Gustavo Coronel: La tragedia venezolana parece un asunto genético - LaPatilla.com

Gustavo Coronel: La tragedia venezolana parece un asunto genético

Gustavo Coronel

El ADN es la sigla  internacional del ácido desoxirribonucleico, el cual se encuentra en el núcleo de las células y es el principal constituyente del material genético de los seres vivos. Determina un buena porción de lo que somos y como somos.  Hay características de la personalidad individual o coelctiva que son genéticas, otras que son culturales. Aunque pensar así sea políticamente incorrecto sospecho que pueden existir características de origen genético en la región latinoamericana que nos estén haciendo difícil (¿imposible?)  la solución de la tragedia venezolana.

¿Cuál es la esencia de la tragedia venezolana? ¿Es acaso el hambre que los venezolanos están sufriendo?  ¿Es la falta de dinero? ¿Es la incapacidad para viajar?   ¿Es la masa de venezolanos que abandona el país en avión, en barco, en canoas, en buses o a pie? La región está empeñada en ver estas carencias como el problema a vencer cuando  en realidad – ellos son los efectos y síntomas del verdadero problema. Aunque muchos de estos esfuerzos son muy bien intencionados y hasta dignos de elogio, están dispersando las fuerzas necesarias para hacer lo que hay que hacer, eliminar la raíz de la tragedia.

Y así vemos que están surgiendo los centros para recibir a los venezolanos que huyen. Están creándose centros de ayuda humanitaria para enviar ayuda a los venezolanos. En las Naciones Unidas, la Unión Europea, en el Vaticano se clama por el diálogo, por la comprensión entre los venezolanos. En Venezuela algunos “demócratas” como Henri Falcón y José Luis Rodríguez Zapatero se ponen de acuerdo para pedir diálogo y negociación con el narco-régimen. Estos “demócratas” latinoamericanos rechazan la intervención del narco-Régimen, a pesar de que intervenir al régimen es esencialmente igual a la intervención que un buen ciudadano ejercería para ayudar a una mujer que está siendo asesinada por un sádico  a la vista de todos.





Esta actitud de ir a lo secundario en lugar de ir a lo primario es a veces honesta pero otras veces interesada o producto de la cobardía.  En la medida en la cual los esfuerzos de la región latinoamericana se centren en atender a los efectos y no a la causa, en tratar de bajar la fiebre en lugar de eliminar el cáncer, en esa misma medida estaremos oxigenando al narco-régimen, permitiendo que el cáncer gane terreno.

En la región existe una tendencia a crear respuestas a los problemas secundarios derivados del problema primario venezolano,  pero no existe una acción decidida para eliminar la verdadera causa, la verdadera raíz del problema, que es la existencia de un régimen ladrón, lavador de dinero, narcotraficante, inepto y rapaz en Venezuela, integrado por grupos de semi-analfabetas y hampones  que ha saqueado al país. Es a la eliminación de este narco-régimen a lo cual debería dedicarse la región, con mucho más ahínco que a aliviar los síntomas de la grave enfermedad.

Esta actitud de los latinoamericanos parecería ser parcialmente genética. Por eso es que la región acepta tragedias como la venezolana en relativo silencio, en apego a mitos como el de la no-intervención, mitos que han llegado a ser simples excusas para disfrazar la cobardía, la mezquindad y la indiferencia. En la OEA coexisten dos principios: el de la no intervención y el que exige aplicar la Carta Democrática Interamericana a los gobiernos que la violen. Hasta ahora, el primero de los principios mantiene asfixiado al segundo porque es más cómodo, porque deja hacer a los bandidos, porque el resentimiento hacia los Estados Unidos por su conducta del pasado pesa más que las exigencias que les imponen la dignidad y del honor. Este sesgo perverso ha consagrado en la región un prostituido ejercicio de la política y de la diplomacia que nos da nauseas.

Una región sin alma está condenada a la eterna mediocridad.