Ramón Peña: Transición

“Todo revolucionario me ha parecido siempre algo tan pernicioso como cualquier reaccionario”.

Manuel Cháves Nogales, periodista español, 1937





 

Los cuarenta años de la Constitución de la España democrática, celebrados este seis de diciembre, promulgada luego de casi cuatro décadas de dictadura de Francisco Franco, evocan un proceso de transición ejemplar. Difícil asunto en un país en el que la Guerra Civil (1936-1939) había sembrado irreconciliable odio entre connacionales, cuyas conciencias estuvieron dominadas por el extremismo de las facciones en contienda. La memoria de más de seiscientos mil muertos, la represión y diáspora durante la tiranía, el poder de la iglesia confesional, la acción de minorias terroristas, presagiaban un nuevo estallido a la muerte del viejo dictador.

No ocurrió tal desenlace. En su lugar, comenzó un proceso complejo de entendimiento cívico que congregó a los agentes de ambos bandos, especialmente a los más radicales, como actores de la negociación. Desde Adolfo Suárez, quien bajo el franquismo fuese la cabeza doctrinaria de la Falange, hasta Santiago Carrillo, Secretario General del Partido Comunista Español. La transición contó con la atinada mediación del Rey Juan Carlos I, la asesoría de reconocidos académicos, todos con la reconciliación de la sociedad española como norte. Las élites políticas fueron fieles intérpretes del deseo de la mayoría y materializaron la concertación en tres instrumentos formales: la Ley de Reforma Política, las primeras elecciones democráticas y la promulgación de una nueva Carta Magna. Asombroso es el progreso social y económico de España desde entonces.

Este hecho histórico es aleccionador para la Venezuela de hoy, urgida de superar su  tragedia. Emular este referente exigiría que quienes gobiernan –civiles y militares- actuasen como una dictadura convencional sensible al interés nacional y no como una banda criminal enquistada en el poder, y que los dirigentes de la oposicion, despojados de tribalismo, actuasen como fuerza unitaria y coherente, representativa de la inmensa mayoría de los venezolanos.