José Amalio Graterol: La nueva clase chavo madurista disfruta la miseria que imponen a los venezolanos

José Amalio Graterol: La nueva clase chavo madurista disfruta la miseria que imponen a los venezolanos

En el año 1.957 un yugoeslavo Djilas quien era comunista, publicó un libro llamado “La nueva Clase” en el cual denunció el fracaso ideológico, por utópico de la tesis marxista de la lucha de clases y las expropiaciones de los medios de producción, que generaron el surgimiento de una nueva clase, “en tanto la “nueva élite” traspasaba su “influencia” a sus familias y sus miembros sólo cultivaban relaciones entre sí, aprovechando su acceso exclusivo al poder político para establecer privilegios en favor de ellos mismos” He allí el fracaso de la teoría marxista, pues en la llamada dictadura del proletariado surgió un nuevo estamento social, inmensamente rico, lleno de privilegios y extremadamente podrido, mientras el pueblo para quien decían luchar fue arrojado a la miseria. Millones de personas bajo el comunismo murieron literalmente de hambre mientras los jefes disfrutaban escandalosamente sus riquezas y privilegios.

En Venezuela, desde la denuncia de María Corina Machado, cuando frente a Hugo Chávez acuso: “Expropiar es robar” revelo al país el fin último de las confiscaciones. Frente a esa valiente y clara denuncia, Chávez no pudo decir absolutamente nada, para justificar los desafueros cometidos contra quienes trabajaban para mantener y desarrollar al país. Les quitaron a los agricultores y criadores las tierras del campo; a los pescadores, so pretexto de cuidar el ambiente, les arrebataron el mar; a los constructores de viviendas les quitaron las tierras, el cemento y toda la capacidad de construir; a los comerciantes los dejaron con muy poco que ofrecer.

Obscena es la protección que brinda el Estado a través de un pervertido poder judicial a los delincuentes de toda laya La destrucción de la industria del hierro. La quiebra de PDVSA vilmente saqueada; Le regalaron el oro, el coltan y diamantes a los rusos, turcos, chinos e iraníes cometiendo el más grande ecocidio del mudo. Les quitaron el agua a los venezolanos y en alianza con los esclavistas cubanos acabaron con el sistema de salud y hoy Venezuela es una amenaza sanitaria en América, transformados en propagadores de epidemias y exhibiendo con gran desparpajo una población famélica que en ingentes cantidades huye del terror impuesto por un estado criminal.





Frente a este dantesco holocausto nacional, han aparecido los miembros de la nueva clase, cuyos nombres y apellidos conoce el mundo. Ellos se ufanan de ser defensores de la lucha de clases, cuando la disputa es de la nueva clase del chavo madurismo contra la población indefensa que resiste el ataque despiadado de quienes sin rubor alguno exhiben sus enormes riquezas mal habidas.

Mientras tanto todas las familias tienen al menos alguien expatriado, buscando en otras partes lo que les negaron en su patria. Los niños desnutridos y enfermos son tratados con crueldad ruin y se atreven a afirmar que aman a los venezolanos y sobre todo a los más pobres, de quienes hacen burla de su hambre, ofreciendo perniles de embuste y ejecutan acciones criminales en los barrios contra los más jóvenes y más pobres.

A horas para la celebración de la navidad, rememoramos como el nacimiento del niño Dios fue en medio de una gran penuria, como la que vivimos los venezolanos y solo se compadecieron por los padres, unos pastores que lo único que pudieron ofrecerles fue un pesebre, prácticamente Jesús nació en desamparo material y al momento de su nacimiento se hizo la luz en la noche y se oyeron las palabras paz a los hombres de buena voluntad.

Al enterarse Herodes del nacimiento de quien era el redentor ordenó eliminar a todos los menores de dos años. San José alertado por un Ángel huyo hacia Egipto, como hoy huyen a cualquier destino, los padres que quieren salvar a sus hijos de la desnutrición, la falta de medicinas y el crimen amparado por el estado criminal que padece la república.

Nuestra tristeza es profunda, perseguidos en nuestra tierra, a millones de connacionales les ha tocado emigrar y hoy cada uno tiene algo lúgubre que narrar, lo cual contrasta con el regocijo de quienes dueños de los bienes del colectivo disfrutan sin miramiento alguno sus riquezas mal habidas.

Navidad era el tiempo de mayor alegría, nuestros aguinaldos y gaitas recordaban el advenimiento del salvador y era tiempo de júbilo, perdón y reconciliación. Ahora es un tiempo de desconsuelo. Hoy recordamos a un ser querido fallecido a mengua o ejecutado extrajudicialmente o por la delincuencia o un preso de conciencia. Mientras la “nueva clase” chavo madurista disfruta su festín y se solazan con sus carísimas vestimentas, sus carros, sus joyas y su opulenta vida. Solo ellos son la patria, solo ellos tienen derecho a vivir bien.

En todo el mundo hay venezolanos haciendo por la vida y generosamente tratando de mantener a los que aún están en el infierno chavo madurista, en Australia, América, África Europa, hasta en Madagascar y Groenlandia, suman millones de venezolanos expatriados que evidencian ante al mundo que comunismo es una lucha de sátrapas contra su pueblo. Ricos inmensamente ricos, grotescamente groseros se burlan de las calamidades de sus connacionales.

Hoy para los venezolanos como dijo el insigne jurista y profesor Román Duque Corredor: “Libertad es el grito de navidad.” Porque sin libertad, no habrá paz en el alma acongojada de los venezolanos.