La dictadura en Nicaragua se impone. El régimen de Ortega y Murillo dominan las instituciones, manejan el país como su propia hacienda, no le rinden cuenta a nadie. Disponen de la vida de los ciudadanos, califican al igual que sus socios albistas o del foro de Sao Paolo, la protesta legítima, como actos de terrorismo, para poder aplastarlos.
Las últimas semanas han sido desastrosos para ese país que lamentablemente sabe lo que es una guerra interna, lo que es luchar y morir. Más de 350 muertos en este período. Acribillados, asesinados, muchos ejecutados de manera bárbara, las torturas bajo el mismo patrón que en Venezuela.
El pueblo se cansa, pero Ortega se afinca y ahora con el apoyo de Venezuela, anunciado por Arreaza durante un acto al que asistió en Managua en días pasados. Un apoyo que puede traer consecuencias muy graves. Internacionalizar el conflicto puede hacer regresar el país a épocas que se creían superadas, pero que Ortega y su gente tratan de revivir.
El anuncio de Arreaza es grave. Enviar tropas o asesinos paramilitares acostumbrados a matar en las protestas en Venezuela podría complicar más las cosas.
Es el momento de que se reflexione y se dejen las posturas populistas y canallas para defender con responsabilidad a un pueblo que es victima de atropellos y de persecución, de ajusticiamiento y de encarcelamiento, objeto de torturas, graves, horribles, como las que se han denunciado por los medios públicos los últimos días.
La OEA debe tomar nota de esta situación y adoptar las decisiones necesarias para evitar que se siga derramando sangre. El adelanto de la elección presidencial para marzo de 2019, bastante lejos, por cierto, podría ser una salida, pero el dictador se opone, aconsejado por el malandrismo criminal de Caracas y La Habana.
El Foro de Sao Paolo se pronunció desde La Habana para condenar el “terrorismo” en Nicaragua. Fácil decirlo desde una sala en la “Isla de la Felicidad”. Algunos no han dicho nada todavía, aunque comparten lo dicho en La Habana. López Obrador y Evo Morales no han dicho nada. Siguen con la defensa de la soberanía, esa que ya no existe como en épocas anteriores. Siguen defendiendo, a su manera y a su favor, la no injerencia interna, ese principio también evolucionado que no es el mismo de hace unas décadas.
Ojalá se reaccione y cuanto antes para detener la masacre, sacar al dictador y volver a poner a Nicaragua en el camino del progreso, por el que venía antes de que regresara al poder la mafia orteguista que ha saqueado al país, los negocios de la familia son públicos y muy bien remunerados.
Una prueba más para la región que una vez unida enfrentaba las dictaduras.