Alfredo Maldonado: Hundida la izquierda, giro a la derecha

Alfredo Maldonado: Hundida la izquierda, giro a la derecha

2018 fue el prólogo acelerador, con el persistente mexicano López Obrador como excepción que confirma la regla, del más reciente proceso latinoamericano, la convicción de los pobladores de que la izquierda política no es más que un fraude y, con el entusiasmo emocional habitual, la entrega de sus esperanzas a la derecha y la centro derecha.

México traía una historia diferente –los mexicanos siempre persisten en ser distintos- de una izquierda derivada en frustraciones, una derecha de Fox que tuvo su oportunidad y lo hizo mediocremente a través de un Presidente que nunca aprendió que una cosa es distribuir Coca Cola y otra gobernar a un país apretado entre latinoamericanismos y la ficción norteamericana y una izquierda corrupta y caudillista. Por eso, porque ni el partido que nació de una rebelión popular hace mucho tiempo olvidada, ni el conservador que mucha curiosidad despertó y mucho desánimo generó cuando finalmente gobernó, los mexicanos decidieron darle el chance a un López Obrador que parecía destinado a ser siempre el candidato perdedor.

Pero México no es Cuba, Nicaragua ni Bolivia –como tampoco lo es Venezuela, que tampoco lo entendieron los chavistas pero lo están aprendiendo-, es un enorme país industrializado a la vez que profundamente agrícola y agroindustrializado, y entre ambos extremos, además del petróleo, López Obrador tiene poco margen de acción, chavista de conveniencia que terminará por pillarse los dedos haga lo que haga, con lo cual terminará por no hacer nada.

Argentina, Perú, Chile, Paraguay, Colombia, Ecuador, Panamá, Costa Rica y desde este 1° de enero Brasil, caminan en dirección diferente. Han entrado en la versión conservadora del gobernar. No es casualidad que el empresario y millonario chileno Sebastián Piñera haya sido electo para un segundo mandato en un país con poderosas maquinarias socialistas, ni que Lenin Moreno, heredero ecuatoriano del comunistoide chavistero Rafael Correa, haya dado un giro drástico a su país para reconducirlo a contramano de la ideología de Correa, ni que los colombianos hayan electo Presidente al discípulo preferido de Álvaro Uribe.

Lula Da Silva está en la cárcel por corrupción después que su niña consentida Dilma Rousseff fracasase en tratar de sostener la izquierda lulista, y en la Venezuela castrista las navidades han sido días y noches de protestas no por democracia sino por comida, perniles y otras promesas incumplidas.

Jair Bolsonaro, para estar más claros en cuál ha sido la actitud de los brasileños, jamás ocultó su pensamiento y su decisión de caminar duramente las rutas derechistas. Con la presidencia de Bolsonaro en Brasilia, la Venezuela castrista que fracasa en manos de Nicolás Maduro está rodeada. Por el sur, la derecha de Brasil y Colombia, la colombiana versión Uribe por el este, la enemiga Guyana por el oeste, y por el norte, en la extensión del Mar Caribe, más que una Cuba castrista envejecida y habituada a la miseria y a volver a ser el burdel caribeño, el Comando Sur de Estados Unidos. Que seguramente no invadirá, pero nunca oculta que tiene sobrados los medios para hacerlo.

El video que se hizo viral del camión que se abre para dar y mostrar, a los venezolanos pobres, carne semipodrida en vez de los ofrecidos perniles delicados, es sólo otro ejemplo del fracaso rotundo de la emoción comunista que en algún momento –cuando el petróleo estaba a precios elevados- fue la versión chavista para darle entrada fuerte a los chinos con un río de dólares que ahora están en cualquier parte menos en Venezuela, que es la que los tiene que pagar.

Comienza y se afinca con 2019 una Latinoamérica activa en un creciente giro hacia el centro y la derecha, con un pueblo pobre que ya no es entusiasta de los adecos de hace décadas ni del más reciente chavismo prometedor, sino que habla bien del emprendimiento y los empresarios. Y si tienen dudas al respecto, lean o escuchen los discursos y declaraciones de Elías Jaua, algún madurista preocupado y del propio Presidente Nicolás Maduro.

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