Alfredo Maldonado: El imperialismo de verdad empieza en Santa Elena de Uairén

Alfredo Maldonado: El imperialismo de verdad empieza en Santa Elena de Uairén

Eso por ponerle un sitio de entrada, una puerta, porque en realidad la frontera es mucho más extensa, miles de kilómetros en los cuales, tradicionalmente, la presencia política, social, gubernamental, económica y militar venezolana ha sido más escasa incluso que en la otra frontera, la andina y zuliana con Colombia.

Venezuela, país con tantos gobiernos militares, con tantos gobernantes civiles de pomposo hablar –sin negarles méritos, que también los han tenido- ha sido una nación con grandes diplomáticos sin respaldo y una falta de estrategia diplomática coherente, perseverante y exitosa. Nuestros gobernantes y sus partidos han pensado siempre mucho más en la política de barrio que en la política de estado. Son amantes del micrófono y la cámara en sus narices, que de la historia y sus responsabilidades.

La historia de la Venezuela fronteriza está llena de grandes representantes y ninguna perseverancia. Mucha defensa de principios y documentación, y poco peso de la fuerza de la presencia. Sobran los casos de centenares de hectáreas despobladas, olvidadas, de este lado, llenas de actividad en los lados contrarios. Demás está insistir en la indolencia del militarismo chavista frente a los casos de fronteras con Guyana, por ejemplo, y las lejanías de minas y parques invadidos por aprovechadores y fascinerosos a sus anchas, sin defensa institucional venezolana alguna.





Entre las fronteras más misteriosas están las del sur, selvas densas y extensiones interminables donde nadie sabe exactamente donde están los mojones fronterizos y sólo se sabe de tierras desoladas químicamente por desaprensivos buscadores de oro, naturaleza descuidada, soledad institucional e indígenas que, abandonados a su suerte y explotados, derrotan con sus lanzas y flechas a los pocos militares que, aunque tengan pistolas y fusiles Kalashnikov, también están dejados de su cuenta y riesgo. Que los altos funcionarios revolucionarios hablen de la riqueza y grandes perspectivas del Arco Minero, y de kilos y toneladas de oro que ellos traen al Banco Central de Venezuela, es un amargo sonido a hipocresía, desconocimiento e irresponsabilidad.

Ahora la balanza política regresa en el país realmente imperialista de América a la derecha más conservadora y con firme mentalidad militar, mientras en Caracas los políticos habituales se disponen a caer en la misma ingenuidad ya habitual de habladera de paja, mientras el Gobierno que se autocalifica de revolucionario, plagado de militares sin acción y de políticos sin calificación, no sabe qué hacer en nada de lo que se propone, inventa criptomonedas sin respaldo y devalúa papeles que nada pueden comprar –ni siquiera a sí mismos- porque van a contramano de cualquier economía razonable.

En Brasil los venezolanos están viendo y comprobando la eficiencia y seguridad que ya no encuentran en Venezuela, y no de la mano del camarada preso por ladrón, Da Silva, y su partido de trabajadores decepcionados, sino de militares profesionales del gobierno de centro derecha que se desembarazó de mitos y falsedades como “Lula” Da Silva y Dilma Rousseff, entre otros fracasos.

El Gobierno de Michel Temer fue de adecuada transición y ahora hasta las empobrecidas favelas votaron por el regreso a la derecha militarista. Un espejo en el cual deberían mirarse nuestros políticos tan habladores que poca idea tienen de la otra realidad de Brasil: el imperialismo expansionista.