Proyectos de (des) acuerdo, por Luis Barragán

El diputado Luis Barragán

La bancada opositora, democrática y no menos unitaria del 16 de Julio, planteó con cuatro semanas de antelación, un proyecto de acuerdo por el cual declaraba persona no grata a José Luis Rodríguez Zapatero, desembocando en una definitiva aprobación por la mayoría de la Asamblea Nacional, con el intercambio riguroso de criterios y pareceres que reflejaron la pluralidad del cuerpo. Una semana después, se impuso otro acuerdo que, a nuestro juicio, auspicia un diálogo incondicional con la dictadura, también contradicha la instancia con actos y decisiones precedentes.

Luego, es fácil constatar la intención y la modalidad empleada para ambos planteamientos. Por una parte, introducido y anunciado el primer acuerdo, no sólo lo difundimos, sino que quisimos fuese el resultado de una provechosa deliberación – ante todo – de sinceramiento de las posiciones: postergada su consideración, incluyendo la suspensión de una sesión por falta de quórum, fue aprobado después en el curso de un debate al que quiso satanizársele tan injustamente, como un atentado contra la unidad convertida en un mito interesado.

Versamos sobre una herramienta parlamentaria que no debe extrañar a nadie, la palabra, pues, discrepancias como las que pueden apreciarse al decidirse nuestra independencia en 1811, o al aprobar el Acuerdo de Ginebra en 1966, no afectó en modo alguno el espíritu de una genuina y sentida unidad nacional. Así, por otra parte, del proyecto del segundo acuerdo referido sólo se supo en el instante mismo de su lectura y, sin vocación alguna para su debida y pausada discusión, forzó a la Fracción 16 de Julio a salvar responsablemente el voto, aunque – en lo personal – fuimos partidarios de presentar un proyecto alterno que pusiera los puntos sobre las íes, al correr el rumor de una intención que los hechos confirmaron.





Refería Ortega y Gaset que la moneda falsa no logra circular sin la verdadera, y, respecto a este segundo acuerdo, hay aspectos irrefutables, propios del lugar común en la lucha contra la dictadura, que dicen autorizar otros nada convincentes. Por ejemplo, creemos que descarta otras posibilidades de lucha, con la resistencia y obediencia pacífica de una ciudadanía que espera por instrumentos parlamentarios.

En todo caso, en torno a los acuerdo en cuestión, el uno respetó todas las formalidades reglamentarias para la discusión, mientras que el otro, no sólo las sobrevoló o violentó, sino que sintetizó un testimonio de desconfianza en la libre y abierta deliberación. Por ello, salvamos el voto, el elemento que, si fuese el caso, le da carácter histórico real a la jornada.