De la tumba a la tumba, por Esther Perozo

Entre la brutalidad, la tortura y la persecución vivimos todos los que hoy se oponen a este régimen mal llamado revolución bolivariana.

Basta con autodenominarte opositor para padecer la persecución obligatoria de un gobierno que no tiene ni el más mínimo respeto por sus adversarios políticos, simplemente por tener diferencias de pensamiento y criterios propios de seres humanos distintos.

La persecución se hace insostenible cuando llega hasta la puerta de tu trabajo, obligándote a votar por el candidato que ellos decidan porque de lo contrario eres blanco de un despido injustificado, cuando te obligan a poseer un distintivo gubernamental para poder gozar de ciertos beneficios que te corresponde por el simple hecho de ser venezolano, cuando para poder comprar un producto de la cesta básica necesitas estampar tu huella de identidad, cuando para solicitar algún trabajo sales reflejado en una lista por haber firmado en contra de su política; pero mucho más cuando queriendo ejercer tus derechos constitucionales, eres sujeto a la brutalidad de las fuerzas gubernamentales, encarcelándote bajo el concepto que eres culpable y te someten hasta la tortura por el simple hecho de luchar por un bien común, donde más temprano que tarde, ellos también saldrán favorecidos.





No hace falta investigar mucho para saber que cuando se violan los derechos hay más de un culpable. Es tan culpable aquel que obedeciendo órdenes comete delitos de lesa humanidad, como el que está en la obligación de garantizar el buen estado de salud física y mental del detenido, si quienes en condición de custodio comete torturas aberrantes, son tan culpables como los funcionarios de alto rango como Nicolás Maduro, Vladimir Padrino López y Néstor Reverol por no actuar para prevenir estos abusos.

El Artículo 43 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela habla claramente de la responsabilidad del Estado con los privados de libertad.

Hasta ahora, cinco venezolanos han muertos en extrañas circunstancias en las inmediaciones del SEBIN: Juan Carlos Sánchez de 32 años, asesinado en el 2004 por razones políticas, específicamente por ser socio de Rolando Guevara vinculado en el asesinato del fiscal Danilo Anderson. Germán Delgado de 25 años, escolta de la periodista Patricia Poleo y ex guardaespalda del General Néstor González. Rodolfo González (El Aviador) de 63 años, murió presuntamente ahorcado en celda del Helicoide. Carlos Andrés García, Concejal de Guasdualito, falleció luego de haber sufrido un ACV mientras estuvo detenido en el SEBIN y en la que fue negada asistencia médica. A Carlos García le fue otorgada la medida cautelar de casa por cárcel dos días antes de su muerte, una medida considerada como un destiempo por sus familiares, quienes afirmaron que la medida la realizaron para evitar que se les responsabilizara por su inminente muerte. Y ahora Fernando Albán, concejal de Caracas de la Unidad, “falleció” este lunes 08 de octubre, tras haberse “lanzado” del décimo piso de la sede del SEBIN, ubicado en Plaza Venezuela, según información del Fiscal General de la República, Tarek William Saab.

Albán, fue detenido por efectivos del SEBIN el pasado 5 de octubre, por su presunta participación en el ataque con drones el pasado mes de agosto contra el presidente Nicolás Maduro.

Tras la contradicción en las declaraciones de Saab y Néstor Reverol quien aseguró que Albán, iba a ser trasladado al tribunal, encontrándose en la sala de espera del Sebin, “se lanzó” por una ventana de las instalaciones cayendo al vacío, ocasionándole la muerte, deja en tela de juicio la claridad de los hechos. Todos muertos en extrañas circunstancias y con alteraciones en las versiones suministradas por propios los voceros del gobierno. Suponiendo la veracidad de la información suministrada por estos, que indican que los privados de libertad atentaron contra su vida, la pregunta es: ¿Qué pasa en el SEBIN que los detenidos deciden suicidarse? ¿A qué tipo torturas son sometidos que con tan poco tiempo detenidos pierden la lucidez y son capaces de atentar contra su vida? ¿Qué pasa en esas mazmorras que los detenidos prefieren morir por su mano que por las manos de sus custodios?; quienes deberían velar por la integridad de cada uno de los detenidos que ahí permanecen y los llevan de la tumba a la Tumba.

En mi opinión personal como es la opinión de la mayoría de los venezolanos, suicidio en custodia es homicidio.

Esther Perozo

Secretaria general

Unidad Visión Venezuela Zulia

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