Víctor Jiménez Ures: Libre porte de armas en Venezuela ¿una necesidad?

 

Víctor Jiménez Ures

A diario escuchamos que más y más ciudadanos decentes son víctimas de la inseguridad que campa a sus anchas a lo largo de nuestro país. Sin dudas, y nadie lo puede negar, el alto índice delictivo tiene profundas raíces en la desesperante situación económica, pero también en lo social e incluso cultural. Cierto es que resolver esta problemática corresponderá a los gobernantes de la nueva Venezuela, la que nacerá una vez superado este oscuro capítulo de nuestra historia; y un debate que necesariamente deberá ponerse sobre la mesa es el relativo a la legalización del libre porte de armas.

¿Qué pueden hacer los ciudadanos ante la ola delictiva que los pilla como ovejas indefensas? Sí, está bien… votar… elegir políticos que promuevan ideas claras para abordar esa problemática desde una perspectiva estructural… pero ¿Mientras tanto?… ¿Perpetuar el toque de queda después de las 6:00 pm? ¿Seguir viviendo con miedo, sabiéndose presas indefensas?





A muchos se les escapa, pero la dictadura en su detallado plan, maliciosamente ejecutado, proyectó desarmar a la ciudadanía, previendo dejarla indefensa y a merced de los “Colectivos de paz”, que de esa forma pudieron actuar sin ningún temor la mayor parte de las veces. Lo decimos sin ambigüedades: Cuando el Porte Lícito de Armas se prohíbe, los únicos que se desarman son los ciudadanos decentes, los que respetan las leyes. Es un insulto a la inteligencia pretender hacernos creer que prohibiendo el Porte Lícito de Armas se resuelve el problema de la inseguridad ¿Acaso los secuestradores, asaltantes, narcos, paramilitares y demás delincuentes piden permiso para cometer sus crímenes? ¿Qué nos hace suponer que el hampa necesita autorización para portar armas? ¿Acaso los atracadores se abstienen de asaltar en los autobuses y tiendas en que está guindado el cartelito que dice: “Prohibido el porte de armas de fuego”?

¡Aquello fue una simple y vulgar excusa para desarmar a la ciudadanía y dejarla indefensa! ¿Qué habría pasado en 2014 o 2017 si la población hubiese estado armada? ¿Los colectivos habrían sido tan guapos? ¿Los ciudadanos se habrían visto forzados a correr despavoridos cada vez que se acercaba una caravana de motorizados?. Ahora bien, al hablar de estos temas, las referencias a las tragedias sufridas en EEUU cada cierto tiempo son inevitables, sin embargo, es bueno señalar que estos desgraciados eventos son más bien aislados, si consideramos que se trata de un país con 325 millones de habitantes y que cualquier ciudadano mayor de 18 años puede comprar, incluso armas largas.

En efecto, en Estados Unidos poseer armas es un derecho constitucional, incorporado en la segunda enmienda constitucional, que al respecto reza:

“Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.

Lo anterior, nos permite deducir que justamente la tenencia de armas de todo tipo deviene en una garantía adicional al pacto social celebrado por los ciudadanos estadounidenses. Ciertamente, una ciudadanía que posee armas (cortas y largas) es una Milicia en sí misma, que llegado el momento, defenderá a capa y espada el Modus Vivendi que le garantiza un Estado libre, próspero y democrático; siendo que esa defensa podrá realizarse contra enemigos externos, pero también contra enemigos internos… ¿Cómo reaccionarían los ciudadanos estadounidenses si durante sus protestas pacíficas fuesen habitualmente atacados por hordas de motorizados civiles, armados hasta los dientes, reprimiéndoles violentamente e incluso asesinándoles? ¿Saldrían corriendo despavoridos… como sucedía en Venezuela? Creemos que no.

Podríamos aventurarnos a suponer que en caso de tener una población armada, al estilo de EEUU, cualquier pretensión de autoritarismo asesino y desmantelamiento de las instituciones democráticas chocaría de frente con un Stalingrado en cada casa, edificio, calle, urbanización, parroquia, municipio y ciudad; haciéndole realmente difícil (y quizá imposible) completar sus planes de subyugación. En efecto, nos desarmaron para dejarnos indefensos ante la represión, para darle todo el poder a quien tiene el monopolio de las armas, y subsidiariamente nos dejaron indefensos ante el malandraje.

Ni hablar del mercado negro que se abrió con la ilegalización de la venta de armas de fuego ¿será coincidencia que una de las bandas delictivas más poderosas del país tenga su base justamente en Aragua, donde se asienta el parque de armas de CAVIN? ¿De dónde salen todas esas armas de guerra y sus municiones? ¿Quién las vende? Preguntas que vuelan al aire, por falta de respuestas.

Cierto es que sobran argumentos a favor y en contra (por ejemplo el caso Inglés) de la legalización del porte de armas y que todos son igualmente válidos y bienvenidos en el marco de un debate que debe darse con la mayor de las responsabilidades. Pero eso sí, contextualicemos la situación, por ejemplo: muchos que sufren de urticaria al hablar de Jair Bolsonaro se opondrán automáticamente a la legalización del porte de armas, solo porque éste la apoya (al menos como promesa electoral)… y las cosas no deberían ser así, el debate, cuando se dé, deberá estar acompañado de argumentos sólidos y no de subjetividades políticas.

Venezuela va a cambiar, y desde ya debemos planear su reconstrucción y las garantías de que esta historia no se volverá a repetir, nunca más.

¡Dios bendiga a Venezuela!

Víctor Jiménez Ures

@VJimenezUres