La transición electoral es violenta por @Claudiopedia - LaPatilla.com

La transición electoral es violenta por @Claudiopedia

Claudio J. Sandoval @claudiopedia

Bajo la actual legalidad chavista, la próxima elección presidencial tendría lugar el año 2024 o, en definitiva, cuando le venga en gana a la élite mafiosa que ejerce el poder de facto.

Esto significa que la salida electoral estaría cerrada por los próximos seis años y que enfocarse exclusivamente en esa ruta, descartando otras opciones, representa la garantía de que Maduro continuará destruyendo lo que queda de nación por seis años más.

Una pregunta necesaria, y que deben responder los proponentes de la tesis electoral como “única” salida, es la siguiente: ¿Cuál(es) escenario(s) concreto(s) propone(n): i. Esperar hasta el 2024 sin hacer más nada; ii. Presionar hasta lograr el adelanto de la elección presidencial?





El mito de la salida pacífica-electoral

La verdad histórica es que esta opción resultó más violenta y sangrienta que los golpes de estado ocurridos en el país en los últimos cien años. Como consecuencia de los episodios de protestas (2003, 2014, 2017) por la renuncia del presidente y el adelanto de elecciones que condujeron al referendo revocatorio de 2004 y a la sobrevenida elección presidencial en mayo de 2018, hubo más muertos y heridos que en el golpe del 58 o en el del 2002.

Por lo tanto, la propuesta electoralista -que inevitablemente incluye la protesta política como mecanismo de presión-, implica el conocimiento previo de que el régimen cuenta con asesinos y represores a su servicio que han matado y matarán a disidentes en el asfalto. Ergo, sugerir la protesta callejera de ciudadanos indefensos en la Venezuela de hoy es moralmente reprochable, frente a la propuesta de consentir la insurgencia de militares entrenados para vivir o morir en combate.

Conclusión, salvo que se excluyan las manifestaciones de calle, la transición electoral generaría costos en la población civil, lo cual no sería necesariamente el caso si el cambio de régimen ocurre en el marco de una operación militar.

La salida mediante el uso de la fuerza no siempre es violenta. El golpe de palacio que depuso al expresidente hondureño Manuel Zelaya en 2009 es un caso reciente de tipo de salida política coactiva pero no-violenta.

Mi postura es que en la actual coyuntura, la salida electoral ya fue agotada y no hay más remedio que acudir al uso legítimo de la fuerza. En ese sentido, creo que una operación comando como la ejecutada en Honduras es la más deseable porque, entre otras razones, no produjo costo humano que lamentar.

Otras propuestas de cambio de régimen por la fuerza incluyen la intervención humanitaria (Sierra Leona, 2000 y Haití, 1994-96), invasión (Normandía, 1944), operación de extracción (Panamá, 1989 y Haití, 2004), insurrección interna con posterior participación militar extranjera para expulsar a los cubanos (Granada, 1983), y arresto internacional de la elite chavista (por ilícitos en jurisdicción foránea –v.g. USA-, jurisdicción universal, Convención de Palermo y Estatuto de Roma).

Probabilidades de salida electoral vs. salida extra-electoral

Es tan improbable que el Narco-Estado adelante elecciones bajo condiciones democráticas como que China y Rusia voten a favor de una intervención humanitaria ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Consciente de la improbabilidad aparente de ambas salidas, últimamente estoy refugiándome en el campo cualitativo.

Me inclino por la salida extra-electoral porque es incierta. Paradójicamente, la incertidumbre me genera más expectativas frente a la certeza de que el sistema electoral venezolano no es confiable y de que no hay liderazgo electoral de ruptura dentro de la oposición oficial.

En otras palabras, en lugar de enfocarme en las variables que controla el régimen y cuyo desenlace conozco de antemano -como los resultados electorales y la inhabilitación de los principales candidatos opositores-, prefiero explotar aquellos flancos que están fuera de su control, como una posible rebelión a lo interno del chavismo, la insurgencia de una fuerza armada local o externa, juicios penales en Estados Unidos, entre otros.

El mensaje fundamental de mi artículo es simple: En Venezuela, la proposición de transición electoral no es más civilizada o moralmente superior que la salida por uso de la fuerza, en términos de costo humano. La evidencia empírica así lo demuestra.

Si hay una verdad absoluta en este debate es que a pesar de los patrones y factores causales encontrados en cambios de regímenes a nivel comparado, cada caso presenta su propia combinación de variables. No existe una fórmula especial o una bala de plata para el cambio político. Nadie sabe cuándo y cómo ocurrirá el efecto dominó en Venezuela.

Claudio J. Sandoval