El miedo y la desconfianza se fueron al campo un día… por José Luis Centeno

El miedo y la desconfianza se fueron al campo un día… por José Luis Centeno

 

El daño a nuestra autoestima y, por ende, al gentilicio, favorece en Venezuela el predominio de la desconfianza. Según Leonardo Padrón, vivimos en el “Reino de la duda. Ya nadie cree en nada. Ya recelamos de todo”, incluso de quienes, como Oscar Pérez y Juan Carlos Caguaripano, decidieron dar un paso al frente en la reconquista del “Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia”.





Teniendo problemas “para ubicar el lugar de la verdad”, la duda facilita la permanencia del régimen, pues hace vulnerables a quienes, leales a valores y principios democráticos, decidieron o resuelvan batallar contra la barbarie y la maldad. El 4A vimos que no hay mucha gente dispuesta a arriesgar la vida por Nicolás Maduro y su revolución, en lugar de tomar ese hecho como algo cierto, la suspicacia arrincona a quienes aseguran “que efectivamente fue un atentado perpetrado por la reserva moral que queda en las FAN”, privilegiando la tesis del montaje y vigorizando la picardía del régimen y sus cómplices que, en su afán de quedar bien con todos, hablan de un “confuso evento”.

No creer en nada ni en nadie dificulta la recuperación de la democracia en Venezuela. A Óscar Pérez, que se atrevió a desafiar el poder del régimen, lo asesinó la opinión pública al hacer creer que era un show y un pañuelo rojo, como también lo intenta hacer ver hoy con lo sucedido el 4A, por esa vía sólo llegamos a niveles extremos de egoísmo que impidieron ponderar su valor y seriedad, riesgo inminente para quien resuelva hacerlo nuevamente.

“A Óscar Pérez lo asesinaron mientras ellos se grababan y nadie aun así creía. Tuvieron que ver el cuerpo sus familiares para que la mayoría creyera”.
Se demostró que el Capitán Caguaripano también dijo la verdad con precisión, pero no fue hasta saberse del desprendimiento de sus testículos y la deformación de sus pies que la certidumbre de sus palabras vino a cobrar fuerza. Ahora es la Operación Fénix la que se da, a priori, por irreal. Tanta censura a flor de piel, con una soberbia incontenida que nos sume en el juego de la cobardía, hace olvidar “que fue en una cadena del régimen donde se mostró el pánico de la élite chavista y la desbandada de una FANB hambrienta que por Maduro no arriesga ni un pelo”.

También es indiscutible que existe resguardo moral en nuestra Fuerza Armada que nos llena de esperanza, no es casual que en número creciente sean privados de libertad militares activos, retirados o expulsados, pasando a pagar un alto costo por defender la democracia, la Constitución, no reconocerlo es negarnos tercamente a construir a partir de algo conocido, asimilado y entendido por todos nosotros, es entorpecer una manera de terminar esta oscuridad democrática.

El pánico y la huida vista por el mundo entero, el susto de un Presidente que lo hizo ignorar a quienes marcharon en su defensa y llevar este asunto demasiado lejos, son circunstancias que acentúan la crisis de valores en el país, rayando en una crisis de destino, pues pareciera que, como pueblo, no sabemos claramente hacia dónde queremos ir, ya que la tendencia es a caer en el juego de los cobardes, propiciando la aparición de chivos expiatorios que posibiliten la destrucción definitiva de la vida democrática en Venezuela.