“Si nos cruzamos de brazos seremos cómplices de un sistema que ha legitimado la muerte silenciosa”.
Ernesto Sábato
En nuestro país se va todo. Se va la luz, se va el agua, se van los precios a la estratósfera, se va la moneda ya por tercera vez, se van nuestros hijos, hermanos, primos y amigos porque el hambre y la miseria nos azota cada día de forma más inclemente.
También perecieron haberse ido los derechos más fundamentales para el ser humano. La alimentación, la salud, la seguridad personal, la educación, el trabajo digno, el salario justo y el respeto por la leyes y vemos impotentes como se han venido alejando de nosotros los ciudadanos, en una carrera vertiginosa, empujados por los que se ufanan hoy de dirigir al país hacia el camino de convertirlo en una super potencia cuando la verdad es, que nuestro país, va irremisiblemente a convertirse en tierra abandonada y yerma.
Pero también huyeron, los valores, el civismo, el respeto por los demás y la solidaridad por el prójimo. Diera la impresión que les conviene a estos señores dirigir a una sociedad que se desenvuelva en medio de la anarquía y el caos, librando una constante lucha por la supervivencia personal.
Es grave y preocupante el deterioro al que se ha visto sometido el país y sus habitantes en estos últimos seis meses, en los que parece haberse acelerado de forma impresionante el proceso de destrucción al que entramos a finales del siglo pasado, cuando la clase gobernante actual llegó con la intención de eternizarse en el poder.
Se nos han ido también las ganas de ejercer nuestro derecho a elegir a nuestros gobernantes, a ejercer el sagrado deber de imponer la alternatividad en nuestro sistema de gobierno, de premiar al que lo hace bien y castigar al que no. Se nos fueron las ganas de votar. La apatía las desplazaron.
Nos han ido dejando paulatinamente las fuerzas por reclamar los derechos que nos consagra nuestra carta magna. Vemos impasiblemente lo que nos está pasando, lo que estamos viviendo. Hemos delegado a la clase política lo que es deber de todos los ciudadanos, nos sentamos en nuestras casas a ver por televisión o por las redes sociales, cuando internet nos lo permite, sus actuaciones como simples observadores y nos hemos convertido en críticos acuciosos de aquellos que acertadamente o no, continúan arriesgando seguridad e integridad personal y familiar por la lucha democrática en nuestro maltrecho país. Mala cosa para una sociedad cuando los ciudadanos pierden la iniciativa de hacer ciudadanía.
La pregunta obligada tiene que ser ¿Que estamos haciendo mal, para que 30 millones de habitantes estemos pasando por este gran cúmulo de calamidades?
Y la otra pregunta, quizás la más atemorizante es ¿Se nos fué también Venezuela?
José Manuel Rodríguez
Analista / Consultor Político
@joserodriguezasesor
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