Víctor Jiménez Ures: Tengamos una feliz Navidad

Víctor Jiménez Ures: Tengamos una feliz Navidad

Sí, ya sabemos que hay crisis, que el dólar está alcanzando precios insólitos, que el bolívar soberano se quedó sin soberanía y que la inflación nos está devorando a todos. También sabemos que hay políticos de oposición implicados en vergonzosas tramas de corrupción, que la MUD fue aplastada, que el Frente Amplio nació con un ala rota y que, a estas alturas, no hay ninguna fuerza política interna capaz (por sí sola) de enfrentar a la dictadura con éxito, todo eso lo sabemos.

En estas horas de menguado liderazgo opositor tenemos claro que, al menos en lo que queda de año, no se hará nada en Venezuela que se traduzca en un cambio de régimen; y lo que pudiera suceder no depende de nosotros, ni como clase política, ni como ciudadanía activa (inclúyase golpe militar, invasión estadounidense o ataque extraterrestre).

La dictadura lo sabe, y también sabe que el año entrante le será particularmente complicado en vista del rotundo rechazo internacional que recibirá por parte de todos los países occidentales alineados con la causa democrática, amén de la reorganización de los diferentes factores de oposición (opositores de verdad); así como el descontento social que crece día a día. Justo por eso, están jugando con nuestras necesidades, desmoralizándonos y dificultando nuestras vidas. La dictadura tiene un único objetivo: inducirnos al desánimo, la depresión y la tristeza; derrotarnos moralmente, y destrozar nuestros espíritus para agarrarnos desarticulados el año que viene.





¿Qué podemos hacer ante la arremetida? La respuesta es tan sencilla como difícil de ejecutar: Sonreír y disfrutar la navidad.

Ajá, eso mismo: Tratar de ser felices con lo poco que aún tenemos, y reencontrarnos con el verdadero significado de la navidad, que no consiste en regalos, ni en ropa bonita, sino en la renovación de nuestra fe al celebrar el nacimiento del Niño Jesús. Estimados lectores, seamos rebeldes a los designios de la dictadura, no le permitamos gobernar en nuestros corazones, no dejemos que arruine nuestros espíritus.

La Navidad es, ante todo, una fiesta religiosa, una de las más importantes del cristianismo y no la fiesta consumista a la que nos hemos (lamentablemente) acostumbrado; y no es que esté en contra del comercio, al contrario, lo considero vital para el sano desarrollo económico y social de las naciones, pero hay que saber separar las cosas, y la Navidad es una fiesta religiosa, no comercial.

Estoy plenamente convencido de que esta Navidad, especialmente difícil por donde se la vea, nos llama a la reflexión; permitiéndonos apreciar aquello realmente valioso en nuestras vidas, como el amor, la amistad, la compasión y la sencilla alegría de vivir y compartir esa vida con nuestros seres queridos.

Es así como en medio de la estrechez, alejados de la ostentación y el materialismo, podremos apreciar la sublime belleza oculta de los villancicos y aguinaldos navideños.

Ahora sí entenderemos al Tamborilero que, siendo pobre, le ofreció al niño Jesús lo único que tenía: Sus manos, su buen corazón, y desde luego, su pequeño tambor. Ya no será ajeno el niñito venezolano que baja a Belén montado en un Burrito Sabanero… o los que le piden cariñosamente a su caballito que corra, para ver a María y al niño también. Este año sí escucharemos límpidamente los coros de ángeles llamando a todos los fieles a acudir triunfantes a la celebración del nacimiento del Niño Jesús (Adeste Fideles), y en esa unión sublime, experimentaremos una verdadera Noche de Paz, una Noche de Amor.

Mantengámonos positivos, no dejemos que nos arranquen la esperanza, hagamos como los niñitos alemanes que le cantan al Tannembaum (Pino navideño), maravillados de que a pesar de la nieve al pino no se le caigan las hojas y se mantenga estable (sin doblarse ni partirse) enseñándonos a mantener viva la esperanza de mejores tiempos en medio de la hostil oscuridad invernal.

Todo pasará, y quiero creer que al final de estas penurias surgirá una Venezuela más humana, humilde, madura, y sencilla, que sabrá valorar sus oportunidades y administrar con responsabilidad y austeridad sus riquezas. ¡Que esta historia nunca se olvide, para que nunca se repita!

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que aman al Señor. ¡Feliz Navidad!

Dios bendiga a Venezuela.

Víctor Jiménez Ures

@VJimenezUres