Vladimiro Mujica: Una nueva esperanza

Vladimiro Mujica: Una nueva esperanza

A New Hope es el título de una de las películas de la legendaria serie Star Wars. El resumen de la trama:

 

Las Fuerzas Imperiales, bajo órdenes del cruel Darth Vader, retienen a la Princesa Leia como rehén, en sus esfuerzos por sofocar la rebelión contra el Imperio Galáctico. Luke Skywalker y Han Solo, capitán del Millennium Falcon, trabajan en conjunto con el dúo de droides acompañantes R2-D2 y C-3PO para rescatar a la bella princesa, ayudar a la Alianza rebelde, y devolver la libertad y la justicia a la galaxia.

 

Dejo a los lectores su identificación individual de cada uno de los personajes de la legendaria saga con seres humanos reales de la reciente historia venezolana. Solamente me interesa destacar algo del paralelismo entre nuestra historia de los últimos 20 años y la saga de George Lucas: el combate por la restauración de la democracia y la libertad en Venezuela se ha transformado en una verdadera batalla contra el mal. Como la batalla de la República contra el Imperio.

Podría parecer un simplismo infantil e ingenuo, el caracterizar al régimen venezolano como el régimen del mal, pero las reflexiones que llevan a esta conclusión son de todo menos inocentes. Los humanos que vivimos en sociedades relativamente organizadas tenemos una conciencia intuitiva de lo que significa vivir bien: tener salud, tener recursos suficientes para disfrutar de la vida, amar, ser amado, ser reconocido, tener amigos, poder criar con bien a los hijos, darles educación, poder cuidar de los padres y los abuelos, tener un sitio decente donde vivir, sentir seguridad cuando salimos a la calle. Tener acceso a comida, ropa, medicina, libros y música. Tener orgullo de la tierra donde nacimos, reconocernos en sus tradiciones culturales, en su historia, en sus memorias. Tener acceso a la cultura. Sentir que nuestra opinión como ciudadanos cuenta. Poder viajar y conocer el mundo. No vivir en la pobreza. Sentirnos con solidez moral y ética. Tener libertad de cultos.  Respetar la vida y la muerte. Mirar al futuro con optimismo. Vista la lista, y en la serenidad de un momento de reflexión, reto a los venezolanos, del país rojo chavista y del país azul opositor, me reto a mí mismo, a revisar el catálogo de lo que consideramos bueno y a escoger cuál de las cosas que se señalan ahí no están amenazadas, corrompidas, vulneradas por 20 años de dominio chavista sobre nuestro país y nuestras vidas. Únale a todo ello el hecho de que el régimen del mal, traiciona a su pueblo, se alía con criminales, terroristas y narco-traficantes para ejercer el control sobre los venezolanos a través del miedo y el hambre. ¿Por qué entonces sería de sorprenderse que lo que amenaza todo lo bueno, todo lo amable, todo lo que ha avanzado la civilización para que el hombre viva mejor, sea identificado como el régimen del mal?

El régimen del mal no es pues una figura etérea y simplista, bobalicona o inocente, No. Es una caracterización política fundamentada en la historia, la filosofía y la psicología social. El mal llamó Churchill al nazismo de Hitler y al mundo civilizado convocó para combatirlo, incluyendo a Stalin, su archienemigo ideológico, pero que no representaba una amenaza comparable a la de Hitler. El mensaje sencillo del combate contra el mal tiene también resonancias religiosas: la Biblia y otros textos sagrados identifican al mal e identifican el combate en su contra con el ejercicio exaltado del libre albedrío, la virtud, para acercarse a Dios. Que cada quién encuentre pues el mensaje que se acomode a sus creencias, pero el combate contra el mal tiene objetivos bien definidos: la restauración de la democracia, la libertad y la dignidad del pueblo venezolano.

Venezuela tiene hoy una nueva esperanza en el combate contra el mal. La sucesión de eventos en el mundo político venezolano e internacional que condujeron a la inauguración de Juan Guaidó como Presidente Interino de Venezuela es digna de un estudio detallado, que no me corresponde a mi hacer.  Baste con decir que el paso inicial del camino que ahora se despeja surgió cuando se empezó a manejar, fuera de las fronteras de Venezuela, la idea de que el 10 de enero de 2019, constituía una fecha límite después de la cual la comunidad internacional no reconocerla la legitimidad de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela.  Ello se fue tejiendo lentamente en las manos de venezolanos patriotas y talentosos, que alguna vez serán identificados, y en las manos de los amigos de Venezuela, hasta transformarse en una amenaza real al régimen del mal. Pero aprovechar la oportunidad, como bien lo señalo Guaidó en su discurso inaugural, depende no solamente de asumir un cargo sin tener la fuerza para imponerse, sino de la unión y la acción de la ciudadanía y de las fuerzas armadas apegadas a la Constitución, y de la ayuda internacional.  

La actuación del Presidente Encargado, ha estado apegada a artículos fundamentales de la Carta Magna: el artículo 233 que califica como falta absoluta del presidente la elección fraudulenta de Maduro en unos comicios ilegales e inconstitucionales en 2018, y la designación del presidente de la AN, como Presidente Encargado; y el artículo 350 que habilita a cualquier ciudadano, investido o no de autoridad para hacer lo que sea necesario para restablecer el mandato constitucional. Guaidó se ha arropado en la Ley de la Nación y todos los factores políticos opositores y el TSJ legítimo están obligados ética, política, moral e históricamente a apoyar esta actuación. Esto es especialmente exigido de los partidos políticos y su dirigencia, cuya voz pública ante la ciudadanía y los medios ha sido inexplicablemente tímida. Deben corregir, o el juicio de la historia sobre su conducta en estos momentos cruciales para Venezuela será demoledor.

Poco importan los detalles menores, las exigencias de estilo y preciosuras del lenguaje del Presidente Encargado. Guaidó ha tomado un paso decisivo y la acción de muchos hombres y mujeres valientes desde dentro y fuera de Venezuela ha logrado arrinconar al régimen del mal. Pero todavía le sobra capacidad a éste para destruir y matar la esperanza. De nosotros, venezolanos, civiles y militares, depende que salgamos con bien del peor cataclismo de nuestra historia. A las fuerzas del país azul se les exige generosidad e inteligencia para que lleguemos a una transición pacífica que incluya al país rojo. Ese es el reto de la Nueva Esperanza.

 

Vladimiro Mujica

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