Alfredo Maldonado: ¿Sólo se va el año?

Alfredo Maldonado: ¿Sólo se va el año?

Diría uno que también la fe, la ilusión y esa potente fuerza política que es la esperanza. Algunos, que usan más las redes sociales o están más pendientes de la chismografía informática, esperan que el 10 de enero -¿o será el 11, en realidad?- ocurra algo en Venezuela, que las representaciones diplomáticas de los países se vayan en desbandada, que Maiquetía se llene de diplomáticos en fuga, mientras el Presidente Maduro se tira de los pelos, desesperado en Miraflores.

No se angustien mucho, eso no sucederá. Al Gobierno poco le importa el nivel de las representaciones diplomáticas en el país, siempre y cuando estén por ahí. Para defender a empresas estadounidenses, españolas o de otros países, no es necesario sostener costosas embajadas en Caracas ni diplomáticos siempre en riesgo de ser atracados o incluso asesinados por un celular o un carro de buena pinta. Basta con tener una sede diplomática y unos pocos representantes de bajo nivel en busca de hacer carrera en sus cancillerías.

Los europeos hace tiempo que han dejado claro que no reconocen ni desconocen a presidentes y otros jefes, ellos reconocen estados. Con Maduro o sin Maduro, legítimo o ilegítimo, Venezuela sigue siendo un estado, un país completo, y eso es lo que cuenta para los europeos. Que al frente de cualquiera de esos países estén narcotraficantes, tiranos con las armas en la mano a ritmo de controlado guaguancó, parejas de bandidos como Bonnie & Clyde pero con cadencia de tango, sindicalistas que cambian dignidades por apartamentos de lujo o militares disciplinadamente asesinos, es indiferente. Lo que cuesta es que se trate de un país.





El Gobierno castrovenezolano ya se ha encargado, desde hace tiempo, de explicarle el camino al Departamento de Estado, que es como los imperialistas norteamericanos se empeñan en llamar a su Cancillería, y demostrarles el enorme derroche en el enorme complejo inmobiliario que llaman Embajada –“Embassy”, para ser más exactos, único sitio en Venezuela, aparte de las películas, donde los venezolanos hemos visto esos míticos “marines- que debe estar lleno de oficinas vacías. Tampoco cambiará nada en San Román el próximo 10 de enero.

Lo que vaya a cambiar ya está cambiando, que en realidad son los precios de todo que cada día cambian hacia arriba, y lo demás poco importa, ¿quién va a resolver desde el 11 de enero el desastre castromadurista? De los que vemos hasta ahora, camaradas, entre izquierdosos, derechosos y lo que se pueda, para serles sinceros nadie nos tranquiliza, al contrario, nos convence de que con Maduro o sin Maduro, la miseria sigue y recomponer este desaguisado que estratégico (destruir para mandar) o simplemente demostración de torpeza e ignorancia, va a costar décadas de sacrificios, de seguir aprendiendo en carne propia, y los que nacieron poco antes, con y durante el chavismo, serán los viejos escaldados que irán explicando las lecciones porque no habrán tenido tiempo para sueñecillos ni esperanzas, sino que habrán aprendido la verdad venezolana en carne propia.

Tal vez los nietos del chavismo conozcan y gobiernen un país mejor. Que ya no será éste, ni una colonia rusa ni china. Ni siquiera brasileña, hay demasiada selva y mucho Amazonas entre los dos países. Tal vez estadounidense, que es más fácil pero exige aprender inglés, o colombiana, que jode más nuestro orgullo, pero al menos cualquiera puede leerla.