Audietur et altera pars, por Guido Sosola

Audietur et altera pars, por Guido Sosola

Ardua tarea tendrán los historiadores del futuro, pues, lo que hoy ocurre parece tan obvio que, inexorable, quedará relegado al olvido gracias a otras obviedades y reconozcamos que cada día desaparecen o se traspapelan los medios de prueba necesarios para fijar los hechos. Son tantas las cosas que han ocurrido  por estos veinte años, la confusión llega a ser tan babélica, que se perderán demasiados testimonios orales y documentales, incluso, en forma interesada.

Es esta la experiencia de un proyecto totalitario de paciente, como inédita, imposición, imposible de perder. Superado, será todo un aporte universal el que hagamos al padecerlo y tratar de solventarlo.





Por ejemplo, un evento, como el último diálogo sostenido en República Dominica, con variados actores, obliga. Funestas sus consecuencias, faltando poco, advertidas,  será indispensable, en una y otra acera, o en ambas, escuchar a todas las partes involucradas, desde ya mismo, porque serán miles las versiones de ficción capaces de sepultar la verdad.

El match tuitero entre Timoteo Zambrano y Julio Borges, a propósito de la grave amenaza que a éste le propinó Rodríguez Zapatero que desmiente aquél, punta de un iceberg que pueden derretir, hay que guardarlo, porque ofrece un buena pista de lo que acaeció en la isla caribeña, aunque debe a lo mejor hay un pacto tácito para no sacarse los trapitos al sol en el  equipo opositor y el oficial, y en cada uno de ellos, añadidos los equipos técnicos o que fungieron como tales. Por ello, valoramos como un documento histórico la carta de renuncia ya célebre de Zambrano de principios de año que, entrelíneas, dice mucho más sobre el desarrollo de las bilaterales que se hicieron, todavía escasamente documentado o bajo bóveda.

Cada cosa que se diga y se haga, hoy, quedará para la historia que le dará alcance a esos actores que, además, les queda diez o veinte años de vida política útil, si es que la prosiguen. No dejemos que ese enorme cementerio de las redes, sepultada en miles de toneladas de banalidades, extravíe la verdad que quizá enteramente emergerá dentro de medio siglo.