Luis Velázquez Alvaray: El muro de Berlín no ha caído completamente

Luis Velázquez Alvaray: El muro de Berlín no ha caído completamente

Hace 29 años el pueblo destruyó este cascajo, que dividió Alemania y que fue símbolo del fracaso del sistema comunista, no solo en Europa oriental, sino en todo el mundo.

La historia grabó el triste episodio – teatro vivo de las injusticias-que representó este régimen para la humanidad. El totalitarismo fue una guerra contra las sociedades que resistieron un drama Orwelliano, recogido por grandes pensadores: Brzezinski, Andre Gidé, Solzhehitsyn, Teodoro Petkoff y muchos más, que han estudiado a profundidad el dislocado movimiento y su expansión internacional en el siglo XX. Sin embargo, algunos han señalado que en este siglo XXI la vigencia totalitaria es residual; si examinamos la actual estructura política internacional, vemos que ese restallar sigue siendo muy dañino para el desarrollo pleno de la libertad.

La mala hierba es difícil combatirla. Renace y persiste en destruir.





Esas ideas contra la libertad y la democracia, siguen campantes abriendo trochas al desatre. El éxito cubano como cáncer social es innegable, de allí que su presencia es un virus que ha llegado hasta los propios Estados Unidos.

El muro de Berlín, el comunismo, ha penetrado el partido demócrata, por su facilidad para mutarse en ecologistas, minorías e intelectuales mercenarios, que viven de los dineros, que los dictadores latinoamericanos esquilman a los pueblos, los nuevos “”gulag” avanzan con muletas como las de BaraK Obama, que les hizo la campaña, bajo el cinismo del que son capaces estos neo herederos de las facinerosas ideas, devenidas del otrora fulgurante imperio soviético; este ex presidente dice defender las minorías, pero en su gobierno se batió el record de deportados del país del norte; igual el senador Sanders, que pareciera hablar desde los pulpitos del fidelismo.

El muro de Berlín, el comunismo, todavía no ha tomado posesión en México y ya destruyeron, mediante falsas posturas democráticas, la obra más importante, que daría impulso económico a millones de mexicanos: el aeropuerto de la capital; igual han invitado para la toma de posesión al tirano más peligroso de América latina: Nicolás Maduro.

Los verdes, que son lobos disfrazados, engañan con posturas ambientalistas a todo el mundo. Se van a Paris a protestar por el cambio climático, pero son incapaces de pronunciar una frase contra la destrucción ambiental más brutal de América Latina: el arco minero venezolano, pulmón del mundo, hoy masacrado, teatro de operaciones guerrilleras y del saqueo masivo del oro, para enriquecer al tirano y sus adláteres.

El muro de Berlín, el comunismo, persiste en el Ortega asesino de Nicaragua, sin que ninguno de los supuestos defensores de las minorías, digan una sola palabra; igual en Bolivia, donde el impostor aborigen Evo Morales, destruye sus ancestros y las culturas autóctonas, bajo el falso argumento de la igualdad social.

En fin, el muro de Berlín, el comunismo enmascarado, destruye medios democráticos, impulsado desde células que medran en algunos centros de estudio, tomados para innobles propósitos, bajo la mixtificación ideológica, para destruir la democracia: Desde allí se prestan para confundir y lograr expandir los comandos esclavistas falsamente revolucionarios. Intelectuales a sueldo, que se revisten en nuevos mantos, para que el muro de Berlín, el comunismo, siga vivo, con falsos investigadores que critican un aeropuerto pero enmudecen ante el autoritarismo, devenido en delincuencia organizada, que asesinan sin descanso, bajo la perversa égida cubana.

La penetración al sistema democrático es tal, que ni Estados Unidos escapa, de la caza periódica de los repotenciados leninistas.