Armando.info: El holocausto de los 3.000 dializados que la crisis de insumos se llevó

Armando.info: El holocausto de los 3.000 dializados que la crisis de insumos se llevó

 

 

Desde hace tiempo se intuye que la catástrofe socioeconómica de Venezuela se ha traducido en una mayor mortalidad, si bien la relación causa-efecto no siempre es fácil de establecer por la falta deliberada de estadísticas confiables. Pero una tendencia insólita, que podía pasar por buena noticia, ofrece la oportunidad no solo de destapar un drama, sino tal vez la identidad de sus responsables: el número de usuarios de los servicios de hemodiálisis ha bajado de manera drástica y, a pesar de las precariedades del suministro de insumos, de máquinas descuidadas y hasta de la falta de agua corriente, sobran los cupos. Hay indicios de que se les dejó morir por incompetencia, publica armando.info.

Por ISAYÉN HERRERA

Entre la avalancha de noticias apocalípticas que Venezuela produce, las estadísticas parecen deparar una buena nueva por fin: el número de pacientes en hemodiálisis ha disminuido drásticamente, como si por arte de magia ya las personas no se enfermaran de insuficiencia renal.
De 13.235 pacientes que se registraban en hemodiálisis para noviembre de 2014, quienes acudían tres veces por semana a la terapia de sustitución renal, para junio de 2018 quedaban 11.478 personas que apelan a esos servicios, según datos extraoficiales del Instituto Venezolano de Seguros Sociales obtenidos para este reportaje.

También ha disminuido el número de pacientes que optan por la diálisis peritoneal, que se hace a domicilio: mientras en 2014 se registraban 1.881 personas, en 2018 eran 469.

En total, 3.169 personas menos.

Las cifras pintan, sin embargo, una ecuación que tiene una incógnita difícil de despejar: ¿cómo sucede esto, que los cupos para dializar queden baldíos, cuando desde hace más de un año los trasplantes renales han estado paralizados por falta de insumos?

La crisis de escasez de insumos, que lleva al menos dos años, cobró mayor fuerza cuando el ex ministro de Salud, Luis López, tomó las riendas del Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS) en noviembre de 2017, en sustitución del general Carlos Rotondaro, quien completó diez años en el cargo, una longevidad inusual en el Estado chavista.

La breve gestión de López estuvo marcada por la opacidad de la información y el abandono a pacientes crónicos.

El 22 enero de 2018, de forma inédita, se agotó el inventario para las unidades de diálisis en el país porque el Ministerio para la Salud y el Seguro Social no pagaron la orden de compra en diciembre del año anterior. Ese mismo día, 32 unidades de diálisis se paralizaron en trece estados del país. El colapso equivalía al inicio de una cuenta regresiva para los pacientes crónicos, a los que solo les quedaban horas de vida.

Los datos extraoficiales obtenidos por Armando.info revelan que entre octubre de 2017 y junio de 2018 murieron 2.486 personas que recibían regularmente la hemodiálisis tres veces por semana en 86 de las 147 estaciones que hay en el país.

El lapso no es caprichoso, sino que corresponde a los pocos meses en los que López llevó a cabo su gestión Y la cifra de fallecidos en ese plazo también es significativa: para el año 2013, el Ministerio de Salud reportó en su Anuario de Mortalidad que habían muerto 1.666 personas con enfermedad renal crónica. Aunque no se especifica cuántos de estos venezolanos recibían la terapia de sustitución renal, esta cifra de referencia evidencia que la mortalidad en enfermos renales aumentó al menos en 49% en cinco años.

Hasta entonces, el número de enfermos renales siempre había ido en ascenso hasta colmar las unidades de diálisis. En 2013 la ex directora nacional de Nefrología, Diálisis y Trasplante del IVSS, Patricia Medina, informó al diario Últimas Noticias que se había creado un horario nocturno en los centros de hemodiálisis para atender la alta demanda. Detallaba que entre 2011 y 2012 la cantidad de pacientes que necesitaban la terapia de sustitución renal había subido un 7,9%, es decir, entre 75 y 100 pacientes pedían ser incluidos en el programa y en un año casi mil personas más dependían de estas máquinas para seguir viviendo.
Y Entonces vino el súbito bajón, ¿Un milagro?

No: la enfermedad renal no dejó de tener incidencia en el país. Pero la crisis de salud se instauró.

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