Educación venezolana en emergencia, por William Anseume

Educación venezolana en emergencia, por William Anseume

Recientemente, la Asamblea Nacional enunció la “Emergencia educativa compleja”. Sin ser los únicos, desde luego, en la Asociación  de Profesores de la Universidad Simón Bolivar hemos alentado la atención por parte de la Asamblea de un tema complejo, envuelto en una crisis compleja a propósito por el régimen del oprobio y el terror que nos domina.

La educación y el trabajo son, según la Constitución, los fundamentos del Estado. Pues esos fundamentos, como el texto fundamental completo, han sido saltados “a la torera” por el despotismo. Los críticos problemas laborales son percibidos a diario en cada esquina del país, con el creciente malestar transmitido en protestas irreverentes en todos lados, producto de la profundización del desconocimiento del trabajo como fuente nutricia para el sostenimiento del país y sus ciudadanos. Hasta eso quiere acaparar la malandra cúpula gubernativa.

En cuanto a la educación, la destrucción ha sido llevada con lentitud, como con seguridad. No hay nivel educativo que no haya sido afectado con el control posesivo del régimen. Para pulverizarlo, adueñárselo y transformarlo en mercadeo discursivo de su “revolución”. Buche y plumas no más. Chocante con el accionar de becas universitarias, reducidas a cuatro bolívares mensuales, con canaimitas edulcoradas, comedores infuncionales e insustanciales,  aparte de las intrincadas violencias permanentes que le imponen la realidad aledaña: gas, comida, transporte, uniformes, útiles, agua, dignidad, que se agostan con el roce diario de la piel ante el aire.





Una de las solicitudes principales a la Asamblea Nacional tiene que ver con la aspiración de desarrollar una Ley de Autonomía Universitaria. Una ley que evite la continua violación de este derecho constitucional. Allí se lució en  plenaria, con su propuesta, nuestro amigo diputado Luis Barragán. Seguiremos articulando con él, su partido, la fracción que dignamente representa, junto a Dignora Hernández y Biaglio Piglieri, entre otros tantos dignos parlamentarios, la atención de esta dificultad tremenda de la universidad venezolana, donde el régimen impone presupuestos y los limita a su albedrío, donde los campus y sus transportes son allanados sin contención y donde hasta se dan el tupé, sin ambages, de designar autoridades enviadas por la dictadura a infiltrarnos, como en la USB, aunque nada tienen que ver con nuestra realidad en nada, desconociendo pronunciamientos claros y serios de la comunidad universitaria.

En las universidades tiene, es imperativo, tiene que haber elecciones, por ejemplo, suspendidas por el brazo jurídico del despotismo, hace ya mas de diez años. La Asamblea Nacional debe fomentar la presión política necesaria con las universidades para que ello ocurra, cuanto antes. La dominación se hace extensa así en la universidad, de no evitarse ya. Las autoridades se sumen en un malsano anquilosamiento, se apegan al poder sin legitimidad, sin valor, mientras se paralizan las aspiraciones políticas, las renovaciones democráticas que oxigenan a las instituciones, a la sociedad.

Las deudas son múltiples. Insistiremos en el saldo de ellas todo cuanto sea necesario, por los caminos civiles que haya se andar. Hasta lograr las aspiraciones de la comunidad universitaria.

La hondura de la crisis, realmente, es una emergencia en la educación venezolana. La de las universidades es altamente destructiva y de un alcance sociopolítico mucho mayor. Por tanto surgen otros proyectos para que la Asamblea Nacional los atienda. De esta emergencia debemos salir, para evitar que sus daños causen aún mayores estragos, de más amplias dimensiones y más irremediables en el enorme tiempo,  como ahora “luce”, para la inmediata reconstrucción.
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