Óscar Arnal: Guaidó presidente

Guaidó es el presidente de derecho o de iure, mientras el de facto es Maduro. La diferencia radica en la legitimidad de origen y de desempeño. En esto están contestes unos 50 países, voces tan calificadas como la del Constitucionalista Brewer-Carías o el Tribunal Supremo de Justicia en el exilio.

De los padrones electorales del oficialismo, fue electa una Constituyente que no tenía autoridad para convocar unas elecciones presidenciales anticipadas, y sin las condiciones mínimas de justicia y observación internacional. En los comicios de mayo se inhabilitaron a los principales líderes opositores (Entre ellos López, Capriles y Ledezma) y a partidos fundamentales. El ventajismo electoral sobrepasó todos los límites y hasta un bono se ofreció a quienes votaron por el gobierno y se chequearon en los puntos rojos, para además garantizar la llegada de la bolsa de comida CLAP. En medio de estas perversas condiciones una buena parte de la comunidad internacional desconoció los resultados y el principal candidato opositor que pudo presentarse también impugnó.





De cualquier manera, Guaidó acaba de asumir según se desprende de sus palabras, apelando al artículo 233 de la Constitución, la presidencia de la república, mientras se convocan elecciones libres. El parlamento debe despejar todo ápice de dudas y asumir la representación del Estado.

Entramos en la cuenta regresiva. Nos estamos jugando la vida, la libertad y el futuro de la patria. Los próximos días son decisivos. El gobierno está débil y muy golpeado ante la opinión pública mundial. La errática captura y liberación del propio Guaidó lo demuestra.

La crisis económica es dramática. Una hiperinflación que cada día arrastra más gente a la pobreza y al hambre. Una devaluación monetaria que no para de caer. La inmensa mayoría quiere cambio como lo señalan todos los estudios serios de opinión.
En los próximos días vendrá un pulso entre el presidente de hecho y el de derecho y la decisión final recaerá sobre la posición que tomen los factores de presión, el propio pueblo de Venezuela y el mundo internacional. Sobre las Fuerzas Armadas recae una gran responsabilidad. Hay que convocar a elecciones generales. Así la salida sería pacífica y constitucional. Y la soberanía popular terminaría definiéndolo todo, como debe ser. Hay que salir el 23 de enero a un cabildo abierto nacional.

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@OscarArnal