Fidel: Peón de la URSS, por Baldomero Vásquez

Fidel: Peón de la URSS, por Baldomero Vásquez

El próximo mes de octubre se cumplen 56 años del único acontecimiento durante la Guerra Fría, en el cual las dos superpotencias que se disputaban el control del planeta, Estados Unidos y la Unión Soviética, estuvieron a un paso de una guerra nuclear que hubiese causado la destrucción mutua de sus dos protagonistas y borrado del mapa al actor de reparto que era Cuba.

Pero ya antes, en julio y agosto, Kruschev impondría a los enviados cubanos (Raúl Castro y el Che Guevara) que el acuerdo sobre las rampas de lanzamiento de misiles sería secreto hasta que estuvieran construidas. OPERACIÓN ANADYR fue el nombre que los rusos dieron a la construcción en Cuba de bases militares secretas equipadas con cohetes portadores de ojivas nucleares de alcance medio e intermedio capaces de impactar todo el territorio de los EEUU.





Fidel Castro, Gran Maestro en el Arte del Engaño, enmascaró la Operación repitiendo junto a los rusos que la URSS construiría un puerto pesquero en Cuba. En su discurso del 09 de octubre fue contundente:

“Con créditos que nos da la Unión Soviética, con técnicos, con proyectos y con técnica se va a construir un puerto pesquero. Es claro que este tipo de convenio tiene que poner a rabiar a los imperialistas”.

Cinco días más tarde, la avanzada tecnología norteamericana, simbolizada en el avión U-2, descubrió la operación encubierta. En su vuelo del 14 de octubre de 1962, el avión espía norteamericano, con 7 cámaras Polaroid instaladas en él, tomó 928 fotografías en 6 minutos en la región occidental de Cuba. El día siguiente, la CIA al evaluar el material concluiría que se estaban construyendo en el campo de San Cristóbal las mencionadas bases militares secretas.

Para enfrentar la amenaza, el presidente de los EEUU, JF Kennedy, barajó tres opciones:

1) un ataque aéreo único contra las bases de misiles,

2) ataques en serie apoyando una invasión a Cuba

3) un bloqueo a la isla.

Las dos primeras opciones presentaban un gran problema: era alta la probabilidad de que se desencadena la III Guerra Mundial, pues la presencia de 42.000 militares soviéticos en Cuba (en 1962, se estimaba que sólo habían 10.000) hacia muy probable que en suelo cubano ocurriera lo que siempre se había evitado: un combate directo entre soldados de ambas superpotencias.

Dado nuestro interés en demostrar que desde aquel momento el verdadero papel de Fidel Castro en la política internacional fue ser un Peón de la URRS, resumimos los acontecimientos subsiguientes: se impuso el bloqueo naval, los barcos soviéticos dieron la vuelta, Kennedy y Kruschev (dejando a un lado a Fidel) acordaron que a comienzos de noviembre la URSS desmontaría las bases y retiraría  las 162 ojivas nucleares, y  EEUU se comprometía a no invadir Cuba.

Afortunadamente, develar el papel del dictador comunista en la crisis de los misiles de 1962 se nos facilita porque se encuentra enmarcado en un documento invalorable de dos años atrás que contiene los lineamientos de política exterior que siempre guiarían al gobierno revolucionario cubano. Se trata del Discurso del propio Fidel Castro ante la ONU el 26 de septiembre de 1960, el cual finaliza así:

“Algunos querían conocer cuál era la línea del Gobierno Revolucionario de Cuba. Pues bien, ¡esta es nuestra línea!”.

Conozcamos cual es esa línea extrayéndola del texto del Discurso:

“La historia del mundo ha enseñado trágicamente que las carreras armamentistas han conducido siempre a la guerra. Y ha planteado la delegación soviética sobre este problema que tanto preocupa a la humanidad una proposición de desarme total. Sobre la cuestión del desarme apoyamos enteramente la proposición soviética -y no nos sonrojamos aquí por apoyar la proposición soviética. Porque la humanidad no debe ser jamás llevada a una hecatombe por intereses egoístas y bastardos”.

Castro dejó muy en claro ante el mundo cual sería el rol de Cuba en el escenario internacional: una ficha de la geopolítica expansionista de la URSS (ocurriría en África también). Con una sobredosis de hipocresía, mientras se preparaba para hacer de Cuba una colonia soviética, afirmaría:

“En el discurso del premier Kruschev hay una afirmación que nos llamó poderosamente la atención, por el valor que encierra, y fue cuando dijo que la Unión Soviética no tenía colonias”.