El secuestro, el único negocio rentable en Venezuela

El secuestro, el único negocio rentable en Venezuela

Distintos cuerpos de seguridad durante un despliegue antisecuestro impulsado por el Gobierno nacional en Caracas (Venezuela)  EFE/Miguel Gutiérrez

 

 

Los bandas criminales se valen de funcionarios policiales para negociar el rescate con los familiares de las víctimas, publica ABC.

Por Gabriela Ponte
Madrid

 

Caracas es una de las ciudades más peligrosa del mundo. Lo dicen los números: 90 homicidios por cada 100.000 habitantes. Venezuela registró 26.616 homicidios el año pasado, un promedio de cuatro venezolanos asesinados cada hora. En medio de la peor crisis política, económica y social que atraviesa el país, los delitos han aumentado y el secuestro se ha convertido en uno de los pocos negocios rentables. La precariedad y la corrupción existente en Venezuela han provocado que en este negocio participen tanto delincuentes como policías: unos llevando a cabo el secuestro y los otros negociando los rescates.

«En dólares y en efectivo» es lo que se le escucha decir a los secuestradores al final de cada negociación. A pesar de que los expertos señalan que mantener a la víctima en cautiverio unos tres días es la forma más lucrativa, las bandas delictivas han perfeccionado un nuevo método llamado «la cava». Este tipo de secuestro consiste en capturar a varias víctimas, sin relación entre sí, y mantenerlas retenidas en un mismo coche. Mientras tanto, los delicuentes negocian con los familiares de cada una de ellas para obtener el rescate .

«Nos bajaron del coche a los tres y nos subieron a una camioneta negra. Si durante el camino los secuestradores veían a alguien distraído y con potencial económico en la calle, uno de los chicos se bajaba con un arma larga y lo montaba a la fuerza en la camioneta», recuerda a ABC Eduardo Fuentes, un estudiante de 24 años que fue víctima de un secuestro junto a dos amigos el pasado mes de agosto, a las siete de la noche, cuando regresaba a su casa en Prados del Este, una zona acomodada de la capital venezolana. Los secuestradores exigieron inicialmente a cada familia comorescate la cantidad de 50.000 dólares en efectivo, una cantidad elevadísima para la mayoría de las familias venezolanas que con el último aumento de salario llegan a 30 dólares al mes. Tras una ardua negociación, la cifra fue rebajada -a unos mil dólares, varios relojes y joyas, y otros objetos de valor- y los jóvenes finalmente liberados.

Fuentes y sus amigos permanecieron más de siete horas retenidos y encañonados con pistolas por los plagiarios. Junto a ellos, al menos dos personas más fueron capturadas en su presencia y forzados a entrar a «la cava». José Dávila, otro de los jóvenes secuestrado, comenta que el conductor y el negociador eran policías porque a diferencia de los captores estaban «muy tranquilos y hablaban con un vocabulario que no tenían los otros miembros de la banda».

Marcos Tarre Briceño, especialista en secuestro y extorsión, señala a ABC que la crisis en Venezuela ha repercutido en todas las instituciones del Estado de manera que hasta los funcionarios policiales participan en los secuestros para sacar un dinero extra, y llegar a fin de mes. «El secuestro es un delito difícil y los delicuentes se dan cuenta de que necesitan asesoramiento, por eso hay funcionarios implicados ya que son ellos los que se encargan de la negociación», explica Tarre.

La última reseña oficial, que publicaron los diarios nacionales de Venezuela, es del pasado mes de febrero, cuando cinco policías fueron detenidos por el secuestro de la madre del conocido jugador de béisbol Elías Díaz, receptor de los Piratas de Pittsburgh en las Grandes Ligas.


Miedo a denunciar

El secuestro es el delito que más ha aumentado en Venezuela -un 1.300%- durante las casi dos décadas del Gobierno chavista. Según las cifras extraoficiales elaboradas por diversas organizaciones humanitarias -la falta de transparencia en las oficiales es absoluta-, en 2017 se produjeron alrededor de 654 secuestros y en 2018 la cifra va en aumento. Aunque señalan que los números reales son más elevados, pues la mayoría de las víctimas no denuncian el secuestro.

El experto Marcos Tarre indica que la mayoría de las víctimas no denuncian sino que se van automáticamente del país porque les da miedo que estas bandas criminales tomen represalias en su contra o de su familia. El promedio internacional de víctimas que mueren durante el secuestro es un 10 por ciento, un porcentaje que en el país sudamericano asciende al 14 por ciento.

Cobrar por perseguir a los delincuentes

Aitor, un comerciante que prefiere no dar sus apellidos, fue secuestrado en la puerta de su casa, en El Cafetal, el pasado mes de abril. Los captores pidieron a su familia 100.000 dólares de rescate. Gracias al asesoramiento de un experto, terminaron pagando solo el 10%. Cuando Aitor se dispuso a denunciar el secuestro fue a la sede del Cicpc (Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas) en Quinta Crespo, donde se llevó una desagradable sorpresa: «Lo primero que me preguntaron era si me había autosecuestrado para vengarme de mis padres. Luego me abrieron un expediente y me enseñaron una base de datos con fotos de plagiarios, identifiqué a varios y fue cuando me pidieron dinero para matarlos».

Según fuentes policiales, la falta de espacio en las cárceles provoca que los delincuentes salgan en libertad a la semana y que vayan tras los agentes para vengarse. Los funcionarios piden dinero para matarlos porque «se juegan la vida» cuando van a los sectores populares a buscarlos.

«La banda que me secuestró era la de la Cota 905 (la más experta en Caracas) y la policía me pidió 100 dólares por cabeza», señala Aitor.

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