Venezuela hablando de DDHH: Mitomanía en su máxima expresión, por Robert Carmona-Borjas

La dictadura chavista presente en Venezuela paradójicamente forma parte del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Una contradicción, una ofensa aberrante a la dignidad y a los Derechos Humanos mismos en su conjunto, pero esa es la realidad. Los Estados forajidos se eligen entre ellos y logran espacios para minar el sistema internacional. De ahí que vemos estupefactos que países como Cuba y Siria, violadores sistemáticos de los Derechos Humanos, sean miembros de ese Consejo.

En la reunión que sostuviera Arreaza con la Señora Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, se anunció un cambio de política hacia el Sistema de Protección Internacional, a la vez que lanzaba una fuerte crítica en esa reunión y en su intervención ante el pleno del Consejo, al Príncipe Jordano quien hasta unas semanas dirigía la oficina, convencido que desde esa posición se puede luchar en favor de la promoción y del respeto pleno de los Derechos Humanos.





El régimen venezolano intenta de nuevo mostrar la cara que no tiene, la de la rectificación. Intenta solo por la vía mediática impresionar, con un cambio que es solo una artimaña barata y canalla, propia de las tiranías.

Si la dictadura estuviese dispuesta a rectificar sus relaciones con la Oficina de Naciones Unidas y con la comunidad internacional en general, tendría que comenzar por liberar a los cientos de civiles y militares que están depositados en las distintas cárceles en el país, sometidos todos a tratamiento inhumano y degradante, a torturas, al desprecio.

En segundo lugar, tendría que abrir las puertas a todos los mecanismos del sistema, no solo a los dos Relatores y Expertos que comulgan con la represión y la dictadura venezolana. Habría que ver a todos los mecanismos presentes en Venezuela. Tendría además la dictadura chavista que reingresar al país al sistema interamericano y retirar la denuncia del Pacto de San José, para someterse a la justicia, al orden jurídico.

Desde luego, el anuncio que hizo el desprestigiado Arreaza no tiene nada que ver con la realidad, nada que ver con un cambio hacia el sistema. Es una mentira, otra mentira que lanza para calmar las aguas que ahogan a la dictadura.

Es difícil creer que, pese a sus emociones ideológicas y su postura cómoda como gobierno ante las atrocidades en Venezuela, la nueva Alta Comisionada esté conforme con la mentira del representante de un régimen forajido que ha puesto a Venezuela, ese país rico e íntegro de una vez, en la cola de la miseria, del hambre y de la represión.

Es el momento que el Consejo de los Derechos Humanos considere la adopción de una resolución que obligue a los Estados miembros del Consejo a respetar plenamente los Derechos Humanos y a aceptar el control internacional de todos los mecanismos del sistema. De la misma manera en esa resolución deberá reflejarse que la elección de los miembros del Consejo deberá estar sometida a misma condición y evitar que el simple endoso regional permita que países con déficit serios en Derechos Humanos, irrespetuosos del orden jurídico internacional, puedan ingresar a este órgano, discutir estos temas y peor aún, decidir sobre situaciones de otros.

La sociedad civil tiene en estos momentos el derecho y la obligación de promover en el seno del Consejo, en este período de sesiones, que se adopte una resolución en esa dirección. En definitiva, la efectividad del sistema depende de su credibilidad que se base fundamentalmente en su composición.

@CarmonaBorjas