Señores del Gobierno de Cuba.
He decidido escribirle a miles kilómetros de distancia, sabiendo que estas líneas llegarán a recoger mucho de lo que hoy anida en nuestros corazones.
Cuando hablo de “nuestros”, uso el plural, porque somos muchos. Somos más, quienes no aceptamos la corona que ustedes intentan imponer a los venezolanos, que decidimos salir con Bolivar- gloria del Continente- a liberar a otros; nunca a conquistar.
He ahí la enorme paradoja, -noble por lo demás-, que nos ocupa a los venezolanos. No hemos sido amos de nadie por la fuerza. Y en plena era de la información y la Globalización nos negamos a ser súbditos de ustedes.
Nunca jamás, ni en tiempos de la Colonia, nuestra nación había estado tan sometida a otra. Jamás, ni en los tiempos cuando Bolívar enfrentó al salvaje imperio español, habíamos presenciado una situación de tal vulnerabilidad.
Ahora, cuando las cosas se hacen evidente, queda desnudada la verdad: ustedes manejan el Gobierno de Venezuela.
La vida política del país está en manos de su nación, y no de la nuestra, una de las humillaciones más grandes de nuestra historia reciente.
El Presidente de la Republica, ha viajado, óigase bien, a la República de Cuba miles de veces a enterarse de qué, dónde, y en qué condiciones habrá de gobernar esta aldea en que ha convertido Venezuela. Una y otra vez ha repetido ese espectáculo.
El Jefe de Estado venezolano, en manos de los intereses económicos que privan en la relación por ustedes mantenida, ha sido jurungado en su profunda confusión intelectual. Al extremo que se puede concluir que piensan ustedes por él.
Llama la atención, que luego de conocida las complicaciones del Presidente Chávez en en la primera semana de diciembre de 2012, el Gobierno de Cuba lo haya mandado a Venezuela, por tres días, a comunicar lo que La Habana había decidido, que Nicolás, el nuevo líder -líder a la fuerza- de la revolución bolivariana, era el “ungido”por los cubanos. Acto seguido, el Presidente Chávez volvió a Cuba caminando para una vez complacidos los deseos de La Habana, no volver a hablar, habida cuenta que enmudeció. Y murió.
Hoy, ustedes, que deben odiar muchísimo a Venezuela, han convertido a Caracas en una copia de La Habana.
Nuestros hospitales hoy, son una vergüenza, gracias a la injerencia cubana en todos los ámbitos.
Yo califico de farsantes a todos aquellos que lanzan loas al sistema de salud cubano, porque los avances de la medicina, necesitan, como la lógica indica en un mundo capitalista, dinero para prepararse, para avanzar y mejorar.
Dinero que, por cierto, Cuba, a excepción de la ayuda que recibe de Venezuela, no tiene, habida cuenta que ahí lo que cunde es el desempleo, la prostitución y el hambre. Del resto, esa economía no produce nada, salvo azúcar y garrote contra quienes disientan del régimen.
Cuba, sumida en el desastre económico, no puede recurrir sino a lo que recurren los pueblos cuando no hay avance ni desarrollo ni posibilidades de movilidad social, que es a los brujos, los chamanes, los tabacos y los talismanes, que sólo funcionan en la fe del pueblo depauperado. De hecho, en un país comunista como Cuba, donde no se cree en Dios, la gente recurre, a falta de Dios, al diablo, para que aun a cambio del alma les produzca felicidad en medio de la hambruna que reina sus calles.
El creciente engaño que se ha cometido contra el pueblo venezolano, el secuestro que para su uso y abuso hacen los cubanos y su gobierno de la información de los servicios secretos como el DIM y el Sebin ( el actual) , nos pone en una situación de indefensión que lesiona la soberanía de nuestro país.
Pero claro está, y por más insólito que sea, la nación venezolana, está a merced de ustedes y del maquiavelismo que a lo largo de la historia ustedes han demostrado tener. Prueba de ello, el Che y su trágica desaparición en Bolivia, una vez abandonó Cuba, o el mismo Carlos Andrés Pérez al que ustedes llenaron de loas y respaldos en medio del Golpe de Estado dado por el Presidente Chávez.
Gracias, por todo, Cuba.
Leocenis García
Coordinador Nacional de Prociudadanos
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