Chávez, Capriles y Lacava, por @ArmandoMartini

Chávez, Capriles y Lacava, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Expectativas despertadas por obnubilados ciudadanos a la búsqueda de un mesías cayeron en manos de populistas exacerbados, -Chávez, Rosales, Maduro, Capriles, Falcón, y hasta el desteñido rollizo pastor Bertucci- poniendo en ellos fe y esperanza. Fracasaron y defraudaron a la ciudadanía, fueron sólo burlas hirientes.

Ascendientes, descendientes y relacionados entre sí por parentesco de sangre o legal, lloran y se apartan por planteamientos partidistas, con exilio voluntario en búsqueda de mejor calidad de vida y el involuntario político por adversar a la dictadura. Las Listas Tascón y Maisanta -esta última, del sinvergüenza recibido como héroe-, generaron desastrosas consecuencias entre venezolanos y arruinaron a miles de buenas familias. El 16J y otros eventos millones de venezolanos fuimos traicionados, lo que ha reducido al mínimo la confianza ciudadana.

Chávez al principio, ganó elecciones y se robó las demás. Maduro continuo el legado y escamoteó dos. Capriles perdió una y manso, sin pelea, se dejó quitar la otra. Falcón perdió anunciado, pero legitimó a sus amigos y la barbarie. Lacava siguiendo ejemplo, quiso asaltar y robar una elección universitaria -despreciando la autonomía-, pero la valentía y el coraje estudiantil, no lo dejaron, no pudo. Han frustrado, malogrado, y arruinado al pueblo que confió.





El más cruel de los casos para la esperanza opositora, fue Capriles, cuando disputó la presidencia al heredero y éste lo despojó. Los venezolanos, aún los chavistas que, en condolencia y confundidos por el parecido de Capriles con Chávez, habían votado por él. Se aseguraba que el joven inmaduro sería el inicio a la democracia y libertad. Pero el mozo imberbe se amilanó, no respaldó a quienes sufragaron por él, en un acto de irresponsabilidad y estupidez histórica nunca imaginado, no defendió y entregó.   

Se mimetizó con el entorno chavista, acudió a tácticas comprometidas, utilizó la bajeza de la palabra, el embuste, habladera, y trampa, ademanes típicos del populismo. Su coqueteo con el social chavismo fue evidente, habló maravillas de Lula, imitando casi a la perfección a Chávez, sólo faltó trasplantarse la verruga. Despertó fervor como el populista rojo, eufóricos suspiraban y coreaban consignas, deslumbrados con su chabacanería y aparente coraje, que luego demostró jamás tuvo.

Sin pudor ni sonrojo se robaron el título de “líder”, en su momento se embriagaron con lo popular que luego malgastaron porque en realidad, eran, y siguen siendo, simples títeres de una dictadura perspicaz y despiadada. Payasos del castro comunismo, ninguno fue estadista. Y ahora, de golpe y porrazo, una campanada nos despierta del embrujo, pero idiotas glorifican nuevas muestras de desatinos.

De repente -como Capriles, el flaco- aparece Lacava, (Rafito), grotesco gobernador de Carabobo, locuaz dirigente político y ex alcalde de Puerto Cabello, que se nombra Drácula, gruñe, habla sin parar y a gritos, actúa cual demente. Despierta curiosidad por lo estrambótico, expresión soez y extravagancias. Participa en decisiones, se expresa con fluidez en el idioma inglés, se reúne con parlamentarios gringos -Grupo Boston-, visita el imperio y los recibe en Venezuela, logra la libertad del cara pálida Joshua Hotl preso por supuesto terrorismo y espionaje; se disfraza para lucir como indigente, conversa con “opositores” cooperantes, enfrenta elecciones universitarias con amenazas y amedrentamientos. Y así Vlad III, el Empalador, príncipe de Valaquia, continua su camino político, cuando desequilibrados en alguna borrachera pensaron que Capriles y ahora Lacava eran futuro. Ambos recurrieron al lenguaje incendiario y a la gestión escandalosa, pero sin soluciones sostenibles ni profundas, se convirtieron en suceso de las redes, y a Lacava no pocos lo ven como a Capriles, en un posible presidenciable, por eso lamentan que se haya visto afectado por su absurdo proceder frente a los hechos en la Universidad de Carabobo. ¡Que locura!

Rafito terminará igual que el flaco, se harán compañía en el descrédito, sus formas, maneras e ideas, absurdas y simplonas, sólo inspiran fisgoneo y risas por las sandeces de sus comentarios, son un fracaso, un despropósito, espasmo de cierto tiempo, producto de la necesidad irracional. Sus rabietas y arrebatos de muchachos adolescentes bravucones y malcriadeces infantiles, no les darán gloria, son insignes alforjas populistas de la peor calaña, sencillamente irrelevantes, insignificantes, intrascendentes, solo motivan risotadas, son fábricas de risas intensa y ruidosas.

A Lacava se le menciona como bisagra de una posible nueva negociación entre factores del gobierno y sectores de la oposición -Capriles entre otros-; los encuentros y pláticas de quienes indebidamente se adjudican representación que no tienen, son repulsivas y rechazadas; así como, las glorificaciones del CLAP, el desprecio ciudadano, la insistencia irresponsable y necia con la irrealizable ruta electoral; y, por último, ambos se expresan con rencor y resentimiento contra la disidencia e insultan a los críticos.  

En Venezuela no hay más espacio para los Capriles ni Lacava o ningún otro parecido, son difusores de vocabularios y discursos saturados, aburridos, populistas sin remedio, caimanes de un mismo pozo, solo generan carcajadas. El otrora candidato y el locato emergente, iguales ambos, el primero aprieta puños con atrevimiento e invalida, pero no a la dictadura corrupta, ni a sus bolichicos, enchufados, ladrones, sinvergüenzas, y toda esa caca pestilente, sino que va contra la oposición verdadera, que hoy destaca, con principios éticos y buenas costumbres ciudadanas. Y el segundo, ataca al futuro, a los jóvenes universitarios y a cuanta cosa se le ocurre al Drácula venezolano, ahora consultor sentimental. Por eso ninguno inspira confianza ni credibilidad, no reúnen ni de lejos los atributos de un estadista, son sólo, faramalleros.

Los Capriles a Lacava quedaron fuera del menú. Se pudrió la receta.

@ArmandoMartini