Los aspirantes demócratas a la Casa Blanca bajo examen del #MeToo

Los demócratas: Senador Bernie Sanders (I-VT) de los EE. UU. (3rd L) habla como el Representante (LR) Elijah Cummings (D-MD) El Senador Cory Booker (D-NJ), el Representante Ilhan Omar ( D-MN), y el representante Jan Schakowsky (D-IL) escuchan una conferencia de prensa. Foto: Alex Wong/Getty Images/AFP, 10/01/2019, Washington DC (EEUU).

 

Acoso sexual en el equipo de campaña de Bernie Sanders, comportamiento demasiado “táctil” de Joe Biden… Aún reina el suspenso sobre las pretensiones presidenciales para 2020 de algunos pesos pesados de la política estadounidense, pero ya saltan acusaciones, una señal de que después del movimiento #MeToo son tiempos de tolerancia cero.

Estas acusaciones distan mucho de las que apuntaron directamente a Donald Trump durante la campaña en 2016.





Pero mientras varios señalamientos de acoso sexual y comentarios chocantes no bastaron para obstaculizarle en ese momento el camino a la Casa Blanca al multimillonario, algunos creen que los señalamientos sobre Sanders y Biden ahora son suficientes para descalificarlos de entrada.

El movimiento contra el acoso #MeToo, surgido en 2017 a raíz del escándalo de Harvey Weinstein, “obviamente desempeñará un papel” en la campaña de 2020, estima David Redlawsk, politólogo de la Universidad de Delaware.

Sanders, excandidato en la primaria demócrata que resultó derrotado por Hillary Clinton, ya está pagando el precio.

Se disculpó públicamente el jueves con los empleadas de su equipo de campaña en 2016, quienes denunciaron que habían sido víctimas entonces de acoso sexual por parte de colegas mayores.

“No podemos conformarnos con decir que queremos acabar con el sexismo y la discriminación. Esto debe ser una realidad en nuestra vida cotidiana”, dijo el senador progresista, quien dijo que no fue, en ese momento, consciente de estos hechos.

Sanders insistió en que se habían establecido protocolos más firmes para combatir el acoso sexual durante su campaña de reelección al Senado en 2018.

“Y, por supuesto, si me lanzo” en la elección presidencial de 2020, “lo haremos mejor”, dijo a CNN a principios de enero.

Insuficiente diversidad

“No se puso suficiente énfasis en la diversidad”, dijo Michael Ceraso, coordinador de la campaña presidencial de Bernie Sanders en 2016 en California. En este estado, “el equipo estaba realmente dominado por hombres”.

Para este joven demócrata, la responsabilidad recaía en los gerentes de más alto rango, a quienes se les exigía que formaran equipos a menudo bajo la presión y urgencia de una campaña que repentinamente había adquirido una magnitud que pocos esperaban al principio.

“A veces es difícil” controlar todo en la intensidad de una campaña, “pero eso no debería ser una excusa”, admite.

Sin embargo, estas acusaciones no deberían impedir a Sanders presentarse en 2020 si se disculpa y actúa para garantizar que esto no vuelva a suceder, dice Ceraso.

En cuanto al exvicepresidente de Barack Obama, el debutante Joe Biden, es su faceta “demasiado táctil” lo que le puede jugar en contra, estiman algunos.

Otros le reprochan su conducta durante la audiencia senatorial de 1991, teñida de machismo, de una mujer que acusó de acoso sexual a un candidato del Tribunal Supremo.

Biden lamentó posteriormente este episodio y recientemente dijo que todas las mujeres que levantan tales acusaciones deben ser tomadas en serio.

Otro potencial candidato demócrata, Cory Booker, ha sido cuestionado por un hecho de su juventud. Siendo estudiante, el ahora senador estadounidense contó en el diario de la universidad cómo había tocado el pecho de una joven que besó después de que ella lo rechazara una primera vez.

Booker confió esta experiencia para explicar que su trabajo con las víctimas de asalto lo había cambiado “para siempre”. Pero los críticos, especialmente de la derecha, han reflotado ahora este tema para cargar contra él.

Impacto diferente

“El movimiento #MeToo ya ha sensibilizado y animado a las mujeres a actuar”, señala Debra Ness, presidenta de la organización National Partnership for Women and Families.

Pero también manifiesta su desacuerdo: una encuesta de la radio NPR mostró en octubre que el 43% de los estadounidenses consideraban que el movimiento había ido demasiado lejos. El 75% de los republicanos están de acuerdo con esta afirmación, mientras que entre los demócratas es un 21%.

El impacto de la era #MeToo no es el mismo, en efecto, en la derecha que en la izquierda, dice Kelly Dittmar, experta del Centro para las Mujeres Estadounidense en Política (CAWP): “La opinión política juega un papel importante”.

En 2016, recuerda, casi la mitad de los estadounidenses blancos votaron por Donald Trump a pesar de que fue acusado de acoso sexual y a pesar de la divulgación, unos días antes de las elecciones, de un viejo video en el que se jactaba de poder agarrar a la mujer que quisiese “por el coño”.

Y más recientemente, ya en pleno apogeo del #MeToo, mujeres republicanas apoyaron firmemente al juez conservador para su nombramiento en la Corte Suprema, Brett Kavanaugh, sobre quien pesaban acusaciones de agresión sexual durante su adolescencia, que él niega.

“No creo que este grupo de electoras haya cambiado mucho desde entonces”, dijo Kelly Dittmar.

AFP