¡2019! ¿El gran año para la transformación?, por Gervis Medina

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Venezuela junto a sus habitantes, vive una transformación. Unos dentro del país y otros fuera de él. Debemos digerir bien las situaciones, que nos llevaron a este dilema filosófico, teológico y político. A tal punto, que somos objeto de estudio de varias ciencias sociales y biológicas en el mundo entero, aplicando métodos científicos para responder las interrogantes planteadas como: ¿Qué nos pasó? ¿Qué dejamos de hacer? ¿Qué hicimos mal? ¿Por qué el venezolano, es el lobo del venezolano?





Sus integrantes vienen de una cultura, que nos enseñó a eliminar los problemas en vez de enseñarnos a resolverlos. No buscamos el ¿por qué de las cosas? Proyectando desde el sistema límbico, que la culpa es de otro. Claro, no hablo de resignarse. La resignación no es igual a la aceptación. Acepta el problema de lleno, cuando te toca, te toca. Tú no tienes control de lo que te toca, pero sí de cómo lo vas a manejar. Eso sirve para sacar lo mejor o lo peor en torno a la muerte o a la vida, pero esa decisión es tuya.

Todo ser humano puede con lo que le sucede. El problema no es ¿por qué ocurre? Si no lo que hagas con lo que te ocurre. Tenemos que vivir sabiendo que esto va a pasar, no sabemos cuándo. Todo en la vida viene a transformarte.

¡Debemos encontrar la manera correcta de conducir la razón, para descubrir las verdades ignoradas y evitar los “sofismas”, que tanto hacen daño en nuestro imaginario colectivo!

Para transformarnos debemos estar llenos de conocimiento y sabiduría; “el objeto debe ser, el de dirigir el espíritu de manera tal, que enuncie juicios sólidos y verdaderos, sobre todo lo que se le presenta”. Con esto, procura fundamentalmente hacer posible el ejercicio de la razón, en dirección al conocimiento verdadero. Por lo que, sólo se deben aceptar los conocimientos ciertos y que no dejen lugar para la más mínima duda.

Entonces, ¡No debemos recibir como verdadero, lo que no se conozca con evidencia como tal! Esto es, evitando cuidadosamente la precipitación y el prejuicio; y no aceptando en mis juicios, lo que no se presente a mi espíritu con claridad y distinción, y que no pueda nunca ponerse en duda.

Además, dividir cada una de las dificultades que posea, en tantas partes como se pueda y sea necesario para obtener mejores resultados. Ordenar mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y los más fáciles de conocer, elevándome gradualmente al conocimiento de los más compuestos; y suponiendo un orden en aquéllos que no lo tienen por naturaleza. Y por último, hacer enumeraciones tan completas, y revisiones tan generales, que me den la certeza de no omitir nada.

¡Se debe resaltar, la intención de evitar opiniones inciertas acerca de la verdad!

¡Yo pienso, luego existo! Esta regla general se basa “en que Dios existe, en que es un ser perfecto y en que todo lo que hay en nosotros proviene de Él”. Dios se convierte, entonces, en la garantía del conocimiento indubitable. Una vez que se establece la existencia de Dios, se examina el origen de Dios.

Además, esta idea que indica todas las preferencias divinas y la absoluta ausencia de defectos, proviene de “Dios”. Siendo así, es imposible que “Dios” mienta o engañe. Pero, entonces, ¿cuál es la causa de nuestros errores? El error, como privación de algún conocimiento, es producto del concurso de dos causas: la fuerza de conocer (entendimiento) y la facultad de elegir (libre arbitrio o voluntad). Ambas facultades provienen de la creación divina y ninguna de ellas, nos fue otorgada para inducirnos a error.

En las tres últimas décadas, Venezuela ha conocido más crisis, más cambios, que en todos los tiempos anteriores. Desde mi perspectiva como investigador, puedo afirmar y recomendar que la fe cristiana, sea una de las soluciones a los problemas identificados. Transmitiendo esa energía necesaria, esa seguridad, esa conciencia colectiva de su misión. Permitiendo construir nuevos preceptos y constructos, desarrollar nuestras técnicas, para dominar el mal existente en cada uno de nosotros. Obedeciendo y desarrollando el plan de “Yavé” que, desde el comienzo de la religión cristiana, contempló la reunificación de todos los pueblos.

La iglesia cristiana debe participar con sus misioneros, sacerdotes y religiosas, en la evangelización y transformación del pueblo venezolano, quien perdió la fe, el camino y la salvación.

La Iglesia, se ve enfrentada a una cultura moderna, que da la espalda a “Dios”, con la excusa del pragmatismo, inmediatez, sincretismo y sintetización de la religión. Los espíritus ilustrados, de la democracia moderna, instituyeron un sofisma llamado “democracia representativa” que resultó ser un populismo a gran escala, para ganar elecciones. Dejando a un lado la humanidad, progreso, felicidad y paz, y no veían en la “Iglesia y en su pueblo” sino ignorancia y prejuicios; en pocas palabras: “el mayor obstáculo para la liberación de los hombres”.

Esta situación, debe obligar a la Iglesia a salir de su zona de confort y a responder a interrogantes cada vez más cruciales. Bien era cierto que existían libertades, pero se dejó de evangelizar y llevar la palabra del “Creador” a los sitios más cercanos y remotos del país. “Cristo” ha entregado la verdad y reina después de resucitado. Pero, la Iglesia tiene que descubrir y probar cada día, lo que significa esta verdad para hombres diferentes. Y no es para ella, el momento de reinar sino de servir en medio de humillaciones.

El año 2019, parece que ha simplificado la situación. Por una parte, al cabo de luchas estériles, la Iglesia se ha dado cuenta que, al perder sus recursos, su poder político y su monopolio cultural, ha vuelto a encontrar su verdadera misión, que es la de ser una fuente de amor y unidad, aquello que ilustramos como “la levadura de la masa”.

Por otra parte, los mejores entre los que piensan, reconocen que los venezolanos vivirán en el caos, si no vuelven a tener una fe, una esperanza y una visión común de su destino. De otra manera, las tensiones entre ricos y pobres, el choque de las ideologías, el desconcierto de la política, nos llevará directamente a un enfrentamiento colectivo.

En muchas partes del país, la Iglesia que antes iba de la mano con el gobernante, es perseguida. Esto sucede, en países comunistas decididos a eliminar toda religión; esto sucede en las mismas sociedades que se proclaman cristianas, pero dan la espalda a la justicia y al respeto del hombre como la nuestra. (homo homini lupus est).

La Iglesia, la sociedad y el estamento político, deben entender, que para todos se acerca el desastre si no saben reconciliarse; y la reconciliación con base a la verdad, la justicia y el perdón, es el fruto de la Evangelización. Para quien no se detiene en la mediocridad inevitable de la mayoría de los creyentes, ni en los errores del recorrido, ni en la lentitud de ciertos cambios, no cabe duda que este año es el gran año para la transformación del país. ¿Habrá otro después?

Gervis Medina
Abogado-Criminólogo