Robert Carmona-Borjas: ¿Qué es lo que nos falta para sacar al Chavismo del poder?

Robert Carmona-Borjas: ¿Qué es lo que nos falta para sacar al Chavismo del poder?

Robert Carmona-Borjas / Archivo

 

Una negociación sería bienvenida, para salir de una vez por todas de esta crisis que se agrava desde todo punto de vista, una crisis que además ha permitido que el país haya sido tomado por un grupo de delincuentes organizados y por las fuerzas irregulares, el ELN colombiano en primer plano, grupos que controlan el país imponiendo sus reglas, ante la complicidad de una Fuerza Armada que lamentablemente es calificada en su generalidad como traidora.

Se habla de negociación, pero de cuál y entre quiénes. Es difícil. Nicolás Maduro y su gente se sienten todavía confiados, aunque saben que representan una minoría absoluta y que su respaldo es cada vez más precario. Pero tienen todo el poder militar incluido el paramilitar, el control de las instituciones, de las policías y de los cuerpos de seguridad, de la distribución de alimentos y de medicinas, en fin, un poder que exhibe su actitud arrogante ante la realidad.





La comunidad internacional ha venido haciendo su papel, ha seguido sus presiones, pero requiere que dentro, la oposición partidista se una en torno al poder de la sociedad civil, es decir, que se logre un gran pacto nacional que demuestre fuerza.

Ante las debilidades de la oposición y la fortaleza militar del régimen parece difícil que Maduro entienda o reconozca la realidad y ceda como en otros procesos en el mundo y permita la transición, previa elecciones libres manejadas por un ente verdaderamente independiente y controlada internacionalmente.

No es fácil y por eso las exigencias de la oposición no hacen temblar al régimen. Para Maduro lo único importante es quedarse en el poder para siempre, como sea, por lo que cualquier negociación debe estar alrededor de su cohabitación con algunos partidos. Daría algunas concesiones, algunos presos políticos liberados, algunos anuncios sin sentido ni importancia que en definitiva no tendrían ningún efecto. El régimen continuaría, tranquilo y en su afán de acabar con todo, siguiendo las instrucciones de los parásitos de La Habana que han ordenado llevar a cero el país, a escombros, para dominarlo y hacer sobre ellos un experimento social que jamás tendrá éxito y ello simplemente porque la libertad y la dignidad no podrán ser nunca suprimidos. Han sido siglos de lucha en el mundo para que un grupo de delincuentes y traidores asalte un país y haga de su gente un conejillo de indias colectivo.

Por su parte la oposición tendría que centrar su postura en esa eventual negociación en la salida de Maduro, en el fin del régimen y del sistema y en el período de transición, para lo que daría ciertas garantías a quienes detentan el poder de que no serán procesados, ni castigados eventualmente, lo que parece difícil toda vez que los crímenes cometidos como los de lesa humanidad, regulados por el Derecho Internacional, son de orden público, graves e imprescriptibles.

De manera que hablar de diálogo para negociar y llegar a acuerdos parece imposible salvo que la oposición se una y convoque con la responsabilidad que se exige, a la sociedad civil para que ésta opine, participe y muestre que el 85 por ciento de los venezolanos están alrededor de un proyecto de país y no ante partidos o grupos de malnacidos dentro de éstos que buscan espacios políticos reducidos para sobrevivir a costa de la sangre y el sufrimiento de los venezolanos.

De nuevo es el momento de reflexionar, de ir adelante, sobre todo ante una fecha límite que se ha impuesto, el 10 de enero, día en que muchos gobiernos dejarán de reconocer a la dictadura, lo que trae consecuencias importantes, quizás no tan determinantes como se pudiera desear, pero en fin una gota más para presionar a los delincuentes que se apropiaron del país y secuestraron a 30 millones de venezolanos.

@CarmonaBorjas