Las volátiles “mesas” con el ministerio de educación universitaria, por William Anseume

El Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología vuelve a plantear su manera de escabullirse de las problemáticas hondas generadas en las universidades nacionales con unas “mesas” disuasivas que le permitan ganar al menos tres meses ya iniciados  “sin paros y sin protestas”, como pidió el viceministro Carlos León el día de instalación de las “mesas”. Esta disuasión del ánimo contestatario ha tenido su historial negativo en el sector universitario, especialmente cuando el fallecido presidente Hugo Chávez las desconoció por completo y ordenó, en términos militares, como se hace desde entonces,  los sueldos a su “real saber y entender”.

La idea de las “mesas” volátiles sigue en pie, según una nefasta reformulación económica que ha perjudicado a todos los trabajadores venezolanos, especialmente a los públicos, echando por tierra los alcances tanto en los sueldos como en los demás beneficios socio-económicos.  Una reformulación ideada por el régimen, impuesta por el régimen, inconsulta por el régimen con sector alguno; ahora ese régimen desesperadamente busca respaldo y respiro hacia ella,  para concretar su implementación en espera, hasta enero, cuando, según el ministro, se logren los benéficos alcances de estas medidas que han significado el incremento de la inflación, del cobro de impuestos, de los pasajes, del metro, hasta de la gasolina, así como de una regresión absolutamente ilegal en todos los alcances laborales y las convenciones colectivas. Sabemos el estruendoso fracaso económico actual y venidero.





Las mesas se instalaron y a ellas acudimos con FAPUV. Previamente, Hugbel Roa pedía “sacrificios” al sector universitario, como si no hubiera sido bastante el sacrificio de más de 18 años que tiene en ruina a las universidades; mientras la mayoría de los profesores se encuentran, sino arruinados, idos por el mundo, en diáspora huyente, o por irse, en busca de un trato digno a su actividad de producción y difusión del conocimiento. Convocan porque saben del resquemor instituido en la sociedad trabajadora y productiva venezolana, porque saben de la inaguantable situación social a la que el trastoco de las condiciones no ayuda para nada. Achataron las escalas: no se estimula la investigación; partieron de un salario mínimo para pagar las tablas: hacen regresivos los intangibles derechos laborales. Desconocen la protección en salud del trabajador y su familia. No pagan acorde a la Constitución ni a las leyes laborales ni a los acuerdos internacionales. Las “mesas” volátiles son la panacea para el silencio, creen.

Conocedor del interés gubernamental por ganar tiempo y nada más, era partidario de despreciar absolutamente estar allí. Demócrata convencido, atendí la voz de la mayoría de los presidentes de FAPUV y allí estamos, a mi manera de ver haciendo el ridículo pasaje de escuchar funcionarios elucubrando ficciones. No hemos obtenido nada. Ya lo han dicho, en estos tres meses nada más obtendremos, producto de las mesas. Ya fuimos, ya estuvimos, ya escuchamos, ya dijimos. ¿Qué queda? Volver a la calle, como este jueves, a exigir el respeto que se le ha negado a nuestros derechos laborales conculcados. Si quieren silencio, gritemos lo que no quieren oír. Porque lo que impusieron lo hicieron inconsultamente; ahora nos buscan para calmarnos, con adormecedoras palabras que no duermen, porque no pueden embaucarnos más. No sé qué necesitamos para abandonar ahora las volátiles “mesas”. No hay más nada que discutir. Ellos saben las carencias y nosotros sabemos que, si hubieran querido, los problemas hubieran sido subsanados o comenzados a subsanar. No son tiempo de carantoñas con los opresores.

Que se vayan o se queden las “mesas” volátiles da igual. El problema es que ellos no quieren agenciar las necesidades. Las universidades libres son enemigas para ellos, por eso no permiten elecciones, por eso no apoyan la creación ni la difusión del conocimiento, por eso el IVIC dice hoy sus verdades de extrañamiento presupuestario e institucional. Hay una política de destrucción de las universidades, de la ciencia, del arte, de la creación, de todo lo que sea libertad y esto si se discute en una “mesa” es para buscar otro modelo, más amplio, más necesario, más propenso a la libertad. No esto de atropellar a diario a los trabajadores y las instituciones. En las “mesas” no está la solución. Ya lo sabemos. Ya lo sabíamos. No es tiempo de elegancia diplomática.

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