota final: para comprender mejor la historia económica de Venezuela, sobre la base de una visión de libertad económica, recomendamos leer el libro editado por EconintechCausas y Causantes del Desastre Económico de Venezuela”.