Mensaje de Navidad de la CEV: Hay que desandar los caminos de la corrupción, mediocridad e incompetencia

Mensaje de Navidad de la CEV: Hay que desandar los caminos de la corrupción, mediocridad e incompetencia

 

La Conferencia Episcopal Venezolana publico el tradicional mensaje de navidad para este 2018:





Esperanza ilimitada

Se trata de fomentar una esperanza ilimitada que está en la decisión de ser hombres y mujeres a la altura de las circunstancias, y contar siempre con la ayuda de Dios

“La esperanza ilimitada está en la decisión de ser hombres y mujeres a la altura de las circunstancias, y contar además con la ayuda de Dios.”

Con frecuencia escuchamos quejas sobre la situación en que vivimos. Son muchos los que padecen niveles increíbles de sufrimiento: por la falta de comida o de medicinas, por la falta de electricidad de cuyas consecuencias nadie se hace responsable; o por la falta de transporte público. No hay a quien acudir. Hay mucho dolor, la indefensión es evidente.

Las promesas periódicas constituyen para algunos la única esperanza, pero hemos constatado repetidamente frustración tras frustración.

Muchos piensan que la solución de los problemas está en un cambio de gobierno. Una suerte de “varita mágica” ajena a la responsabilidad personal y ciudadana que nos corresponde. Existe un ambiente de decepción sobre el liderazgo político y también de miedo a disentir por la implacable persecución que se conoce. La lamentable noticia sobre “los enchufados”, muchos de ellos ocultos todavía, dan cuenta de diecinueve años de corrupción generalizada.

No hay que olvidar que todo lo que hoy sucede tiene una causa que está en el corazón de cada uno de nosotros. Hay que empezar a desandar el camino de la corrupción, de la mediocridad y de la incompetencia. Erradicar los problemas desde la raíz. Debemos apostar a la dignidad personal, a una libertad para la estabilidad familiar, y para reconstruir el entramado comunitario y social. Es imprescindible confiar en el potencial de bien que tenemos cada uno para ser emprendedores en el lugar que nos corresponde: en la educación, en la salud, en la armonía familiar, en el servicio al prójimo, y a todos los niveles de la vida humana. Hay que actuar. Se trata de fomentar una esperanza ilimitada que está en la decisión de ser hombres y mujeres a la altura de las circunstancias, y contar siempre con la ayuda de Dios.

“Ayúdate que Dios te ayudará”. Se aplica a cada uno, cada familia, cada pequeña comunidad. Lo demás es habladuría mentirosa y hueca.

Por Mons. Fernando Castro