Precios “acordados” vaciaron los comercios de Venezuela

Precios “acordados” vaciaron los comercios de Venezuela

 Consecomercio sostiene que los precios fijados por el Gobierno no cubren los costos de producción, por lo que desaparecieron de los anaqueles.
 REUTERS/Marco Bello

 

 

Un mes después del primer lote de anuncios económicos hecho por el presidente Nicolás Maduro, la primera consecuencia más palpable –además de la confusión entre conos monetarios– es la agudización de la escasez de alimentos en mercados populares, abastos y cadenas de supermercados, publica El Tiempo.





 

Por Valentina Lares Martiz

Carnes, pollo, atún en lata, harinas, pastas, pan, leche y mantequilla están ausentes de los anaqueles, que brillan vacíos como los primeros días del año 2015, cuando comenzó el fenómeno de largas filas para adquirir productos.

Como entonces, la medida oficial de imponer precios a una lista de productos generó el primer impulso de adquirir lo que más se pudiera con los bolívares a la mano. La experiencia enseñó que, mientras los productores se ajustan a los nuevos precios –que el régimen asegura son “acordados” con estos–, pasará un tiempo indeterminado para que el bien en cuestión regrese a los anaqueles y casi siempre con un precio muy superior a lo obligado por el Gobierno.

Este impulso se magnificó con la orden oficial de iniciar una oleada de fiscalizaciones a establecimientos comerciales que en las últimas dos semanas obligó a sacar a la venta los pocos productos que había en los depósitos y terminó además con el apresamiento, según cifras oficiales, de unos 200 empleados de mercados, entre gerentes y dueños de tiendas de expendio de comida por supuesta especulación con los precios o acaparamiento.

En el plan de “mano dura” impuesto por el régimen se invitó a los venezolanos a denunciar a quienes no acataran los nuevos precios a través de una línea telefónica.

Sobre este ambiente, además, productores, empresarios y comercializadores lidian con la medida, también decretada por Maduro, que de un día para otro aumentó el salario mínimo mensual de 5,2 millones de bolívares a 180 millones o 1.800 bolívares soberanos –más un bono de 180 bolívares, para un equivalente final de 1.980 bolívares, casi 30 dólares mensuales–. Esta decisión impulsó recortes de personal y aumentos de precios a los bienes para cubrir la brecha de 3.400 por ciento de aumento.

Así las cosas, ni los populosos mercados de Guaicaipuro o Catia ni los ‘refinados’ supermercados Plaza’s de Prados del Este o La Lagunita, por nombrar establecimientos que cruzan puntos cardinales y sociales distintos en Caracas, muestran hoy para la venta algún corte de carne o pollo o algún otro producto “hecho en Venezuela” que pertenecen a la tabla de los 25 alimentos con “precios acordados” recién publicados por el Gobierno. De estos, en menos de una semana ya debió corregir siete, y ya los comerciantes se quejan de que estos precios no les dejan un margen de ganancia razonable.

Maduro piensa lo contrario. “Esos productos que han sido fijados deben mantenerse de manera estable, y con esos precios acordados garantizamos que se cubra el costo de producción y ganancias”, agregó.

La frase la dijo tras una reunión con allegados del sector agropecuario, pues pretende decretar un freno a la espiral de aumento de precios que, a pesar de sus anuncios, no ha parado. Solo en agosto, según la Comisión de Financias de la Asamblea Nacional, la inflación aumentó 223 por ciento y acumuló 200.005 por ciento en el último año.

El caso de las carnes y la leche es claro: ni la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga) ni el Instituto Venezolano de la Carne y la Leche (Invelecar) fueron convocados a esa discusión.

Las diferencias son de fondo, según explicó a EL TIEMPO el presidente de Invelecar, Carlos Albornoz. “No es un tema de precios acordados, es imposible desde el punto de vista técnico acordar un precio de un producto con la inflación más grande de Suramérica. Eso es una cosa sin sentido. Esta es una frase de corte populista para no afrontar la dinámica y la dimensión de lo que ocurre en el país”, señaló.

Fedenaga participó en una reunión técnica, pero luego de que el precio de la carne fuera publicado, y en ese encuentro el Gobierno le pidió un aumento de producción de carne de 25 por ciento.

Sin embargo, Albornoz y los directivos de Fedenaga advierten que aún no se toman medidas estructurales para revitalizar el campo, por lo que es previsible una escasez aún más aguda.

Según ganaderos, las medidas no tienden a mejorar la producción de leche, que hoy es de 4 millones de litros diarios (según la FAO, el consumo mínimo para Venezuela debe ser de 12 millones de litros diarios), ni de carne, que ha llevado a un consumo de 6 kilos de carne por persona al año, cuando en la Venezuela de los años noventa era de 20 kilos por persona.

“Pueden en el Gobierno crear todos los bolívares que quieran”, dijo Leonardo Figueroa, presidente de la Asociación de Ganaderos del estado Táchira, “pero llegará un momento en que los venezolanos, aún con el dinero en los bolsillos, no conseguirán en qué gastarlos porque no habrá producción que cubra sus requerimientos”, afirmó.

Albornoz explicó que es muy probable que ese momento ocurra el primer trimestre del año que viene. “Vamos a ver un pequeño bache positivo a partir octubre, donde se cosecha el ciclo norte-invierno, donde vamos a cosechar entre 18 y 22 por ciento de las necesidades que tiene Venezuela en nuestros campos.

Denuncian ‘planes de intervención’

El canciller de Venezuela acusó a EE. UU. de buscar una intervención y de apoyar conspiraciones militares, tras una nota de ‘The New York Times’ que indicó que funcionarios de Trump se reunieron con militares venezolanos para discutir un plan golpista. El artículo citó a funcionarios estadounidenses y a un excomandante militar venezolano que participó en las reuniones. “Denunciamos los planes de intervención y apoyo a conspiraciones militares de EE. UU. contra Venezuela”, escribió Jorge Arreaza en Twitter.

VALENTINA LARES MARTIZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas