La negociación de un país secuestrado, por Luis Manuel Aguana

La negociación de un país secuestrado, por Luis Manuel Aguana

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Para aquellos que puedan haberse confundido con el título de esta nota, no me estoy refiriendo a la negociación que intentan ahora realizar con el régimen los factores que han sido enemigos de sacarnos de encima esta pesadilla sino de convivir con ella. Vuelve de nuevo Rodríguez Zapatero, ahora renovado con el auxilio del nuevo gobierno socialista español, a intentar convencer a la comunidad internacional, comenzando con la Unión Europea, que la solución de Venezuela pasa porque Maduro se quede de una manera negociada con la oposición oficial. Ahora no es solo Rodríguez Zapatero sino el propio gobierno de España, cuando su Canciller dice que “no es oportuno que se investiguen los crímenes de lesa humanidad en Venezuela porque eso podría afectar negativamente la posibilidad de una salida dialogada al conflicto ¡Qué horror! (ver  https://twitter.com/Gbastidas/status/1052546230222540800). Y encima de eso también se ocupan de Lorent Saleh, ahora convertido en ficha de buena voluntad de la tiranía de Maduro. Nunca antes una liberación había tenido tanto hedor de componenda.





Me refiero con el título a cómo hacer para negociar la entrega de un país del secuestro con rehenes más grande del mundo del que es víctima (ver Venezuela: la situación de secuestro con rehenes más grande del mundo, en http://ticsddhh.blogspot.com/2018/10/venezuela-la-situacion-de-secuestro-con.html). En un país completo sometido a una situación secuestro con rehenes, como ocurre con el nuestro, las magnitudes son diferentes a las que se plantean en un caso de secuestro con rehenes común. En el caso de un país las magnitudes involucradas cambian los actores, más no la situación. Veamos.

De acuerdo con los especialistas en seguridad, el secuestro con rehenes tiene tres etapas (ver Etapas en una situación de rehenes, en http://segured.com/etapas-en-la-situacion-de-rehenes/) que pueden resumirse de la siguiente manera, llevándolas a nuestro caso país: a) una mafia de delincuentes lograron apoderarse del gobierno y secuestraron personas y bienes; b) negociación con los secuestradores para evitar un mínimo de daño a los rehenes “encuadrándolos en una actitud mental favorable a la solución pacífica”, oyendo sus exigencias; c) presión por el desenlace (me lleva él o me lo llevo yo, Carlos Vives dixit).

Aunque en la terminología de los especialistas un secuestro no es lo mismo que una toma de rehenes (ver http://segured.com/diferencias-entre-el-secuestro-y-la-toma-de-rehenes/), en la práctica históricamente se ha referido como tal a ese delito que viene derivado de otro:“Desde el punto de vista de las ciencias policiales, se debe aprender a distinguir entre toma de rehenes, situación de rehenes, robo con rehenes y secuestro propiamente dicho. Cuando los noticieros de todo el mundo anunciaban cómo un grupo subversivo había tomado por asalto a la embajada de Japón en la ciudad de Lima, Perú, se referían con frecuencia al hecho como un secuestro, cuando en realidad se trató de una toma de rehenes con fines políticos. El lugar de reclusión estaba claramente definido, a la vista de las autoridades, y los pedimentos fueron de corte político.”.

En Venezuela de una manera u otra todos somos rehenes, activos o potenciales. Los activos son los que ya se encuentran en las mazmorras del régimen, y el resto somos potenciales al todos tener un numero que puede hacer efectivo el régimen a su antojo si ve de alguna manera afectada con alguien su permanencia en el poder. De allí que afirmemos nuestra situación de rehenes en nuestro propio país. Además, si no somos víctimas de los cuerpos de seguridad del régimen, lo somos del hampa controlada de alguna manera por este. Por otro lado, los recursos de Venezuela igualmente se encuentran bajo el poder de disposición de aquellos que se han hecho de ellos por la fuerza de las armas de la República, y no por la anuencia democrática de los venezolanos. Eso define claramente nuestra situación de rehenes.

Teniendo entonces en consideración que: a) nos encontramos secuestrados en nuestro propio país por un grupo fuertemente armado; b) la población no está en posición de oponerse a esa situación so pena de tortura y muerte; c) algunos grupos negocian privilegios de “oposición”, colaborando con el fin de que la situación de rehenes continúe con un disfraz democrático ante el mundo, a cambio de cohabitación y negociación de espacios por migajas de poder; d) el régimen se apresta a cambiar la constitución a través de mecanismos electorales secuestrados, con el fin de consolidar y legitimar esta situación de secuestro de manera “legal” y “constitucional”, entonces Venezuela necesita un desenlace urgente de esta situación de rehenes (llegar a la etapa 3), pero ésta definida en estos términos no ha comenzado siquiera la etapa 2. Es decir, a pesar de haberse consumado un secuestro de personas y bienes, aun no comienzan las dos etapas restantes de una situación de rehenes.

Hagamos un ejercicio hipotético.  Si se comenzara la segunda etapa,  esto es, la negociación por la liberación de Venezuela, ¿quiénes serían el “negociador de la policía”, con suficiente poder de disuasión externo para lograr que la situación cambie, y quienes serían los portavoces de los secuestradores? Y lo más importante, ¿cómo sería esa negociación? ¿Que pedirían los secuestradores? ¿Sobre qué base negociaría el “negociador de la policía”?

No existen experiencias previas en el mundo que igualen la situación venezolana. Aunque el régimen se esconda tras la ideología comunista como base para sus desafueros, en el fondo lo que estamos percibiendo aquí es un negocio criminal con ramificaciones planetarias. El negocio de la droga y todos sus derivados, como el blanqueo de capitales a escala mundial, que se suma al financiamiento y exportación del terrorismo, hace de nuestro país un enclave extraordinario para todos los grupos que desean el rompimiento del orden democrático establecido de occidente.  Nada menos. Esta no puede ser una situación tolerable para la Comunidad Internacional del hemisferio.

Dado este cuadro complejísimo, la Comunidad Internacional del hemisferio debe asumir directamente este problema y establecer inmediatamente un equipo negociador que haga las veces de “negociador de la policía”, con suficiente poder y fuerza disuasoria  para someter a los secuestradores. ¿Qué se negociaría aquí? Un mecanismo para el establecimiento de un Gobierno de Emergencia en Venezuela que ponga fin a la situación de rehenes de sus habitantes. ¿Con quién se negociaría eso? ¿Con Nicolás Maduro y su círculo cercano? No lo creo. Eso debería negociarse directamente con quienes tienen realmente el poder que sostiene el estado de cosas en Venezuela, comenzando por los países que les dan soporte internacional –Cuba incluida- y los militares que sostienen al régimen. ¿Les parece ilusoria o escandalosa esta propuesta? Esa negociación nos ahorraría muchas vidas y dolor al pueblo venezolano. El tamaño del problema continental que está ocasionando Venezuela escapa a cualquier magnitud que se haya presentado en el pasado y amerita soluciones creativas del mismo calibre.

¿Y cómo se arribaría a ese Gobierno de Emergencia? ¿Acudiendo a cualquier elección con el CNE como lo proponen los colaboracionistas? Si no fuera tan grave daría risa. No es posible en este momento contar con ninguna institución en el país, particularmente la electoral, porque están completamente corrompidas en el afán del régimen de permanecer en poder; por lo que se requiere ir a un esquema de apoyo técnico electoral supra nacional que provenga de la mano de organismos internacionales como garantes de la transición, todo esto apoyado por la sociedad civil venezolana. Eso sería un componente fundamental a aportar por el equipo negociador. Es necesario reconstruir absolutamente todo el aparato institucional del Estado recurriendo a la base misma de toda democracia: la soberanía popular.

Ese equipo negociador debe exigir a los secuestradores que se permita en Venezuela la expresión popular en su concepción primaria y que ellos se sometan a su dictamen. ¿Qué creen ustedes que pedirían de vuelta los delincuentes que detentan el poder? Lo mismo que le pidió Chávez a los militares el 11 de Abril de 2002: garantías para su vida y la de sus familiares, con la seguridad de no ser enjuiciados. Que se las den o no dependerá de la fuerza que se le imponga a la negociación.

Hasta ahora la Comunidad Internacional ha realizado lo que ha dictado el protocolo que rige para una dictadura convencional, sancionando a sus protagonistas pero esto no ha sido suficiente. Los responsables sancionados se han atrincherado en el país haciéndole más daño a la población. Creo que ya vamos tarde para entrar en la segunda etapa de la situación de rehenes. Pero, ¿quién debería tomar la iniciativa para comenzar? Definitivamente la iniciativa debe venir de fuera, y antes de pensar en sanciones al país como lo sugiriera el ex Embajador William Brownfield (ver El Impulso https://www.elimpulso.com/blog/2018/10/17/exembajador-de-ee-uu-da-sugerencias-ante-la-situacion-economica-en-venezuela-17oct/) , una de las voces diplomáticas más autorizadas y oídas de los Estados Unidos para asuntos venezolanos y latinoamericanos, y dejar que esto “se caiga solo” con las consecuencias que eso tiene para nosotros, los actores internacionales hemisféricos, comenzando por los Estados Unidos, deben considerar tener un rol más activo que pasivo ante esta situación que también a ellos les afecta. Ya es hora de comenzar la negociación de un país secuestrado.

Caracas, 19 de Octubre de 2018

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