El general Oswaldo Hernández Sánchez y la voluntad de vivir, por José Luis Centeno

Aquel 5 de Julio de 1985, al egresar de la Escuela de Aviación Militar con el grado de Sub Teniente, Oswaldo Hernández Sánchez, juró servirle al país con dignidad y apego a las leyes, ese deber le valió la libertad en la cúspide de su carrera militar, vejado, que no delatado, junto a ocho oficiales, en su caso, un grave padecimiento de salud, consecuencia de su encierro y la falta de atención médica oportuna, acentuó el infortunio, viéndose al borde de la muerte.

“Si estás condenado a muerte, te tratan como a un muerto”, aunque suene exagerada, esa frase refleja lo sucedido con el General de División (Av) Oswaldo Hernández Sánchez, luego de ser sentenciado el 05/05/2015 a 8 años y 7 meses de prisión, presuntamente por tramar la no comprobada operación insurreccional Jericó o Golpe Azul y recluido en el Centro de Procesados Militares en Santa Ana, Estado Táchira, donde desatendieron su grave condición de salud así como las solicitudes de sus familiares y abogados para que fuese trasladado a un centro asistencial.





Tras 11 meses sin atención médica, por fuerza de circunstancias apremiantes en razón de síntomas evidentes e innegables de su enfermedad, este General de la República fue trasladado al Hospital Militar Carlos Arvelo en septiembre de 2017, ahí le diagnosticaron un cáncer metastásico severo grado tres, con afección de la médula y el cerebro. Favorablemente superó el primer ciclo de quimioterapias y radios, además de cirugía en las partes afectadas, “fueron 60 puntos de palmo a palmo de la garganta, de oreja a oreja, no puede tragar y está muy hinchado”.

Este año, 2018, cuando pasaba a retiro, con el rango que corresponde a una carrera ejemplar, enfrenta una dura prueba, sin parangón alguno en su existencia, vencer al cáncer que lo aqueja para seguir viviendo, por eso, con su entusiasmo característico y fe inquebrantable resiste el malestar de las quimioterapias más severas, en un segundo y último ciclo del todo alentador para él y sus familiares, que manifestaron estar siempre “rogando al grandísimo Dios con la intervención de la Virgen por la recuperación de su salud”.

La angustia de estar esperando atención médica, enfermo de gravedad, vincula la negación del Derecho a la Salud con la tortura, confirmando la existencia de trasgresiones que la aproximan a la pena de muerte, un castigo igual de irreversible que los daños causados a este meritorio oficial durante su cautiverio, algo inaceptable, tratándose, según el Frente Patriótico, de “un Héroe de la patria formado con principios y valores, con una trayectoria impecable dentro de las Fuerzas Armadas de Venezuela”.

Si a lo anterior le sumamos que “son 1.602 días privado de libertad, víctima de un falso juicio, violatorio de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en lo referente a su condición de General, con juez accidental y testigos falsos”, se “constata la podredumbre en la que está sumida la administración de justicia del país”, contextos bien conocidos, pero que no debemos de casarnos en repetir ante la sorpresa de algunos que parecieran inclinados a presentarlos como hechos de reciente data.

Hernández Sánchez, el 2014, cuando abusivamente lo privan de libertad, era el piloto con más horas de vuelo en las FAN, hoy, acompañado de la hija, su esposa, familiares y amigos, está en guerra con la muerte, sabiendo, tan bien como sus compañeros de armas, que “La guerra es un lugar de vida y muerte”, un escenario sobrevenido no sólo para él, sino para todos los venezolanos, demostrado por el que emigra o fue desterrado con la esperanza de auxiliar a quienes dejó atrás ansiando libertad, justicia y paz.

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