Del Partido-Centrismo al Pluralismo, por José Antonio Gil Yepes

Del Partido-Centrismo al Pluralismo, por José Antonio Gil Yepes

 

Directivo de Datanálisis





@joseagilyepes

Así como nos parece adecuado que el orden mundial pase de ser “Unipolar” a “Multipolar”, de la misma manera nos parece adecuado que la política deje de ser partido-céntrica y pase a ser efectivamente pluralista.

El partido-centrismo ha desvirtuado a la política, pasando de ser motivada por el logro orientado a construir la sociedad a ser motivada por el afán de poder, traducido en “liderar a los demás”. Este afán de poder por encima del logro de una sociedad mejor para todos ha llevado a la atomización de los sistemas de partidos políticos que hoy afecta a la mayoría de las democracias del mundo.

Esta atomización es uno de los eslabones de una cadena evolutiva que aparta a los partidos del resto de la sociedad y los des empodera. Las democracias emergen bajo el impulso de uno o dos partidos, generalmente en coalición con otros sectores. En casi todos los casos, el nuevo partido o coalición gobernante se deslastra de sus socios originarios. En la medida que el nuevo partido gobierne sin satisfacer las expectativas de los votantes, surge el voto castigo.

Si estos enroques no logran satisfacer a la población, surge la abstención como otra forma de transmitir el mensaje a los partidos y gobiernos que no lo están haciendo bien. Cuando estos signos tampoco son atendidos, algunos líderes proceden a dividir sus partidos. Pero, si no cambia la forma de hacer política, surge el líder carismático, el cual sustituye a las instituciones y al pueblo que le delega su soberanía. Cuando el liderazgo individual se pervierte (y es muy difícil que no lo haga), surge el clamor por un golpe Militar. En cuyo caso no es probable el regreso al pluralismo porque quien toma el poder solo no es probable que lo reparta. En este punto, la tarea es ciclópea: organizar a una sociedad desorganizada y desconfiada, como Venezuela en 1958, para ganarle espacio a los militares que dieron el golpe para continuar en el poder sin MPJ.

Todo esto implica que una democracia tenderá  a desarrollarse en la medida que su fundación sea por un esfuerzo plural y no bajo la conducción de un partido o de un despotismo supuestamente ilustrado; aunque hay ejemplos de estos despotismos que han dado cabida a la implantación de regímenes más pluralistas que el de ellos mismos.

Los mecanismos que podemos utilizar para superar la política partido-céntrica son, entre otros, los siguientes: Los ciudadanos necesitan fijarse más en sus intereses concretos que las ideologías que ofrecen los partidos u otros sectores. Los sectores no deben dejarse colonizar por los partidos, principalmente las burocracias y sindicatos. Los empresarios necesitan seguir financiando a los partidos, pero ponerles como condición el cumplimiento de un plan de desarrollo plural y concertado. Todos necesitamos tomar conciencia de que en las democracias pluralistas, las organizaciones que diferencian y separan a los ciudadanos y sus grupos superan a las que los armonizan. Hasta en los parlamentos y los partidos poli clasistas, que deberían unir y armonizar, predominan las diferencias, desacuerdos y  discriminaciones. Se necesita crear nuevas estructuras cuya función fundamental sea representar el interés nacional y los valores comunes: Los Consejos de Ancianos en las Federaciones Indígenas y las Monarquías han jugado ese papel integrador. También podríamos pensar en un Senado Sectorial, compuesto por representantes de todos los sectores organizados en proporción al número de sus afiliados y Pro Bono.

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