Domingo Alberto Rangel: Pronósticos y futuro

Domingo Alberto Rangel @DomingoAlbertoR

Hay quien recomienda esperar unos días antes de pronosticar el futuro de la nueva moneda: No lo creo necesario, basta con tener los ojos abiertos y las orejas limpias.

Desde alturas y bajíos se emiten señales inequívocas que contradicen el optimismo natural, característica correcta de quien anhela y promete cambios para mejor.

Si el mal mayor es la hiperinflación ya en su cadena de medios el Presidente explicó que con cinco ceros menos la enfermedad económica ha de continuar… y no hay antibióticos a mano.





Desde esa óptica entiendo que el gobierno en su guerra particular contra comerciantes, productores y el Imperio mismo, se vea obligado a subir el salario mínimo hasta 1800 Soberanos.

A tal respecto no creo la conseja según la cual Nicolás Maduro en su cadena multiplicó la cifra por diez “por error” y más bien pienso que el Presidente dejó colar un número menor para engañar al entorno donde sobran los “lleva va y trae”.

Pero esas minucias no son importantes.

Lo vital es que con el Soberano la hiperinflación va a continuar, habrá más desabastecimiento que en el 2015 cuando Chávez pretendió dictar todos los precios a todos los productos, más impuestos, más recesión y la guerra económica continuará también.

El primero de estos males acaba con la posibilidad de instalar en nuestra Venezuela un sistema estilo chino, en el cual hay “capitalismo de compadres” generando riquezas para que el Partido Comunista se mantenga en el poder ahogando la libertad.

El segundo mal y me refiero a la guerra económica pero más bien la que libran actores locales y no la que contempla invasiones de marines tirando bombas, nos brindó los días previos al cambio de moneda, la prueba concluyente de que tampoco habrá socialismo repartidor a partes iguales de la pobreza.

Para comprobar que hay guerra económica no creo necesario intervenir los teléfonos de la Embajada de Míster Trump.

Válgame Dios que para demostrar semejante hipótesis basta con observar lo ocurrido en las tiendas y supermercados que abrieron sin esconder la mercancía, en los tres días previos a la entrada del nuevo cono monetario.

Gordas y gordos mofletudos a los que un nutricionista bien les podría recetar convertirse al vegetarianismo o hasta una temporada en los campos de concentración chinos o nazis, arrasaron con la carne, los quesos y en general con todos los productos que cabían en los carritos.

En una gran tienda ferretera los vendedores jóvenes, que a duras penas ganan tres salarios mínimos después de semanas sin descanso y horas extras, quedaron extenuados los días previos al cambiazo de moneda, tras 8 y 10 horas de facturaciones interminables, caracterizadas por compradores que se llevaron cantidades de objetos, muchos de ellos sin saber para qué servían.

Esas tiendas quedaron “peladas” como pude comprobar al entrevistar un vendedor que me resumió lo acontecido con un gruñido desaprobador.

Quedaron “peladas” tras la embestida de hordas de “hombres y mujeres nuevas”, “hechos en socialismo” la mayoría, que arrasaron con todo adelantándose al bono que prometió Nicolás Maduro horas antes, cargando a sus tarjetas la dádiva aún no materializada.

Nuestra sociedad carece de la disciplina mínima para instalar un socialismo a la cubana, a pesar de las ideas absurdas que en materia de economía suscriben las mayorías tras casi 60 años de prédica antes adeco-copeyana y ahora chavista-madurista.

Pero tampoco hay materia prima y hay que ser honesto para decirlo, para garantizar el piso a un capitalismo de libre mercado que si bien es cierto nunca existió en nuestro país… es requisito indispensable a los fines de que los pobres sean menos pobres y sea más fácil conservar el territorio heredado de los Libertadores.

Para ello se requiere con carácter de urgencia, dar el primer paso que en veinte años de chavismo nunca se hizo y que en cuarenta del puntofijismo tampoco: Construir un movimiento amplio, en pro del capitalismo de libre mercado, libre de los gusanos mentales que tanto les gusta esparcir a los demagogos del gobierno y también a los de la oposición que son parte del problema.

Eso hay que entenderlo como también que en el actual bochinche que ya protestaba Miranda… no puede haber progreso.

Es tarde pero hay que hacerlo.