Luis Alberto Buttó: Conflicto universitario

Luis Alberto Buttó: Conflicto universitario

En situación de agudo conflicto laboral, innegable e impostergable, arranca el nuevo año escolar en las universidades nacionales. Conflicto enmarcado en el incremento de la conflictividad social que estremece a todo el país, valga la redundancia. El caso concreto es que el gobierno, sin la menor conciencia de lo que implica el trabajo universitario, pero sí denotando el supremo desdén que siente hacia éste, que a su vez es expresión de la nula conciencia que tiene acerca de la valoración del trabajo que realizan los venezolanos, a raíz de la reconversión monetaria, ha impuesto unas tablas de sueldos y salarios para profesores, empleados y obreros del sector que son, para adjetivarlas en su justa dimensión, indignantes.

Estas tablas conculcan los derechos ganados, que no regalados, por los hombres y mujeres de toga y birrete, dado el aporte inconmensurable que día a día le otorgan a la nación creando ciencia y conocimiento para el desarrollo y que, además, con valentía y firmeza, otrora han defendido en la calle cuando fue necesario hacerlo. Estas tablas, en su propia concepción nocturnal (en las sombras sólo prospera el crimen, advirtió el Libertador), pisotean con descaro y prepotencia todos los derechos laborales vigentes e incluso lo normado sobre la materia en la Constitución Nacional. Recuérdese que el artículo 91 de la Carta Magna taxativamente establece que el salario mínimo debe estipularse en función de la canasta básica y, a partir de allí, como es lógico, se estructuran las escalas derivadas. Nada de esto se tomó en cuenta al momento de elaborarlas, razón por la cual quedaron completamente disociadas de la realidad socioeconómica nacional.

La imposición de estas tablas, además de desconsiderada, es irresponsable. Desconociendo el concepto de trabajo decente, el gobierno pretende sumir a los universitarios en la categoría de trabajo precario; vale decir, encadenarlos a una relación laboral por la cual la contraprestación salarial recibida es abiertamente insuficiente para cubrir las necesidades más elementales: alimentación, por ejemplo. Hace tiempo que los felizmente armados sólo con tiza y borrador descubrieron con amargura que vestimenta, atención médica, transporte digno, educación para el crecimiento profesional y recreación merecida se convirtieron en lujos inaccesibles. No alcanzan todas las letras del abecedario para decirlo con la contundencia que el caso amerita: los sueldos del sector universitario son sueldos de hambre, implican una no velada condena a la indigencia. En esas condiciones, no hay universitario que pueda protegerse a sí mismo y proteger a su familia. Esto es desesperanzador y por ello inaceptable.





Con las nuevas tablas de sueldos del sector universitario, la diferencia entre el salario mínimo nacional y el sueldo base del profesor mejor pagado (titular a dedicación exclusiva) no es, ni siquiera, dos veces. La configuración de dichas tablas trasluce irracionalidad absoluta al dejar en evidencia el desprecio absoluto hacia el estudio constante, el esfuerzo sostenido, el mérito dignamente alcanzado. Reincidencia en la supina estupidez de mantener la malévola y deliberada práctica de empujar fuera de los campus a profesionales cuya formación tantos recursos costó hacerla realidad y cuyo producto tangible es el trazado de la única ruta posible y segura para el progreso del país. No hay exageración alguna, ni petulancia enfermiza de los universitarios, al decir que vaciar de profesores a las universidades es vaciar al país de las luces necesarias para encontrar sostenidas y sustentables soluciones a los inmensos problemas que, hoy por hoy, hacen insoportable la cotidianidad del venezolano.

Los universitarios no podemos cubrirnos de vergüenza aceptando estas tablas. La pusilanimidad no es nuestra franquicia.

@luisbutto3