Un nuevo análisis físico-químico solicitado por Armando.Info a investigadores de la UCV demuestra que la leche en polvo que en la actualidad se distribuye en el programa de asistencia alimentaria del Gobierno venezolano, aunque bajo nuevas marcas, sigue teniendo un pobre desempeño nutricional que pone en riesgo la salud de sus consumidores. Mientras tanto, un misterioso proveedor consigue monopolizar las importaciones y las ventas de México a Venezuela van en aumento.
Por PATRICIA MARCANO/ CLAUDIA SOLERA/ ROBERTO DENIZ
La pobre calidad de las leches en polvo de origen mexicano que vienen en los combos Clap (por Comité Locales de Abastecimiento y Producción, el programa asistencial estrella del Gobierno venezolano de Nicolás Maduro) quedó comprobada con un reportaje inicial publicado en febrero de 2017 por Armando.Info a partir del estudio físico-químico que el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Central de Venezuela (UCV) realizó, a pedido del website, a ocho marcas de leche en polvo repartidas en el último trimestre del año pasado a través del plan estatal.
Ahora, un año más tarde, Armando.Info encargó otro análisis físico-químico al mismo centro de investigaciones. Esta vez, se tomaron muestras de seis presentaciones, todas de origen mexicano, y que fueron las más comunes en los combos Clap que el Gobierno distribuyó en lo que va de año entre sus beneficiarios: Lacto Más, Chimax, Santa Paula, Vitalac, Vilec y Vaca Milk.
Ninguna de ellas fue analizada en el estudio anterior, pero los resultados ratifican las tendencias del año pasado. La leche en polvo mexicana de los Clap es una sustancia de composición variable que está muy lejos todavía de cumplir con los valores recomendados por el Instituto Nacional de Nutrición (INN) en la Tabla de Composición de Alimentos y en la norma venezolana Covenin 1481 sobre leche en polvo.
Frente a lo que arrojó el análisis de las muestras de finales de 2017, en este segundo semestre de 2018 apenas se registra una cierta mejoría en los niveles de proteínas. La mejora, que es leve en sí misma y no alcanza los estándares exigidos, luce todavía más pobre si se considera que ha debido responder a una exigencia del cliente, el Estado venezolano.
Apenas dos días después de que Armando.Info publicara, en febrero de 2017, los resultados del primer análisis efectuado por los investigadores de la UCV, a los proveedores mexicanos llegó una circular de la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex), encargada de centralizar las importaciones públicas en Venezuela, exigiéndoles la presentación “ante la empresa verificadora y Corpovex, con carácter obligatorio, del Registro Sanitario y el Certificado de Libre Consumo en el País de Origen, de todos los rubros alimenticios embarcados que corresponden a los productos” para los Clap, “sea en la modalidad de combos o carga suelta”.
De acuerdo a los nuevos resultados arrojados por el análisis físico-químico de la UCV, cuatro de las marcas medidas contienen partes de proteínas próximas al valor de 29 gramos por cada 100 gramos de producto contemplado en la norma. De hecho, en sus empaques las marcas Chimax, Vilec, Vitalac y Santa Paula aseguran contener los 29 gramos, algo que no es del todo cierto: sus aportes de proteínas oscilan entre los 25,32 y 27,8 gramos. Lacto Más, en cambio, se queda escandalosamente corta: 3,47 gramos de proteína por cada 100 gramos, ni siquiera una quinta parte de lo fijado en la normativa nutricional venezolana.
En los demás componentes el desempeño real de las distintas marcas sigue siendo magro y, lo peor, encubierto por el engaño.
Por ejemplo, en la medición de calcio: las leyendas de los empaques Lacto Más, Chimax, Santa Paula y Vitalac, indican tener 900 miligramos del mineral por cada 100 gramos del producto. Pero la prueba físico-química pone los puntos sobre las íes: en realidad oscilan entre 179,63 miligramos -Lacto Más- y 527 miligramos -Santa Paula-, valores muy por debajo de los 949 miligramos de calcio exigidos para la leche en polvo completa en la norma nutricional venezolana. Vilec, identificada como semidescremada, posee 528 miligramos de calcio por cada 100 gramos, menos de la mitad de los 1.290 miligramos que fija la normativa para la leche en polvo descremada.
El desfase supone que un niño de entre dos y cuatro años de edad debería tomar más vasos del producto para cubrir su requerimiento mínimo diario de calcio. Con Vilec y Santa Paula tendría que ingerir 3,2 vasos, mientras que Lacto Más obliga a consumir 9,3 vasos, en lugar de los 1,8 vasos que bastarían si se tratara de una leche completa estándar. Para un adulto se necesitarían 6,3 vasos de la leche Santa Paula y hasta 18,6 vasos de Lacto Más para saciar su demanda diaria del mineral.
Pablo Hernández, profesor de Nutrición Humana en la UCV, advierte que la carencia de este elemento puede provocar graves descalcificaciones.
A la falta de calcio detectada se le suman, de nuevo, los excesos de carbohidratos y sodio. Sólo en Lacto Más el contenido de carbohidratos supera en 215,8% lo establecido por los estándares y, de paso, el valor real casi duplica al reportado por el fabricante en la etiqueta.
Los niveles de sodio también son exorbitantes. Chimax, con 1.856 miligramos, quintuplica los 370,8 miligramos por cada 100 gramos de producto establecidos en la norma. En la marca Santa Paula el resultado de 1.632 miligramos cuadruplica la cantidad máxima indicada por el Instituto Nacional de Nutrición. Son dosis que casi superan la recomendación de ingesta diaria de sodio de la Organización Mundial de la Salud, fijada en menos de dos gramos.
Las quejas de los consumidores venezolanos contra algunas de estas marcas circulan en las redes sociales con regularidad. “La leche Lacto Más que trae el Clap es pésima. Estuve dos días con fuerte ardor en el estómago por consumirla. Lamento que desde México nos estén enviando esa pésima leche. Los corruptos de allá y de acá se las verán con Dios por envenenar a los niños de Venezuela con esa leche”, tuiteó el 2 de julio el usuario @joseprool.
Maritza Landaeta, coordinadora de investigación de la Fundación Bengoa y médico especialista en Planificación Alimentaria y Nutricional, advierte de los riesgos del exceso de carbohidratos entre los consumidores tradicionales de la leche en polvo en los hogares venezolanos. “Esto hace que el niño presente flatulencias, se le distienda el estómago, sufra de dolores e incluso llegue a presentar vómitos y diarrea. Igual pasa con los adultos mayores”.
Subraya, además, que en un contexto de malnutrición como reflejan los más recientes boletines de Cáritas Venezuela y de mayor dependencia de la caja CLAP en los hogares, estos productos agravan el cuadro de salud de los venezolanos.
“Los niños que llegan con desnutrición grave tipo kwashiorkor o edematosa (se hinchan por carencia de proteínas), o tipo marasmática (piel pegada a los huesos por falta de calorías), tienen entre sus antecedentes la ingestión de estos productos, que lo que hacen es contribuir a agravar la situación, y no a paliarla, porque de alguna manera funcionan como si el niño adquiriera una infección: le producen diarrea, vómitos, dolor de estómago, el niño rechaza el alimento y comienza ese círculo vicioso de infección y desnutrición”.
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