Del ministro de culto y cultura, por Luis Barragán

Foto: Luis Barragán / Nota de prensa

No faltaba más, el minpopo de Cultura estuvo en el espacio televisivo y oficioso que, al entrevistarlo, lo reconoce dominicalmente como uno de los prohombres del régimen. Segura satisfacción personal, se dijo portador de la esperanza, aseveró que la “migración venezolana no puede ser vista como algo negativo” y, para eso está la historia nacional, garantizando nuestra identidad.

Por supuesto, invitado y anfitrión, no profundizaron en estos y otros asuntos, como los propiamente ministeriales. Éstos, sobrentendieron, marchan con la normalidad acostumbrada.

Imposible de ventilar y debatir sus causas, es el esfuerzo es el de darle un signo positivo a lo que es una huida desesperada de la inmensa calamidad socialista; sonreír a todo trance, citando a un reconocido artista plástico, como lo hizo – aunque a carcajadas – el otrora ministro Andrés Izarra, cuando Roberto Briceño-León le leyó la cartilla de las muertes violentas en Venezuela, provocando también el posterior bloqueo del noticiarios internacional; y, menos, la manipulación del pasado histórico, riéndole culto a la personalidad de Chávez Frías, en espera Maduro Moros, a objeto de reinventar la identidad nacional, con la que han fallado.





Se dirá, ¿para qué hurgar en la política cultural del régimen, si no existe más que en la abaratada colcha de retazos de las expresiones más sectarias y represivas, blandidas con morbo, frente a las libertades culturales que se reclaman? Nadie, en ambas aceras, lo hace, por lo que no deben – ambos fablistanes – mencionar la hazaña alcanzada respecto a la eficaz desindustrialización del país y, menos, sobre monstrete burocrático, desaliñado y gigantesco, del ramo que suele pasar por debajo de la mesa, como ahora – increíblemente – ocurre con el minpopo de Petróleo, Finanzas, u otros despachos de viejas sonoridades.

Valga la curiosidad, las autoridades municipales de Caracas, la pintan de gris, so pretexto de la limpieza y ornato que jamás han hecho, pero – psicología del color – la tonalidad transmite pesadumbre, tristeza, pesimismo y, así como siempre hablan de paz y amor, mientras matan y odian, nada extraña la burda retórica de Maduro en claro homenaje al oxímoron. Finalmente, dejemos constancia: reivindicamos el optimismo, pues, esta dictadura se irá y lograremos reconstruir a la República misma.